Re jura de Mr. Bush: frías las calles del continente
Los estudios internacionales sobre América Latina sorprenden, suelen ser confusos; el último asusta. Fue realizado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y establece que un 44 por ciento de la poblacion del subcontinente vive en asentamientos precarios, marginales -villas miseria las llaman en algún país, pueblos jóvenes en otro, poblaciones callampas en alguno, o cerros (para diferenciarlos de las colinas, que es donde habita la gente decente, blanca, etc…)-.
El estudio de Joan Mac Donald señala que tres de cada cuatro latinoamericanos viven en áreas urbanas: estamos más urbanizados que los europeos. De otra manera, claro está y además se desprende la tendencia al fuerte crecimiento poblacional en los centros urbanos donde ya existe una acentuada pobreza; en los próximos 15 años, por ejemplo, en los países más pobres -Bolivia, Guatemala, Haití, Honduras y Paraguay- este aumento será por lo menos de un tres por ciento anual.
Y remacha: «En las urbes metropolitanas ha ocurrido una consolidación material de la informalidad». Jerga sociológica-económicista para decir que los pobres viven al acaso, sin ningún resguardo de tipo jurídico; tanto sin trabajo estable como simplemente afincados en terrenos que no les pertenecen.
Un 44 por ciento. Casi la mitad de los latinoamericanos -señala el documento sobre pobreza y precariedad del hábitat en América Latina- carecen de servicios públicos mínimos, como agua potable, recolección de basura, alumbrado público transporte, vigilancia policial, escuelas, centros de salud… Esto es como la punta del ice-berg, porque algo más de las tres cuartas partes de las viviendas en los sectores pobres fueron mal construidas, levantadas con materiales de baja calidad y carecen de los servicios urbanos básicos.
Víctimas privilegiadas: mujeres y niños
La precariedad tiene nombre de mujer y hambre de niños que no han comido. Son mayoría los hogares en los que la hembra de la especie juega el doble rol de proveedora y jefa de hogar. Pero la CEPAL indica aun otro factor difícil de adjetivar: no es el trabajo informal la causa necesaria de la miseria; en muchos hogares en los que el aportante tiene un empleo «en blanco», no alcanzan a cubrirse las necesidades mínimas.
La situación -que puede calificarse de desesperada en las ciudades principales América Latina- resulta indescriptible en los pueblos del interior de los países. No lo indica el informe de la CEPAL, pero ello probablemente se deba a que son demasiados pocos los votantes para que los demócratas en el gobierno o pugnando por trepar hacia él envíen la humillante «ayuda» de una caja de alimentos vencidos al mes.
«El gran desafío es proveer de adecuado saneamiento a cerca de la mitad de los hogares pobres que habitan centros urbanos». En las áreas metropolitanas las condiciones de vida son menos agudas, pero sus habitantes son menos favorecidos en el acceso a la tenencia segura de sus viviendas.
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El Informe, del 18 de enero de 2005 estará pronto disponible para su consulta.
Fuente: Singularidad de pobreza y precariedad habitacional en las ciudades de América Latina.