Se calienta la batalla contra los fondos buitre

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Muchos países que afrontan situaciones de endeudamiento cada vez más difíciles perciben la necesidad urgente de frenar a los fondos buitre y de establecer un mecanismo mundial de reestructuración de la deuda.
El rostro abominable de la deuda externa acecha de nuevo. La desaceleración económica
mundial, la caída de los precios de los productos básicos y la disminución del turismo han
provocado una reducción de los ingresos provenientes de las exportaciones y de las
reservas de divisas en muchos países en desarrollo.
Ningún país quisiera tener que pedirle ayuda al Fondo Monetario Internacional (FMI) para
evitar el impago pues esto traería consigo años de austeridad, elevados índices de
desempleo, recortes en los gastos para el desarrollo social y a la postre, no solucionaría el
problema.
No solo podría aumentar el volumen de la deuda, sino que podría haber bajo crecimiento,
recesión e inestabilidad política y social. Muchos países africanos y latinoamericanos ya han
hecho frente a estos problemas en el pasado y varios países europeos los enfrentan
actualmente.
En vista de que el marco actual no permite llegar a una solución, algunos países optan por
reestructurar sus deudas. Sin embargo, al no haber un sistema internacional para una
renegociación ordenada de la deuda, los países deben emprender las negociaciones por su
cuenta.
Los resultados suelen ser problemáticos, pues esto genera la desconfianza de los mercados
y los países deben afrontar la ira de los acreedores, pero puede que los países prefieran
tragarse esa píldora que afrontar años o decenios de inestabilidad económica y política interna.
Es el caso de la Argentina, cuya deuda pública llegó a ser de un 166% del producto interno
bruto (PIB) en 2002. Tras muchos años de declive económico y de inestabilidad política y
cuando fue evidente que la deuda no se podía pagar, el país cayó en suspensión de pagos
en 2001.
En 2003 el presidente Néstor Kirchner comenzó a negociar una reestructuración de la
deuda con sus acreedores. La Argentina efectuó operaciones de conversión de la deuda en
2005 y en 2010 y reestructuró su deuda con el 93% de sus acreedores, quienes aceptaron
recibir cerca de un tercio de su valor.
En cambio un 7% de los acreedores, los acreedores inflexibles o holdouts, rechazaron
participar en el proceso de reestructuración. Lo que es peor, algunos fondos de alto riesgo
influyentes (que constituyen solo un 1% de los acreedores) que compraron parte de la
deuda en el mercado secundario por un valor mucho menor, recurrieron a los tribunales de
Nueva York (en donde fueron contraídos los préstamos originales) para intentar obtener la
totalidad del valor.
Estos fondos, conocidos ahora popularmente como fondos buitre, se especializan en
adquirir deuda de países altamente endeudados a precios con grandes descuentos (por
ejemplo, un 10% del valor original del préstamo) en los mercados financieros y después
insisten ante los tribunales en que se les debe cancelar el 100% de los títulos con intereses.
Como los buitres, sobrevuelan en círculos los cuerpos agonizantes o los cadáveres y luego
bajan en picada y se abalanzan sobre ellos para darse un festín. Solo que en este caso los
cuerpos son países; pedirles que expriman aún más sus secas economías para pagar a los
fondos buitre es pedirles lo imposible.
Tras un largo proceso que terminó en el Tribunal Supremo, el poder judicial de los Estados
Unidos decidió este año que a los fondos de alto riesgo que rechazaron los canjes y que
llevaron el caso ante los tribunales, sí se les debe pagar la totalidad de la deuda y los
intereses. fondos buitres y griesa
Peor aún, el fallo judicial decretó que la Argentina no podrá seguir pagando al 93% de los acreedores que aceptaron una fuerte quita si al mismo tiempo no salda la totalidad de la deuda con los fondos buitre. El juez de Nueva York basó su decisión en una cláusula de
tratamiento igualitario entre acreedores.
La Argentina ya había acordado con un banco de Nueva York pagar los intereses al 93% hace algunas semanas, pero la decisión del Tribunal obligó al banco a rechazar el acuerdo.
Los fondos buitre quieren dejar a la Argentina en cueros. Se calcula que el fondo principal,
NML Capital, obtendría un rendimiento de 1.600%.
La presidenta de la Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, se negó a doblegarse ante
estos fondos. Si lo hace, el país tendría que pagarles también a todos los acreedores el
valor total; es decir, 1.200 millones de dólares, lo cual es imposible.
Este giro imprevisto de los acontecimientos ha causado indignación entre los grupos de
interés público y ha suscitado la ira de los gobiernos de los países en desarrollo. Durante la
Cumbre Extraordinaria del Grupo de los 77 celebrada en junio en Bolivia, estos países
criticaron los fondos buitre y pidieron la creación de un mecanismo adecuado de
reestructuración de la deuda.
A los ministerios de Finanzas de los países desarrollados también les concierne esta
cuestión. Después de todo, países como Grecia tuvieron que recurrir hace algunos años a
una reestructuración de la deuda en la que los acreedores privados aceptaron una quita.
Aceptar la decisión del Tribunal es sentar un precedente que haría imposible para cualquier
país reestructurar su deuda pues los fondos buitre atacarían con nuevos bríos y sobra decir,
otros inversores imitarían el comportamiento de este tipo de fondos ya que es una forma
fácil de ganar mucho dinero.
Martin Wolf, columnista del influyente Financial Times, ha apoyado a la Argentina en su
lucha contra los fondos buitre e incluso llegó a decir que es injusto comparar a los
acreedores inflexibles con buitres, pues los buitres de verdad al menos desempeñan una
tarea valiosa.
A finales de agosto la International Capital Market Association, organización de banqueros e inversores con sede en Suiza, publicó nuevas normas destinadas a reducir la capacidad de
los inversores que no aceptaron los canjes de comprometer la reestructuración de la deuda.
El 9 de septiembre, el Grupo de los 77, en representación de los países en desarrollo, logró
promover una resolución en la Asamblea General de las Naciones Unidas mediante la que
se reconoce que los esfuerzos de un Estado por reestructurar su deuda soberana no deben
verse obstaculizados por los fondos de alto riesgo que buscan beneficiarse adquiriendo
deuda de Estados altamente endeudados.
Con 124 votos a favor, 11 en contra y 41 abstenciones, la Asamblea General también
decidió establecer un marco jurídico multilateral para los procesos de reestructuración de la deuda soberana para finales de 2014, a fin de aumentar la estabilidad del sistema financiero internacional.
La creación de g77 santa cruzun sistema internacional de reestructuración de la deuda soberana sería una
solución sistémica, pues los países endeudados podrían recurrir a un tribunal o a un
sistema internacional y no tendrían que llevar a cabbo la reestructuración de la deuda por su cuenta.
Aunque los países en desarrollo en conjunto respaldaron la resolución, se viene encima una
dura batalla para su aplicación, pues entre los países que se opusieron están los Estados
Unidos, Alemania y el Reino Unido (países clave en las finanzas mundiales).
Otra resolución impulsada por la Argentina y otros países con el fin de crear marcos
jurídicos para poner freno a las operaciones de los fondos buitre y para la reestructuración
de la deuda soberana está en estudio en el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones
Unidas.
El hecho de que la cuestión de la deuda esté en el centro de los debates en las Naciones Unidas, órgano universal en el que los países en desarrollo tienen mayor voz en la toma de decisiones, es positivo.
Las negociaciones futuras para establecer un sistema mundial serán difíciles, pero bien valen la pena teniendo en cuenta que evitar y resolver las crisis de la deuda es una prioridad para un número cada vez mayor de países.

*Director ejecutivo del Centro del Sur.

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