Quintero-Puchuncavi: Y ¿dónde está el presidente Piñera?

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A fines de Agosto comenzó una serie de intoxicaciones masivas que han afectado a más de 500 personas en la localidad costera de Quintero-Puchincaví, a poco más de 150 kilómetros de Santiago. Conocida como una de las Zonas de Sacrifico de Chile, se ubican allí unas 15 industrias, entre ellas termoeléctricas a carbón, una fundición de cobre, puertos mineros y estanques de hidrocarburos.

La crisis ambiental de la zona adonde se implementara, a inicios de la década de los 90s, el primer plan de descontaminación del país, ha desnudado la insuficiencia de la institucionalidad ambiental de Chile y está movilizando a vastos sectores de la ciuadanía, organizaciones gremiales, instancias políticas y judiciales, en un caso que seguramente sentará importantes precedentes.

No pareciera posible que la cosa pudiese estar peor en la Bahía de Quintero. Contaminación eterna -sí, ¡llevan casi 50 años!-, ineficiencia del Estado -todavía no se sabe a ciencia cierta qué exactamente provocó la intoxicación de más de 500 personas a fines de agosto, principios de septiembre y falta de voluntad política -todavía no se paralizan las industrias contaminantes.

Pero sí, la cosa podría estar peor: podría haber sido que sólo ellos/as su hubiesen dado por enterados. El sacrificio feroz y cotidiano de los habitantes de Quintero-Puchuncaví está hoy en ojos de todos. Han quedado al desnudo las severas limitaciones de nuestra institucionalidad ambiental (que de paso habría que recordar que este gobierno, así como el anterior, llevan tiempo intentando debilitar aún más, con la acostumbrada justificación de estimular las inversiones).

Pero ciertamente no tenemos por qué limitarnos a observar la dramática crisis ambiental, de salud, y porque no decirlo, de gobernabilidad que evidencia la catástrofe ambiental de Quintero-Puchuncaví. Esto ciertamente no asegura una solución adecuada y a largo plazo.

Una cantidad importante de nuevos actores se han movilizado y tejen alianzas y se preparan para futuras movilizaciones. Desde grupos de la comunidad como el Cabildo de Quintero-Puchuncaví, las Mujeres de Zonas de Sacrificio en Resistencia y los estudiantes que mantienen siete liceos tomados, a importantes organizaciones gremiales como el Colego Médico local y nacional e instancias electas como el Gobierno Regional, las Comisiones de Medio Ambiente tanto de la Cámara como del Senado y la Comisión Investigadora que acaba de comenzar a sesionar.

Incluso dos de las más importantes instancias de defensa de los derechos humanos de los chilenos y chilenas, ambas instituciones del Estado, pero independientes del gobierno, han intervenido y presentado acciones en defensa de las comunidades afectadas por los últimos episodios de intoxicacion masiva que comenzaran a fines de Agosto: se trata del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) y la Defensoría de los Derechos de la Niñez, flamante nueva entidad que comenzara a funcionar sólo en Junio de este año.

Pero hay un potencial actor que pareciera estar ausente: el gobierno chileno, que tiene en esta crisis, como está de moda decirlo, una gran oportunidad: con suficiente voluntad, y con una visión política que trascendiera el corto plazo, el ejecutivo podría utilizar al máximo algunas de las herramientas de que dispone.

El Presidente y sus equipos tienen hoy las herramientas para por lo menos comenzar a hacer lo único posible de hacer hoy en Quintero-Puchuncaví: Parar, Limpiar y Sanar. Es menester, y lo ha dicho con todas sus palabras el Colegio Médico, parar las empresas hasta asegurarse que operen sin dañar la salud de las comunidades circundantes. ¿Como es que posible que se haya, en dos ocasiones, suspendido las alertas sanitarias amarillas, y hayan continuado los casos de intoxicación?

Debemos también limpiar a niveles aceptables no sólo el aire, sino que el suelo y las aguas de la Bahía y de las napas subterráneas, todo, fuertemente contaminado. Situación no imaginada por la subjetividad de quien esto escribe, sino que comprobada por -ojo- estudios del propio gobierno: de los últimos tres para ser más exactos. Comenzando por los de la primera administración de Piñera.

Aparte de parar y limpiar, debemos también finalmente -aunque no de menor importancia por cierto- sanar: someter a exámenes exhaustivos y adecuado tratamiento a los habitantes de la zona, comenzando por los más vulnerables, es decir embarazadas, niños y ancianos. Detectar sus niveles de intoxicación con los diversos metales pesados presentes en la zona y tratándolos como corresponde, lo que para muchos significará quizás ser relocalizados, aunque fuese temporalmente. El mísmisimo Colegio Médico de Chile también lo ha pedido públicamente.

El Presidente Piñera debiese saberlo. Después de todo fue en su primera administración (2010-2014) de este Presidente que su Seremía de Salud detectó contaminación con metales pesados en los 15 colegios de Puchuncaví y ordenó que se limpiaran los establecimientos y se hiciera un exhasutivo seguimiento a los alumnos. Nunca se implementaron las recomendaciones (tampoco lo hizo el posterior gobierno de Bachelet, habría que decirlo, y sólo se comenzó a hacer algo -todavía muy poco- recién el año pasado, luego de que lo ordenara la contraloría regional, tras un reclamo de la comunidad.

Nadie está planteando que haya que cerrar para siempre todas la más de una docena de industrias de la zona, entre ellas algunas de indudable valor estratégico y económico, que de menor valor nos parece que la vida de las personas que habitan el área. Se trata de que el gobierno utilize algunas de las figuras legales actuales, lease emergencia sanitaria o zona de catástrofe, u ambas, para actuar con la urgencia que la situación amerita. Luego se verá de que manera las empresas que pueden operar con adecuados estandares puedan seguir haciéndolo. No basta con ingresar a contraloría una propuesta de emergencia sanitaria preventiva, como si no existiesen ya algunas herramientas que pueden servir a tal propósito. Parar significa también no autorizar más industrias en la zona, como el nuevo puerto de Oxiquim, que está en los últimos trámites de su autorización, pero que todavía se podría revertir, como lo pidiese además expresamente el Gobierno Regional en sus últimas sesiones

Lo de limpiar tampoco será fácil, ya que lamentablemente no es exagerado decir que está prácticamente todo contaminado, no sólo el aire, sino que los suelos y el agua. Lo dicen no uno, sino varios estudios financiados por los últimos tres gobiernos, comenzando por la primera administración del actual mandatario. Y eso que todavía no se da a conocer el último estudio de Infop sobre la contaminación de la bahía y su fauna asociada. “Aterrador” fue la palabra utilizada por un funcionario que tuvo acceso al estudio que pronto habrá de conocerse. ¡
¿Le habrán informado al Presidente que el miércoles 19 de septiembre hubo un nuevo varamiento de carbón en las playas de Ventanas? Limpiar no será fácil ni barato por cierto, pero a la larga más costoso será con cada día más que se postergue la decisión. Mayores serán también los costos políticos para la administración.

Hay otras tareas por cierto: tendremos que elevar las normas de calidad y de emisión y adoptar las muchas que todavía no tenemos, como la de suelos por ejemplo. Y tener normas del más alto nivel mundial. No nos merecemos menos, supongo.

¡Paremos las industrias que sea necesario y comenzemos a limpiar y a sanar de una vez por todas!

Nada justifica que permitamos que se siga contaminando y sacrificando comunidades de esa manera. Y lo digo en plural. Quizás no haya un momento más adecuado para ejercer un verdadero liderazgo y probar que el Presidente defiende no sólo los intereses de las grandes empresas, sino también aquellos de los niños y niñas que hacen años sufren impunemente los recuerrentes eventos de intoxicación. ¿Será demasiado ingenuo pensar que pueda ser así?

Entendemos que haya tenido en el pasado una larga trayectoria como empresario. Pero ¿no se supone que ahora ejerce como Presidente?

 

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