¿Qué miedo?

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Miedo es una perturbación caracterizada por un sentimiento de inquietud desagradable, provocado por la percepción de un peligro, real o imaginario, presente,  futuro o incluso pasado. El miedo no es ya un movimiento –o una parálisis- del espíritu, se ha convertido en acompañante cotidiano. Buena parte del sistema normativo se fundamenta en el miedo como muestra el Derecho Penal. Según el Diccionario de la Real Academia Española, el miedo es la “perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario”. El vocablo procede del latín metus, con significado análogo.

Uno de los primeros testimonios del uso de esta palabra en castellano,  según el diccionario de autoridades, se encuentra en la obra legislativa conocida como las Siete Partidas: “…e de tal miedo e de otro semejante fablan las leyes de nuestro libro cuando dizen que pleito o postura que home face por miedo non debe valer”.

El miedo comprende el temor, una turbación incómoda y penosa que acompaña a la previsión o a la proximidad del mal o peligro; se teme algo presente; da miedo algo actual. La conmoción ocasionada por un acontecimiento repentino y temeroso, decimos que es alarma y el pánico es una inquietud colectiva.

Espanto, temor y pavor, intensifican un estado psíquico alterado de un mal que amenaza de forma inminente al punto de sobrecogernos. Susto es un miedo repentino, por ejemplo, un ruido de noche asusta. El miedo grande, es cerval. Cuando el pavor y el miedo llegan a erizar los cabellos hablamos de espeluznamiento. Mientras que la zozobra es la congoja y la aflicción es la duda de lo que se debe ejecutar para huir del riesgo que amenaza o para el logro de lo que se desea.

Desde el punto de vista biológico, el miedo es un esquema adaptativo,  y constituye un mecanismo de supervivencia y de defensa, surgido para permitir a la persona  responder ante situaciones adversas con rapidez y eficacia. En ese sentido, es normal y beneficioso para el individuo y para su especie.

Social y culturalmente, el miedo puede formar parte del carácter de la persona o de la sociedad. Se puede, por tanto, aprender a temer a objetos o contextos, y también a no temerlos. Hay miedos de siempre y de todos: el miedo al dolor, a la muerte, a la guerra, a la destrucción, al vacío,  a la nada, a los cambios, a la destrucción, a sentirse viejo, a la soledad, al fracaso,  a envejecer, a la enfermedad, a lo desconocido, a cometer errores, al éxito, a tomar una decisión equivocada, a no estar a la altura y al fracaso.

Si somos honestos debemos  confesar que alguna vez, o más de alguna vez, hemos sentido miedo: a la delincuencia, a la incertidumbre, a perder el trabajo, al desperdicio; a las tinieblas, a la prepotencia; miedo por los muchos peligros que nos amenazan.

Hay quienes tienen miedo de asumir sus responsabilidades, otros se hacen temer para darse a respetar, hay quienes inspiran miedo para ocultar su cobardía. Hay personas que a punto de fijar su posición sobre alguna situación, terminan diciendo otra cosa y cambian el tema, porque el miedo les impide comprometerse.

¿Qué hacer ante ese sufrimiento doloroso que es el miedo, esa zozobra ante la posibilidad de que suceda algo contrario a lo que deseamos? Ante los hechos y las circunstancias, lo recomendable (e incluso inevitable) es enfrentar la situación.

Eximente del miedo

El derecho romano estableció en el año 79 a. C  -mediante una innovación jurídica introducida por un pretor llamado Octavius- la acción “metus causa” (por causa del miedo) como eximente de responsabilidad. En las Siete Partidas, -colección de leyes y costumbres de gran interés histórico, redactadas por orden de Alfonso X, el Sabio -1252-1284-, se establece en el derecho castellano la invalidez de pleitos o declaraciones realizadas bajo miedo, y el derecho actual determina que el miedo es causa de eximente responsabilidad criminal

Miedo y sociedad

El miedo es una característica inherente a la sociedad humana: está en la base del sistema educativo,  como expuso de manera radical, El fin del posmodernismo? - Izquierda Webel psicólogo norteamericano,  Burrhus Skinner -1904-1990-, en buena medida se define por el esquema básico del premio y del castigo. Es un pilar del proceso socializador.

Desde el ámbito de la ciencia política y la filosofía, el miedo se ha identificado como una de las características de la sociedad postmoderna. Ulrich Beck, -1944-2015-, sociólogo alemán,    lo denomina –sociedad del  riesgo–  en la medida en que,  por primera vez, la especie humana se enfrenta a la posibilidad de su propia destrucción y extinción.

El miedo a las figuras de autoridad nace de la creencia de que hay personas superiores, que poseen más derechos y que saben lo que es conveniente para uno. Esta idea es sumamente peligrosa,  porque nos lleva de manera automática a rendir pleitesía y a obedecer por obedecer.

El miedo en la cultura

Catherine Lutz, antropóloga y profesora estadounidense ha estudiado la variabilidad del miedo. Según sus indagaciones, -la comunidad Ifaluk, un atolón de las Islas Carolinas en el Pacifico Norte, que forma parte del estado de Yap, de los Estados Federados de Micronesia, considera positiva la cobardía, y por tanto para ellos es bueno confesar el miedo pues es prueba de ser personas inofensivas y temerosas de las leyes del grupo.

CORONAVIRUS (III). Los miedos, las emociones y la política – Conversacion sobre HistoriaLa historiadora y académica, neozelandesa,  Joanna Bourke,  autora de “El miedo: una historia cultural”, revela que el miedo, como un sentimiento colectivo e individual, varía con las épocas y los contextos históricos.

La  investigadora sostiene que el principal transmisor actual del miedo es el constituido por los medios de comunicación de masas, pero en todo caso se precisa de la credulidad de la sociedad para que el pánico estalle. Otro tema  estudiado por la autora  es el pánico colectivo desatado por la retransmisión de “La guerra de los mundos” por Orson Wells en 1938, cuando una ficción radiada sobre un ataque alienígeno a la tierra desató la alarma entre los estadounidenses. La escritora recuerda que el precedente de ese experimento –una emisión equivalente  de la BBC realizada por Ronald Knox en 1926, con idénticos resultados de miedo colectivo en el Reino Unido- fue olvidado, tal vez por un posterior sentimiento de vergüenza colectiva.

Bourke  asevera que el miedo es también un arma de denominación política y de control social, cuando se hace hincapié en la creación de falsos escenarios de inseguridad ciudadana. A lo largo de la historia ha habido todo tipo de movimientos sociales y culturales fundamentados en el miedo a algo. El miedo es también un arma,  empleada con frecuencia  en la guerra moderna  gracias al desarrollo de la aviación.

Miedo escénico.

Uno de las angustias más temibles en el marco de las relaciones personales, es el llamado miedo escénico, estado inhibitorio que reduce la efectividad comunicacional e impide el desarrollo de las capacidades expresivas  de los afectados.

Es habitual  entre personas  que tienen que actuar ante una audiencia aunque no pronuncien una palabra, músicos, bailarines, deportistas,  entre otros. Esta respuesta incluye manifestaciones de estrés, timidez y ansiedad, como preocupación, tensión corporal, inhibición, y otras formas de alteración de la normalidad en lo fisiológico, lo cognitivo y lo conductual.

Miedo en las artes

La novela  de terror aparece en la segunda mitad del siglo XVIII, de la tradición oral de antiguas leyendas, supersticiones y cuentos de miedo ampliamente desarrollada en las sociedades rurales de todas las culturas. A partir del siglo XIX constituye un género narrativo ampliamente cultivado por autores como Edward Alan Poe, Howard Lovecraft e incluso Gustavo Adolfo Bécquer.

Las mejores adaptaciones de Drácula, el clásico de Bram Stoker, al cine y la televisión - HobbyConsolas EntretenimientoLas películas de miedo han marcado toda una categoría en el Séptimo Arte, generando personajes específicos, basados en la literatura, para retratar el temor, como “Drácula”,  El  monstruo “Frankenstein”, “La momia”, “El Hombre lobo” y “el doctor Jekyll y míster Hyde”, entre otras, que han dejado  huellas en nuestro subconsciente y que siguen atrayendo a un público cada vez más numeroso.

La cultura occidental, especialmente la medieval con sus interpretaciones del Apocalipsis, ha elevado el miedo a categoría de arte. La pintura, especialmente la contemporánea, ha retratado las angustias del ser humano moderno. Un ejemplo, es la del pintor expresionista noruego, Edward Munch, en su emblemático cuadro El grito que se encuentra en Oslo, en la Galería Nacional de Noruega.

Miedo y religión

El miedo se encuentra inserto en los sistemas religiosos desde sus textos fundadores. Algunos investigadores como el filósofo argentino Maximiliano Korstanje, señalan que la religión no es por sí misma generadora de temores y angustias, pero sí lo es el discurso político al cual apelan para generar  adoctrinamiento. Dependiendo de las diferentes sociedades, los miedos comienzan a actuar como narrativas protectoras  que a la vez prohíben ciertas prácticas y fomentan otras.

En la Edad Media, por ejemplo, las brujas representaban una grave afrenta para el orden patriarcal vigente, no por lo que hicieran sino por el hecho que la mayoría de ellas mujeres viudas o solteras las cuales habían heredado una gran fortuna o vivían en extrema pobreza. Su condena social representaba una forma correctiva que el mismo sistema utilizaba para establecer la hegemonía en el orden económico patriarcal.

La religión cristiana hace mención al miedo en su primer libro. En concreto, el miedo se convierte en atributo humano por causa del pecado original.  “Y llamó Dios al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás?  Y él le respondió: “Oí tú  voz en el huerto,  y tuve miedo, porque estaba desnudo”.  (Génesis).

Las religiones monoteístas evidencian un tipo de miedo religioso: el temor a Dios. Y cada una, el judaísmo, el cristianismo y  el Islam, han desarrollado su  particular teología al respecto. Paradójicamente, las creencias nacen del miedo.

Ciertos cultos recurren a adoctrinar en el periodo de aprendizaje infantil con amenazar de sufrimiento infinito y eterno si no se cree en sus postulados y si no se cumplen sus normas. Otras, como el budismo se fundamentan directamente en la necesidad de evitar el dolor y el sufrimiento, y por tanto, de manera indirecta tienen una especial relación con el miedo.

¿Es paradójico en realidad que las creencias nazcan del miedo, o podría decirse que es natural? ¿No son las creencias una manera de “salvarnos” del temor, o de encontrar una tabla a la que podemos aferrarnos en busca de protección, aunque sea una protección “virtual”…? ¿No es la fe una manera de ponernos en manos de algo “superior” a nosotros mismos, al miedo y a aquello que nos lo produce?

Bibliografía consultada…

– J. M. Zainqui. Diccionario razonado  de sinónimos. 1977Cuáles son los aportes del Post-modernismo a la Comunicación? – Post-modernidad y "El Mito de las Ciencias"

-Diccionario de la lengua española. Real Academia Española. 2001

-J.A. Marina y M.L. Penas. Diccionario de los sentimientos. 1999

-Maximiliano  Korstanje. El miedo político en Robín y Foucault. 2010

– Burrhus  Skinner.  Teoría del aprendizaje.

-La Biblia. Ediciones Paulinas. 1974.

-Wikipedia, la enciclopedia libre.

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