Sin sorpresas en las elecciones en Nicaragua, que Biden y la UE descalificaron

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No hubo sorpresas: Los nicaragüenses votaron este domingo en unos comicios con una predecible victoria del presidente Daniel Ortega para asumir un nuevo mandato de cinco años,  luego de 14 años en el poder, sin mayor competencia y con varios aspirantes opositores encarcelados.

Computados el 49,25 por ciento de votos totales, la Alianza Frente Sandinista de Ortega lideraba el conteo con el 75 por ciento de los sufragios escrutados De acuerdo con la información brindada por el Consejo Supremo Electoral, se registró una participación del 65,35 por ciento. El resto de los votos corresponden al PLC (194 mil 754), Camino Cristiano (46 mil 464), ALN (44 mil 217); APRE (29 mil 798) y PLI con 22 mil 998.

Mientras, desde Washington el presidente estadounidense Joe Biden calificó de farsa y pantomina las elecciones, “que no fue ni libre ni justa, y ciertamente no democrática”. Estados Unidos y la Unión Europea (UE) descalificaron, por separado, estos comicios. Biden, cuyo gobierno al igual que la UE sancionó al círculo íntimo de Ortega, firmará un arsenal de medidas de acuerdo con la ley Renacer, para aumentar la presión sobre el mandatario centroamericano.

Obviamente, el apoyo y financiamiento estadounidense al brutal régimen de Anastasio Somoza padre e hijo, así como su papel en el patrocinio y entrenamiento de la sanguinaria contra durante la década de los 80 quitan toda autoridad moral a las críticas lanzadas contra el sandinismo por Washington y los organismos que le son afines.

La parte de la oposición excluida de participar en las elecciones, los nicaragüenses en el exilio y la Asociación Madres de Abril, que aglutina a familiares de las víctimas del estallido social de 2018, lanzaron campañas desaconsejando votar bajo el argumento de que hacerlo sería legitimar al clan Ortega-Murillo.

Los aspirantes opositores a la presidencia –Cristiana Chamorro, Arturo Cruz, Félix Madariaga, Juan Sebastián Chamorro, Miguel Mora, Medardo Mairena, Noel Vidaurre y Berenice Quezada–, siguen encarcelados. 39 líderes opositores permanecen detenidos desde mayo pasado y miles de disidentes han sido orillados al exilio.

«El pueblo manda y eligió no salir de su casa. ¡Porque aquí no se rinde nadie!», tuiteó el domingo la organización opositora Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, que compartió fotos de calles vacías en distintos puntos del país, aunque no se sabe a qué día pertenecen. Esas imágenes contrastaron con las palabras de la presidenta del Consejo Supremo Electoral, Brenda Rocha, quien afirmó que la participación superó los tres millones de votantes y los comicios se desarrollaban en un ambiente tranquilo.

Mientras, en las redes circulaban videos que mostraban centros de votación llenos, mientras el presidente de la Asamblea Nacional, el oficialista Gustavo Porras, destacó una «asistencia masiva» que «da un tapabocas» a «los que rechazan la democracia».

La jornada de votación, vigilada por 30 mil militares y policías, transcurrió sin entusiasmo ni incidentes. La oposición afirmó que hubo fuerte abstencionismo y el oficialismo hablaba de una gran participación.

En contraste a las palabras descalificadoras de Biden, el presidente de Venezuela Nicolás Maduro, felicitó a Ortega ante su predecible victoria y reiteró que Nicaragua tiene quien la defienda. El diputado Dmitry Novikov, número dos del Partido Comunista de Rusia, presente en los comicios, criticó a las «voces políticas» que ya aseguraban «que no reconocerían» el resultado de las elecciones» cuando estas no se habían llevado a cabo.

Daniel Ortega, excomandante guerrillero quien llegó al poder por la vía de las urnas en 2007 y el jueves cumple 76 años, asumirá, la presidencia por otros cinco años, a la cabeza del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), junto a Rosario Murillo, de 70 años, su esposa y candidata a la vicepresidencia por segunda vez.

Ortega, quien también gobernó el país en 1980, luego de que el FSLN derrocara en 1979 al sangriento dictador Anastasio Somoza, enfrentó a cinco candidatos, en unas elecciones en las que estaban habilitados para votar 4,4 millones de electores, llamados a elegir también a 90 diputados del Congreso.

Los comicios se celebraron tres años y medio después de las protestas de 2018 para exigir la renuncia de Ortega, en las que la oposición reportó 328 muertos, lo que sumió a este país centroamericano de 6,5 millones de habitantes en una profunda crisis política. Cerca de la fecha de estos comicios, fueron proscritos tres partidos, siete aspirantes presidenciales y otros 32 activistas, políticos, empresarios y periodistas fueron detenidos, sumándose a unos 120 opositores que están presos desde 2018.

“El voto no mata a nadie, no causa herida alguna en ninguna persona, el voto no llama al terrorismo, a la guerra, jamás, el voto no llama a hacer tranques en la patria y que se paralice la economía y que se destruya la familia, el voto no llama a torturar públicamente, no podemos olvidar después de tantos años de paz a quienes sembraron el terror, no respetaron nuestro himno y se jactaron filmando la destrucción, filmando los asesinatos, defendiendo los tranques públicamente”, dijo Ortega.

“No tenían vergüenza alguna, ni dignidad alguna, ni amor a la familia, ni a la patria, torturando a jóvenes, a mujeres, a compañeros, a ciudadanos nicaragüenses y luego rociándolos de combustibles, desnudándolos, azotándolos y por ultimo pegándoles fuego, quemándolos, todos los vimos y logramos poner fin al terrorismo y restablecer la paz”, recordó.

Con base en leyes aprobadas a finales de 2020, los recientes detenidos están acusados de atentar contra la soberanía, promover sanciones internacionales, traición a la patria e incluso de lavado de dinero, como es el caso de quien era la aspirante opositora favorita, Cristiana Chamorro, hija de la expresidenta Violeta Barrios (1990-1997) y quien permanece en arresto domiciliario.

El FSLN se movilizó casa por casa para llamar a votar, mientras el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos denunció que existía temor y un control social que intimidó a la gente a la hora de votar. Ortega es señalado por sus críticos de nepotismo y de instaurar una dictadura. Él acusa a los opositores de golpistas financiados por Washington.

Al pedido opositor a boicotear la consulta se sumaron varios sacerdotes católicos que instaron a sus fieles quedarse en casa y no participar en la justa electoral. En las manifestaciones de 2018,  la jerarquía católica tuvo un papel beligerante primero y luego mediador en un diálogo fallido que buscaba poner fin a la crisis política, que aún persiste.

Activista político, el obispo de Matagalpa, Rolando Álvarez, denunció que los empleados públicos eran obligados a votar por Ortega, con la amenaza de ser despedidos si no acataban. El obispo de León, René Sándigo, asistió a su centro de votación.

**Periodista venezolana, analista de temas de Centroamérica y el Caribe,  asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

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