Quién es el Comandante Salvador

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Apablaza se encuentra detenido desde el 29 de noviembre de 2004 en una cárcel de Buenos Aires, por pedido del Estado chileno. Por si fuera poco, el gobierno de la Concertación ha contratado para ser representado en el juicio donde pretende obtener su extradición, a uno de los más prestigiosos bufetes de abogados argentinos, los profesionales Genet y Munruba, y les cancela los sustanciosos honorarios con los impuestos que pagamos todos los chilenos.

En principio, el juicio se iniciaría el 7 de abril, entonces se decidirá el estatuto legal de Sergio Apablaza, quien afirma:

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“Esto es como renacer. Ya me inscribí como ciudadano chileno con mi propia identidad en trámite consular. Siento que también mis hijos van a volver a nacer, porque su partida de nacimiento tiene que ser anulada y serán reinscritos como niños argentinos. También con Paula volveremos a casarnos. Esto en términos legales. Desde el punto d evista d ela realidad, tendremos que ir redefiniendo nuestras vida en términos laborales, familiares, políticos, sociales”.

Cuando el ministro vocero del gobierno de Lagos afirma a propósito de la acusación de “la UDI de “doble estándar” para Paul Schaefer y Apablaza: «Creo que es una critica injusta porque desde el momento que se detuvo a Apablaza el Gobierno colocó toda su energía para obtener su expulsión, pero en estos casos hay dos opciones, la expulsión, que es lo que hemos logrado con Schaefer o recurrir a la solicitud de extradición, que está en curso en el caso de Apablaza», resulta inaudito que aplique a ambos el mismo rasero.

Y no le basta esa aseveración, pues insiste: el Gobierno «no discrimina entre prófugos de A o prófugos de Z», agregando que «las personas que deben y tienen que responder ante los tribunales chilenos lo harán». Asimismo, señaló que esperan que el proceso de extradición contra Apablaza tenga gran éxito. «Al Gobierno de Chile le interesa que, asÍ como Schaefer tendrá que enfrentar a los tribunales chilenos, Apablaza también lo haga». Esto revela que para el actual gobierno es igual un combatiente contra Pinochet y la dictadura de Somoza que un nazi torturador de patriotas chilenos y pedófilo capaz de ensañarse con docenas de niños desvalidos.

Desde el 29 de noviembre de 2004, Sergio Apablaza se halla detenido a disposición del juez federal Claudio Bonadío, en virtud de un pedido de arresto provisional remitido por INTERPOL Chile. Está alojado en la Brigada Antiterrorista de la Policía Federal Argentina, en Buenos Aires, en una celda subterránea de donde lo sacan día por medio al aire libre en las tardes. Iluminan las paredes, las fotos y dibujos de sus hijos.

Su abogado Rodolfo Yanzón, de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, ha solicitado se le reconozca la condición de refugiado, en los términos de la Convención de 1951, el Protocolo de 1967 sobre Estatuto de los Refugiados y el Manual de Procedimientos y Criterios para determinar la condición de refugiado de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

Lo increíble es que el gobierno de la concertación no tiene ninguna base ni cargo para acusar a Apablaza, conocido como el “Comandante Salvador”, que durante la guerra de liberación en Nicaragua, encabezó el contingente de jóvenes combatientes contra la tiranía de Somoza. Tampoco tiene el menor fundamento para mantener a más de mil chilenos obligados a seguir viviendo en la clandestidad, en la cesantía permanente y más encima con procesos pendientes por haber luchado contra la dictadura de Pinochet, como si existiera una voluntad de mantener la impunidad y de seguir persiguiendo a los opositores a la dictadura.

Se reivindican sentencias sin pruebas ni elementos para condenar a ciudadanos sólo por haber pertenecido al Frente Patriótico Manuel Rodríguez. Se los condena a la desmemoria de un tiempo infame y se olvidan las persecuciones callejeras, los baleos a los pasajeros de un autobús, las ratoneras mortales filmadas por la televisión y otras vesanias cometidas en tiempo d ela concertación contra patriotas que lucharon contra la dictadura.

En 1987 cuando el Frente Patriótico Manuel Rodríguez, organización de resistencia contra la dictadura de Augusto Pinochet, impulsaba audaces iniciativas para combatir a la dictadura, Apablaza fue autorizado a regresar, a pesar de que era buscado por las fuerzas de seguridad y militares. Prosiguió en la clandestinidad hasta que salió del país y finalmente se radicó en Argentina donde fundó una familia cuyos tres hijos son de esa nacionalidad.

La memoria permanece

A juicio de Sergio Apablaza, a estas alturas no se puede hablar de Frente Patriótico Manuel Rodríguez, es así como afirma:

“Aunque existió y jugó un papel importante en la lucha del pueblo de Chile contra la dictadura de Pinochet contribuyendo a acelerar las protestas populares que concitaron el apoyo mundial y a terminar con la tiranía, hoy no tiene vigencia. Lo que hoy corresponde es el rescate histórico del Frente Patriótico Manuel Rodríguez; en vano se trata de escamotear lo vivido. En definitiva, la política de rebelión popular y los llamados a la desobediencia civil, no eran llamados al aire. El cambio que se produjo en Chile, pretende ignorar y excluir a todos aquellos que cumplieron un rol frontal, directo, contra la dictadura. Empero, sigue teniendo vigencia el rodriguismo como actitud y expresión de la lucha popular.

“Como nunca es actual el pensamiento del patriota Manuel Rodríguez y unido a los planteamientos marxistas, puede impulsar los principios de defensa de la soberanía, equidad, justicia, libertad. Imposible descuidar una realidad donde el rigor del modelo ha significado un cambio grandioso en la lucha socioeconómica”.

Ese martes 14 de mayo de 1974 a las ocho de la mañana, en presencia de numerosos estudiantes, Apablaza fue detenido dentro del recinto universitario del Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, donde se hallaba cursando el último año de la carrera de Química. Era presidente del centro de alumnos y dirigente de las Juventudes Comunistas de Chile; lo arrestaron de manera violenta y sin mediar ningún tipo de razón e identificación, por agentes del estado pertenecientes a la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA). Lo llevaron vendado a un sitio donde, de inmediato, determinó con exactitud que se encontraba en la llamada “casa del terror, de las sillas, de la música o las campanas” (por la cercanía de la iglesia de San Francisco). Este centro de tortura operaba en la calle Londres 38.

Durante dos semanas estuvo en calidad de detenido-desaparecido.

Luego, con las huellas frescas de la tortura fue trasladado al Estadio Chile, bajo el mando del coronel Conrado Benítez. De ahí, fue trasladado a la Cárcel Pública de Santiago, donde me iniciaron un proceso en la Fiscalía Militar de Santiago a cargo del fiscal Joaquín Elbaurn. Sobreseído, pero detenido por ley de Seguridad Interior del Estado, lo trasladaron a la ex Penitenciaría de Santiago. Luego lo llevaron a Tres Álamos. Desde ese lugar fue trasladado al campo de prisioneros de Melinka, ubicado en la localidad de Puchuncaví, campo de concentración de detenidos bajo el mando de la Infantería de Marina, y que respondía exactamente a la estructura de los campos nazis: doble alambrado, casetas de vigilancia en altura, reflectores móviles y sirenas, según él mismo dice:

“El personal rotaba semanalmente y sólo un sargento de apellido Núñez era permanente. Se nos obligaba a diario en las formaciones a cantar himnos militares como la famosa “Lili Marlen”, el himno de la infantería de marina, “barquito de papel” y otros. Varias veces ocurrió que, cuando a un comandante de campo se le ocurría que no salía bien la canción, nos obligaban a horas de ensayo las que, generalmente terminaban en un «picadero» de castigo”.

Cuando se negó a firmar un documento, en el que quedaba expresamente determinado de que “desea salir de manera voluntaria del país” por demanda de personal de los servicios de inteligencia, fue llevado a Cuatro Álamos, centro de detención y torturas, ubicado en la comuna de San Miguel en Santiago, contiguo a Tres Álamos.

Allí quedó en el sector de libre plática, lo volvieron a fichar y le prepararon un pasaporte marcado con la letra “L”, con validez solo para salir del país.

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El 5 de septiembre, fue expulsado del país: entre las 18 y 19 horas lo subieron a él y a otros presos a un autobús y los condujeron al aeropuerto. Directamente desde el bus los hicieron subir al avión y de ahí, rumbo a Panamá. El gobierno del general Omar Torrijos había aceptado recibir a este contingente de ciento veinticinco chilenos.

La expulsión de país le destrozó la vida arrancándolo para siempre de la carrera que estaba por terminar, separándolo de su familia al punto que no pudo asistir a los funmerales de su padre y pasó más de treinta años sin ver a su madre. En diciembre de ese año viajó con destino a Cuba. Allí fui intervenido quirúrgicamente y le extirparon un testículo, destruido por los golpes y descargas eléctricas recibidas durante las torturas.

En 1979 comandó el contingente internacionalista de jóvenes latinoamericanos que ayudó a liberar a Nicaragua de la tiranía de Anastasio Somoza. Después del triunfo del Frente Sandinista, ingresó clandestinamente a Chile a fines de julio de 1984 y se incorporó de lleno a la lucha contra la dictadura.

A Sergio Apablaza también se le ha negado el derecho a declarar ante la Comisión de Tortura. Se lo acusa de ser el autor intelectual de la muerte del senador Jaime Guzmán y del secuestro de Cristian Edwards, aunque no existe la menor evidencia en su contra ni ha sido jamás inculpado por condenados en juicios anteriores. Más aún: en esta causa, recién es declarado reo cuando lo detienen en Argentina.

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* Periodista y escritora. Artículo publicado en el portal Socialist Worker.

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