Sobre la libertad de expresión

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Siempre es conveniente que temas como éste capten la atención de la opinión pública. Aunque sea por hechos repudiables como el homenaje a un ser abyecto para la mayoría de los chilenos. Permiten preguntarse si ésta tan preciada libertad existe en Chile.| WILSON TAPIA VILLALOBOS.*

 

El homenaje que se le rindió al dictador Pinochet fue enarbolado por la derecha chilena, en el gobierno, como una demostración de respeto a la libertad de expresión. Ese derecho quedó establecido en 1948, en el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Cuando se plasma esta norma, el mundo venía saliendo de una conflagración global cruel, abusiva, inhumana.

 

Y con ella se pretendía hacer realidad la utopía de que, pese a las diferencias que pudieran existir, los seres humanos éramos iguales.
El artículo 19, señala: «Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y de recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.»

 

Vista así, es una de las bases de la democracia. El disenso debe ser respetado. No en vano para pensadores como Montesquieau, Voltaire y Rousseau la diferencia de opinión estimula la participación política e impulsa el desarrollo de otras actividades humanas tan importantes como el arte y las ciencias.

 

Nadie podría argumentar en contra de estas visiones. Sin embargo, la pregunta es: ¿cómo se da, en la práctica, tal derecho en nuestras democracias modernas?

 

Tal vez un poco de luz sobre el tema aportan Oliver Wendell Holmes Jr. (1809-1894) y Louis Brandeis (1856-1941). Se trata de dos famosos juristas estadounidenses. Ellos acuñaron la frase “el mercado de ideas”. Es una analogía con la libertad de comercio, en que en la competencia, teóricamente, se impone la mejor calidad del producto.

 

En este mercado de ideas, los ciudadanos podrían reconocer y apreciarían las ideas verdaderas, falsas, relativas. En fin, el mercado operará de manera eficiente.

 

todos sabemos que el mercado no es un eficiente asignador de recursos. Y en esto de las ideas y de la libertad de expresión, tal condición es fundamental. Es lo que asegura la igualdad. Sin embargo, actualmente las ideas no se despliegan por el éter gratuitamente. Si bien las redes sociales aportan lo suyo, la verdad es que los medios de comunicación tradicionales siguen imponiendo su imperio. Y en ellos es el poder quien manda.

 

Miradas las cosas desde esta perspectiva, es un problema grave que se le rinda homenaje a un sátrapa y que el poder, la autoridad, diga que nada puede hacer porque se trata de la libertad de expresión.

 

Cierto y falso

 

Cierto, porque Augusto Pinochet nunca fue condenado por un tribunal chileno ni internacional. Pero aquí no se le condenó porque “la democracia de los acuerdos” no lo permitió. Y, hay que decirlo, la justicia en Chile no es prístina como sus funcionarios pretenden hacerla aparecer.
Falso, porque en Chile hay varias clases de chilenos. Si estuviera equivocado en mis juicios e hiciera abuso de la libertad de expresión y se me acusara de incurrir en delitos tales como difamación, injuria, calumnia, podría defenderme afirmando que en Chile no todos somos iguales ante la Ley.

 

Hay asesinos condenados a varias cadenas perpetuas, como Álvaro Corbalán, que tienen cárceles especiales.

 

En el plano económico, la justicia tampoco opera con rasantes de igualdad. El 83% de las condonaciones que hizo el Servicio de Impuestos Internos en 2011 ($128.900 millones) beneficiaron a grandes empresas.

 

Responsables de mega estafas, como el caso “chispas”, denominado “el negocio del siglo” (1997), hoy ocupan cargos en la Presidencia de la República y en la dirección de sociedades anónimas propietarias de clubes deportivos. Me refiero al jefe de Estado Sebastián Piñera, en aquella época senador, y a José Yuraszeck, empresario y connotado militante de la Unión Demócrata Independiente (UDI).

 

La libertad de expresión no puede ser separada del poder. Y mientras éste sea quien maneja los medios de comunicación, poco habrá de aquella libertad que en 1948 fue elevada a la categoría de Derecho Humano esencial, y de la que hablaban los filósofos franceses.

 

Nuestra libertad de expresión es “en la medida de lo posible”. Y lo posible es lo que permite el poder. Por eso es que nuestro alimento informativo, básicamente, es la farándula, la seguridad -mucho crimen, robos- o el deporte. Y si es deporte farandulero, mejor.

 

El respeto a la libertad de expresión es indispensable, como son intocables todos los DD.HH. El disenso está en los cimientos de la democracia. Pero para tener expresión hay que tener voz. Los seguidores del dictador tiene esa voz que da el dinero -quizás hasta hubo dineros fiscales involucrados en el homenaje—. Quienes denuncian el sistema están comprendiendo que vocear en la calle no es una herramienta pasada de moda, aunque el poder en sus medios pretenda silenciarla.
——
* Periodista.

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