Revista Science: Consecuencias dramáticas de las políticas de Macri sobre la ciencia y el país
“Científicos de laboratorios de toda Argentina ayer permanecieron en sus casas, sumándose así a una huelga nacional contra la última tanda de medidas de austeridad tomadas por el gobierno”, señaló la revista Science en una nota que releva el tremendo impacto del ajuste en el Conicet y los institutos de investigación.
El artículo da cuenta de los recortes en todos los aspectos del sistema científico argentino: la reducción del ingreso de nuevos investigadores, el achicamiento de los salarios, la cancelación de presupuestos para congresos —lo que incluye, por ejemplo, hasta los viáticos para que las autoridades participantes puedan llegar al encuentro—, la imposibilidad de renovar insumos básicos en laboratorios y hasta el pase a retiro de vehículos porque, sencillamente, no están contemplados recursos para mandarlos a arreglar. Por todo eso, recuerda Science, en 21 días los científicos se movilizarán en torno a un “Cabildo Abierto” nacional.
“Desde que llegó al poder en 2015, la administración del presidente Mauricio Macri recortó los esfuerzos de sus predecesores para hacer que crezca la comunidad científica. En el último impulso, el Conicet, anunció el 5 de abril que este año tiene solamente 450 puestos de nuevos investigadores para los 2600 aspirantes, lo que deja una cantidad récord de investigadores formados sin trabajo. El gobierno anterior había proyectado que estarían disponibles alrededor de 1400 nuevos puestos”, repasa el artículo firmado por Lindzi Wessel.
El texto detalla también que esos pocos que lograron ingresar al sistema tendrán salarios que a duras penas llegarán a cubrir la mitad de lo que cobraban sus colegas en 2015, porque los salarios no son incrementados de manera que le ganen a la inflación.
El artículo de Science da cuenta de otro ejemplo concreto de cómo se busca destruir a la ciencia argentina: el 12 de abril, releva, 140 directores de institutos del Conicet debieron pagar de su propio bolsillo los pasajes para una reunión de urgencia en Córdoba, “en algunos casos a pesar de las llamadas de autoridades de Conicet que desalentaban la participación, de acuerdo con dos participantes que pidieron permanecer en el anonimato”.
Otro de los participantes, el antropólogo Rolando González-José, uno de los responsables del Centro Científico Tecnológico de la Patagonia (Cenpat) contó a la revista que, sin embargo, la concurrencia fue importante: “la cantidad de directores que hubo fue una evidencia importante de la crisis que estamos enfrentando”. De esa reunión, resultó un Manifiesto de directoras y directores de centros e institutos del Conicet, pero “el grupo todavía espera una respuesta del gobierno”.
Los detalles del nuevo acuerdo con el Fondo Monetario, indica la revista, tienen un impacto “dramático” en la ciencia. “La inversión en investigación y desarrollo fue solamente del 0,26 por ciento del producto bruto interno en 2018, en lugar del 0,53 por ciento que había tenido tres años antes. Muchos institutos Conicet cortaron en necesidades tan básicas como servicios de limpieza y seguridad, además de en operaciones de investigación.
El Instituto de Investigaciones Fisicoquímicas Teóricas y Aplicadas de La Plata, por ejemplo, ya no puede proveer a sus laboratorios de recursos críticos como nitrógeno líquido y tanques de oxígeno. En CENPAT, las camionetas de investigación en campo que tengan problemas mecánicos deben sencillamente ser retiradas del servicio; no hay dinero para mantenimiento. (…) ‘Pensás cien veces antes de empezar un experimento y rezás para que no falle’, dice Juan Pablo Jaworski, un virólogo del Conicet, del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria”.
La fuga de cerebros entre los jóvenes investigadores se acelera, dijo a la revista el titular del Instituto de Fisiología, Biología Molecular y Neurociencias, Alberto Kornblihtt. El investigador “recientemente vio que dos investigadores principales jóvenes dejaron su instituto para encontrar laboratorios afuera, luego de un año de luchar y no ver posibilidad de mejora. ‘No podemos simplemente decir no tienen lugar en este país, Andate afuera’, dice. ‘Debemos detener la fuga de cerebros y mantener el sistema vivo’”.
Las protestas del sector continuarán, advierte el artículo, porque los directores de institutos están planeando actividades para el 22 de mayo, cuando se realizará un “cabildo abierto, una forma de protesta estructurada alrededor del debate público”. El antropólogo González-José señaló que, a pesar de la resistencia, no es optimista: “la resistencia se está volviendo más fuerte porque los problemas están empeorando”.
Los resultados de la última convocatoria a ingresos al Conicet alarmaron a la comunidad científica: tan solo el 17,7 por ciento de los postulantes lograron acceder a la Carrera del Investigador Científico (CIC) lo cual implica que dos mil doctores se quedaron afuera del sistema luego de haber sido formados durante más de diez años por instituciones públicas argentinas de calidad.
El Plan Argentina Innovadora 2020, presentado en 2013 (durante el gobierno anterior) preveía un crecimiento anual del 10 por ciento de los ingresos de científicos al Conicet, con el objetivo de que Argentina pudiera acercarse a los estándares internacionales (respecto de la cantidad de científicos por habitante). Así, para 2019 tan solo entraron 450 personas cuando deberían haberlo hecho 1.366. En paralelo, a este fenómeno se sumó otra variable más: durante el último tiempo el Estado estimuló la formación de estudiantes en posgrados a partir de la creación de becas. Desde 2012 hasta la actualidad 8.461 culminaron su doctorado; quienes, como puede advertirse, hoy no tienen espacio.
El Estado, que invirtió durante muchos años para formar cuadros intelectuales de excelencia en las más diversas disciplinas, a partir de la gestión de Mauricio Macri en el Ejecutivo, bloquea las salidas y les da la espalda. Como golpe de efecto, se produce la merma de repatriaciones (los científicos del exterior ya no quieren regresar) y se incentiva la fuga de cerebros (pues, muchos de los que están, ante la falta de posibilidades, también planean emigrar).
Los investigadores no tienen fondos para trabajar, no hay recursos para equipos, computadoras ni libros, señala Jorge Aliaga, ex decano de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, quien agrega que “Los que tienen trabajo poseen sueldos muy deprimidos y cada vez más jóvenes se quedan afuera. De repente, a los becarios se les cierran todas las ventanillas que estaban abiertas y en paralelo se reducen a la mitad los ingresos al Conicet. Se forma un embudo, un cuello de botella que se transforma en una tormenta perfecta”, completa.
Nos vamos al exterior con un dolor en el alma porque queremos trabajar en Argentina, pero no es posible. Sin embargo, no solo se alienta el exilio a otros países sino también se produce lo que llamamos exilio interno: los científicos se terminan dedicando a otras tareas que no guardan ninguna relación con aquellas para las cuales se prepararon. Algo similar a lo que sucedía en otra época nefasta, el 2001”, afirma Miguel Leone, delegado de la Red Federal de Afectados por el ajuste sobre el Conicet.
El ministro «Lino Barañao es un cínico. No puede decir que no sabe cuál es el porcentaje del PBI destinado a ciencia y técnica. El porcentaje es del 0,256 por ciento, lo sabemos con una precisión de tres decimales. No puede decir nunca que lo desconoce. En 2015 estábamos en 0,35 por ciento y era bajo, pero ahora estamos peor”, describe Kornblihtt, doctor en Ciencias Químicas por la Universidad de Buenos Aires e investigador superior del Conicet.