Sonreír
La facultad de sonreír es innata en el hombre, solo que muchos la dejan marchitar en el transcurso de su vida. Es uno de los signos de lenguaje corporal más significativos porque transmite alegría y vitalidad. Una sonrisa muestra la amabilidad en el rostro de quien la ofrece y también, su generosidad.
La sonrisa es la manifestación gestual más característica de la satisfacción, el placer, la felicidad o la diversión que una persona experimenta como consecuencia de un acontecimiento o situación agradable.
Si observamos detenidamente la expresión de la cara de las personas que nos rodean se puede comprobar que la norma constituye el aspecto huraño y descontento, la sonrisa la excepción.
La sonrisa es una expresión facial formada al flexionar los músculos cerca de la boca, pero también alrededor de los ojos. Es un gesto común que nace con los individuos, refleja placer, alegría, amabilidad, simpatía, serenidad o entretenimiento, pero también puede ser un ademán involuntario de ansiedad o de muchas otras emociones.
Reír es manifestar regocijo y satisfacción con determinados movimiento del rosto. En sentido despectivo significa burlarse y mofarse. Cuando la risa es muy sonante y estruendosa, se utiliza el vocablo carcajear. Igualmente desternillarse es reír al máximo. Escarnecer se aplica cuando uno usa su risa para herir a otro. Reventar de risa equivale a morirse de risa, por no poder contenerla. . Ridiculizar es reírse de algún dicho o hecho interpretándolo en son de burla despectiva. Sonreír expresa mostrar cara alegre y se refleja en una gracia peculiar del rostro.
Una y otra vez he podido darme cuenta de lo poco que se sonríe en las tiendas, en el banco, no se diga en las oficinas y otros lugares de trabajo. Una sonrisa no cuesta nada y si consigue mucho. No obstante hay tanta gente con semblante malhumorado.
La sonrisa es un acto normal a ciertos estímulos y ocurre independientemente de cual sea la cultura, y tampoco es una reacción que uno aprenda, sino que se nace con ella. Quien sabe sonreír, da una sensación de bienestar. Muchas cosas en la vida resultan más fáciles. La sonrisa es una forma de expresarnos, de lo que inspira, y la intimidad por ella revelada.
Una persona de buen humor es aquella que sonríe. No hay dos personas que sonrían igual.
Hay gamas y grados de sonrisa. Está aquella genuina, franca, autentica, espontánea, sincera, la que refleja el alma. Hay las de estados positivos de ánimo: las alegres, las esperanzadas, las divertidas y placenteras. Las hay también producto de sentimientos negativos: impertinentes, despectivas, cínicas, burlonas, soberbias, petulantes, licenciosas y lascivas. Las hay ligeras, livianas y pesadas. Y además encontramos sonrisas profesionales, fingidas, falsas, hipócritas, afectadas. Y las nerviosas, angustiadas, reprimidas.
Según su grado de temperatura se dividen en cálidas, tibias y heladas. De acuerdo a su sabor hay: las dulces, las amargas, las de hiel y las empalagosas. Conforme a su extensión: la amplia, la abierta, la de medio lado, la media sonrisa y la de oreja a oreja.
Hay sonrisas que iluminan, radiantes, diáfanas, transparentes, opacas, llenas de colorido. Por su contenido, están: las huecas, las vacías, inexpresivas sin personalidad; por su duración, las hay fugaces, dosificadas y estereotipadas… También están las nerviosas, las angustiadas y las de disculpa. Hasta el bien y el mal están representadas, en las angelicales, las diabólicas y las mefistofélicas.
Hay otras que por su intención son: audaces, reprimidas, aprobatorias, picaras, cómplices, distantes.
Esta la sonrisa triste que es una concesión al llanto y la muy conocida sonrisa de cochino.
Algunos nos niegan el acceso a su intimidad a través de sus sonrisas que resultan, por eso fingidas, falsas, hipócritas, afectadas y forzadas. Por lo general los políticos recurren a especialistas en crear imágenes que impacten, para que les inventen, elaboren y le añadan una sonrisa proselitista, programada pero que de tan artificial provocan en el público una sonrisa general de suspicacia y duda.
Quienes ven más caras sonrientes en su rededor son los altos personajes de los gobiernos de turno, que tiene que soportar las embobadas sonrisas insinuantes y congraciantes que se les prodigan. A ellas responden, con una sonrisa hastiada y displicente; otros, con un paciente y resignado sonreír, y otros terminan sonriendo soberbios, vanidosos y engreídos.
Karl Julius Weber -1767-1831- el “filosofo sonriente” recomienda en su ensayo: La Risa y la Sonrisa: “Por decoro hemos de obligarnos a mostrarnos amables, y no bien hemos desempeñado este papel durante cierto tiempo, cuando nos volvemos realmente amables y joviales”.
En la China los taoistas enseñaban que una simple sonrisa aseguraba la salud, la felicidad, y la longevidad; pensaban que la salud de una persona era proporcional a las veces que se reía durante el día.
El humanista ingles, Richard Mulcaster –l530-1611, recomendaba la risa moderada como ejercicio. Otro británico, el erudito Robert Burton (1577-1640) propone la risa como método terapeutico. Por su parte Freud atribuyó a las carcajadas el poder de liberar nuestro organismo de energía negativa. Esa catarsis –según él- nos permitiría vivir menor.
Hay sonrisas que parecen ocultar un misterio o un secreto, como la enigmática sonrisa de “La Gioconda”, de Leonardo Da Vinci, en el cuadro más famoso del mundo.
En la obra de Dante el “disiato riso” que es la sonrisa gótica que perpetúan las vírgenes de piedra en los portales de las catedrales europeas.
Una sonrisa gusta y puede ser incluso encantadora. Quien sonríe crea una buena atmósfera, se relaja a sí mismo, motivándose positivamente.
Un autor anónimo señala: “Una sonrisa significa mucho. Enriquece a quien la recibe; sin empobrecer a quien la ofrece. Dura un segundo pero su recuerdo a veces nunca se borra”.
La sonrisa viene y va hacia adentro. Resulta difícil comprender, porque todos nosotros, no sonreímos mucho ya. Por ultimo, «-es más fácil obtener algo con una sonrisa que con la punta de una espada-,» decía Shakespeare.