Rodríguez Zapatero: Crónica de una dimisión

Marcos Roitman Rosenmann*
Pocos militantes socialistas creían en la continuidad de José Luis Rodríguez Zapatero como cabeza de lista, por su partido, en las próximas elecciones legislativas de 2012. Las causas para mostrarse pesimista o realista, según lo veamos, se fundamentan en la pérdida de carisma frente a la ciudadanía.

Seguramente y más allá de interpretaciones sicoanalíticas, la decisión de no presentarse como número uno del PSOE hunde sus raíces en la manera de gestionar la crisis y ser el blanco de todas las críticas.

La falta de coherencia entre lo dicho y lo hecho le han restado apoyo, no sólo entre sus correligionarios, sino en esa franja de población que lo apoyó en 2004, sobre todo aquellos jóvenes que le pidieron, frente a la sede de su partido, el 14 de marzo de 2004 , que "no los defraudara". En otras palabras, que cumpliera con el programa. Eran otros tiempos. El PSOE salía del agujero negro al cual lo había llevado Felipe González. Corrupción, abusos de poder, torturas, asesinatos políticos, (GAL), tráfico de influencias, etcétera. Rodríguez Zapatero era otra generación. Se presentaba como la esperanza en medio de los atentados de Atocha del 11 de marzo y las manifestaciones multitudinarias de "no a la guerra".

El Partido Popular con Aznar a la cabeza se hundirían sin remisión. Por primera vez, en la historia reciente de España, un candidato proveniente de la oposición ganaba unas elecciones sin haber sufrido derrota alguna. Así se cuajo el triunfo de Rodríguez Zapatero. Sin embargo, los días felices duraron poco. La crisis lo permeó todo. Su manera de enfrentarla, negando su existencia y luego teniendo que admitir su error, fue el comienzo del fin. Su apoyo a la gran banca, a los empresarios se acompañó de una reforma laboral y de pensiones reaccionaria, que supuso la convocatoria de una huelga general. Asimismo, continuó con las acciones tendientes a la externalización de los servicios sanitarios, pasando a empresas privadas la gestión de la salud pública.

Y por último, los 4 millones de desempleados le han mermado sus apoyos en la franja electoral que se aglutina en torno a la izquierda capitalista. Sus activos se han devaluado y no cotizan en bolsa. De esta manera, el PSOE no puede enfrentar, con ciertas posibilidades de éxito, los dos procesos electorales que tienen lugar en el plazo de un año. Uno, en este mayo, donde los electores votarán a los alcaldes y concejales de los ayuntamientos y los presidentes autonómicos, y otro, en 2012, donde se elegirá presidente de gobierno.

Es cierto que no todo son sombras. Durante su mandato se han, y no podía ser de otra manera, aprobado leyes de igualdad de género, los matrimonios homosexuales, la ampliación de la ley de aborto, la asignatura de educación para la ciudadanía. Sin menospreciar la ley de dependencia para incapacitados o de memoria histórica, por mencionar las más destacadas.

Su implementación le ha traído los reproches de la derecha cavernícola del Partido Popular y la Iglesia. Pero en el otro lado de la balanza hay que agregar su negativa a legalizar la nueva formación de la izquierda abertzale Sortu, impedida, al día de hoy, para presentarse en las próximas elecciones, tanto como la no modificación de la ley electoral que beneficia a las mayorías.

Dentro de este panorama, en las últimas encuestas realizadas por el Centro de Investigaciones Sociológicas, organismo público dependiente de Presidencia de Gobierno, para medir la aprobación de la gestión y liderazgo político de los principales dirigentes del país, Rodríguez Zapatero obtuvo un suspenso. Su nota fue la más baja que ha obtenido en estos años, 3.7. El único político del PSOE al cual las encuestan le dan un aprobado resultó ser Pérez Rubalcaba, con 5.5. Lo curioso es que en la otra orilla, el futuro candidato del Partido Popular, Mariano Rajoy, tampoco aprobaba. Su nota era todavía inferior, obtenía 3.3.

Hoy, tras la renuncia de José Luis Rodríguez Zapatero, algunos de sus ministros y miembros de la ejecutiva se marcharon llorando, tristes y cabizbajos. No articulaban palabra. Todo un detalle de solidaridad con su secretario general. Aunque ahora respiran tranquilos. En sus filas se abre una nueva etapa.

La convocatoria de primarias. Proceso que si llega a producirse, si hay varios candidatos, se presentará como un éxito de la democracia interna al tiempo que se reforzará la figura del ganador. Sin embargo, las posibilidades de vencer al Partido Popular son más bien escasas. La crisis acabara pasándole factura en forma de votos. Por lo tanto, los militantes del PSOE deberán pensar a corto o largo plazo. Un candidato de circunstancias o un líder que les acompañe en la peregrinación por el desierto de la oposición. José Luis Rodríguez Zapatero, descanse en paz.

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