Algunos lo ocupan –al ocio– buscando imágenes significativas en formas caprichosas. Así aparecen engendros mitológicos en manchas de humedad, monstruos extravagantes en las nubes o palomitas en los calzoncillos.
Estos hallazgos también se dan entre ciertos entusiastas, como los testigos de ovnis, los cazadores de fantasmas o las señoras que te leen el futuro en la borra del café.
En el cerebro de estos buscadores de significado se mezclan sorpresas perceptivas, expectativa e imaginación, dando lugar a un fenómeno llamado pareidolia.
No es cosa de locos: es una ilusión frecuente, aunque no todos estamos entrenados para disfrutar de su hechizo.
A veces, incluso, está al servicio de descubrimientos creativos.
Un fotógrafo (anónimo por esas injusticias de la red) se detuvo frente a un kiosco y capturó un momento único.
Siglos de celibato se concentran en esa mirada piadosa.
Fuente
* Periodista.
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