Rusia-China y la necesidad de engendrar una OTAN paralela
Conforme el bloque Occidental retrocede económicamente frente al avance Oriental, el bloque Occidental no ha tenido más opción que ver aumentada su influencia político-militar en los alrededores de grandes potencias como Rusia y China para, de algún modo, frenar el avance del bloque Oriental. De esta manera, como si se tratara de un tablero de ajedrez, el bloque Occidental ha tomado progresivamente el control del centro del tablero para que sus contrincantes tengan menos posibilidades de maniobra.
La denominada “Primavera Árabe”, verdadero instrumento de ingeniería geopolítica llevado a cabo en Oriente Medio y el Magreb, puede ser la manifestación o respuesta más representativa y significativa del declive económico occidental, después de las invasiones militares a Afganistán e Irak, para buscar hacer frente a la creciente influencia oriental que ésta estaba desarrollando en áreas de disminuida influencia occidental; quedando al margen, curiosamente, aquellas áreas que comparten fuertes intereses con el bloque Occidental, relacionado con las fuentes de energía o, bien, llámese ExxonMobil o grandes compañías occidentales que han tenido una significativa presencia económica.
El objetivo principal para Occidente, queramos o no, es frenar el avance de China y para ello Occidente tendrá que debilitar a su principal aliado: Rusia (el asunto Siria y Ucrania han apuntado claramente en esa dirección).
No es ninguna casualidad que la zona de influencia de la OTAN en los últimos años (finales del siglo XX e inicios del siglo XXI) se haya extendido progresivamente a zonas muy colindantes a Rusia, saliendo de su cause original para la cual fue creada (1949).
China y Rusia, por tanto, están en la obligación de hacer frente a toda esta ingeniería geopolítica que las fuerzas de Occidente están llevando a cabo, liderados por EEUU en conjunto con la obediente UE para hacerse del control absoluto del principal alimento de toda gran potencia: las fuentes de Energía. De no hacer frente ya, sus correspondientes proyecciones económicas a futuro se podrían ver muy perjudicados. Es cosa de ver algunos ejemplos como el retroceso en el cual han dejado caer a Irak o Libia; y el freno económico desplegado sobre Siria o el intento sobre Irán.
La razón por la cual no retroceden o frenan directamente a China o Rusia no es más que por los fuertes intereses económicos existentes entre Rusia y Europa en cuanto a la energía; y el fuerte intercambio comercial existente entre China y EEUU-UE.
Y una señal contundente y lógica para buscar hacer frente a toda esa ingeniería geopolítica occidental sería la creación de un órgano o estructura de características similares a la OTAN para resguardar los intereses del bloque Oriental y frenar, al mismo tiempo, los avances político-militar que está teniendo hoy EEUU y la UE sobre sus áreas de competencia.
China y Rusia están llamados a proceder en dicha senda si lo que desean es ampliarse tanto económicamente o seguir satisfaciendo su creciente apetito por la energía. Lo mismo para el caso con los países con gran movilidad económica (países “emergentes”) que se puedan ver frenados u obstaculizados por el bloque Occidental (ya sea agresiones militares o bloqueos económicos).
La actuación en bloque podría tener un mayor impacto a lo que podría ser la actuación aislada de una sola potencia. China y Rusia necesitan dar más seguridad a sus proyecciones y para eso deberán golpear la mesa con más ímpetu en conjunto con sus aliados. Mal que mal estamos hablando de bloques capitalistas que por su naturaleza ambicionan posiciones de privilegio dentro del escenario económico. Por tanto, no estaría muy lejos de la realidad tener respuestas en bloque a todo lo que afecte a sus intereses como bloque.
La aparición de la denominada “primavera árabe” en el Oriente Medio y el Magreb, no es por otra cosa que por estar muy debilitadas sus propias estructuras regionales y sus niveles de integración. La Liga Árabe, por ejemplo, hoy se ha transformado es una marioneta al servicio de los intereses de los EEUU y la UE, muy lejos de lo que antes representaba y para la cual fue creada. Por lo tanto, es más fácil intervenir para Occidente en áreas donde carecen de cohesión y de estructuras fuertes y con carácter.
El bloque Oriental debería actuar más en bloque de la misma forma con la cual está acostumbrado su contraparte; debería, además, apropiarse indirectamente de los dos grandes caballos de batalla que tiene Occidente para legitimar su actuar: la utilización del concepto “comunidad internacional” (hoy EEUU y UE) y aumentar la penetración de medios de información Orientales en Occidente.
Oriente está en el deber de empujar a Occidente a aceptar su declive económico frente al propio ascenso aún en progreso.
¿Hasta qué punto el bloque Oriental deberá aceptar los avances político-militar del bloque Occidental inmiscuyéndose en su propia órbita? ¿Cuál sería la reacción natural de EEUU si el bloque Oriental el día de mañana instalara bases de “defensa” en territorio latinoamericano cercanos a la frontera con EEUU? ¿Sería lógico que China y Rusia sigan aceptando la injerencia del bloque Occidental dentro de su propio terreno de juego en el tablero? ¿A las amenazas hay que responder con “retirada”? ¿Hasta cuándo habremos de ver a una Rusia muy diplomática y escuchar a una China un tanto muda? ¿Acaso Rusia y China no están conscientes del avance occidental en sus propias narices y el obstáculo que representa para sus propios intereses a largo plazo?