Sísifo y la deuda
El último informe de la Secretaría de Finanzas señala que la Argentina tiene obligaciones por 144.728 millones de dólares, equivalente al 56% del PBI. Los números oficiales indican que en los últimos dos años la deuda creció y que, medida en dólares, es mayor que durante la crisis que terminó con el gobierno de Fernando de la Rúa.
La información, sin proponérselo se transforma en una alegoría a la metáfora de Sísifo, aquel a quien los dioses griegos habían condenado a empujar sin cesar una roca hasta la cima de una montaña, desde donde la piedra volvería a caer por su propio peso. Como decía Albert Camus, refiriéndose a la condena impuesta al rey de Corinto: “Los Dioses habían pensado con algún fundamento que no hay castigo más terrible que el trabajo inútil y sin esperanza”.
El sentido común, que nada entiende sobre los vericuetos de la economía, encuentra datos que desconsuelan: La gestión Kirchner desembolsó más de 50 mil millones de dólares en pagos de la deuda pública y, sin embargo, debemos más que en 2001. Allí aparece el desconsuelo del trabajo inútil y sin esperanza.
La riqueza es entregada a la usura internacional a cambio de nada, o lo que es peor, a cambio del hambre de miles de argentinos condenados en los confines del infierno a comer de la basura, a no tener asistencia sanitaria, a la desnutrición, a morirse de pobreza.
Dice Albert Camus en su maravilloso ensayo sobre Sísifo: “Lo único que se ve es todo el esfuerzo de un cuerpo tenso para levantar la enorme piedra, hacerla rodar y ayudarla a subir una pendiente cien veces recorrida; se ve el rostro crispado, la mejilla pegada a la piedra, la ayuda de un hombro que recibe la masa cubierta de arcilla, de un pie que la calza, la tensión de los brazos, la seguridad enteramente humana de dos manos llenas de tierra. Al final de ese largo esfuerzo, medido por el espacio sin cielo y el tiempo sin profundidad, se alcanza la meta. Sísifo ve entonces como la piedra desciende en algunos instantes hacia ese mundo inferior desde el que habrá de volverla a subir hacia las cimas, y baja de nuevo a la llanura”.
Cada vez que escucho hablar sobre el pago de la deuda esas imágenes que describe Camus aparecen en mi memoria.
El ex diputado Mario Cafiero, señala: ”El problema de la deuda es el pésimo “arreglo” que hizo el actual gobierno, que no fue tal. Tampoco hubo un “ajuste” de ella, sino peor aún, un desajuste con la emisión de deuda contingente mediante las Unidades Ligadas al PBI, que crecen en forma geométrica año tras año, por la cual los prestamistas inescrupulosos pasaron a ser socios de nuestro crecimiento. Fue el peor de los malos arreglos posibles. La deuda no fue auditada. No se buscó diferenciar lo contraído ilegalmente”.
Si alguien tuviera dudas acerca de la inmoralidad de la deuda bastaría con repasar las investigaciones de Alejandro Olmos y su hijo. De paso, podríamos citarlo cuando dice: “Las deudas hay que pagarlas, las estafas no”.
A pesar de los anuncios ampulosos de cancelación, de quita histórica; la deuda sigue estando ahí, como una inmensa roca que llevamos sobre nuestras espaldas, como una excusa inmoral para justificar los destinos inciertos de la riqueza de un país que sigue hundiendo en el infierno del desprecio a sus mayorías.
Néstor Sappietro, Agencia Pelota de Trapo