Sumando miserias: Chile y la privatización del litio

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Al baile de lo que bien se puede calificar de escándalo económico y entrega del país —las concesiones cupríferas y ahora también aurífera en Pascua Lama— se suma otro danzante: el litio, ese metal blando que parece no servir para nada, pero que sirve para bastante más que mucho y que abunda en el infinito norte del país. Ésta es una aproximación —que traza el eje para una discusión urgente— publicada hace unos meses, en agosto de 2011, del economista Marcel Claude*.

 

Bolivia ha entendido el valor estratégico del litio para su desarrollo, es por ello que ha emprendido el camino de la industrialización de este mineral, a través de un proyecto 100% estatal encabezado por la Corporación Minera de Bolivia (COMIBOL).  En esta dirección, en junio pasado, firmaba un acta de entendimiento con las compañías Kores y Posco, de Corea del Sur, para que éstas brinden apoyo tecnológico en la elaboración de partes de baterías de litio del salar de Uyuni, que cuenta con 140 millones de toneladas de litio y es una de las más grandes reservas a nivel mundial de este mineral.

 

En Chile, contrariamente a lo que ocurre en nuestro vecino del altiplano tan menospreciado por nuestro ethos cultural, se prepara la licitación-privatización de los yacimientos de litio, pasando por alto la limitación jurídica que impide las concesiones de este mineral y, cómo no, amparado por la ya consabida y maldita institución de los “conflictos de intereses”.

 

Al respecto, cabe mencionar que la privatización encubierta e ilegal del litio está más que asegurada. 

 

Por una parte, porque el actual ministro de minería recién designado y que no podemos asumir ingenuamente que su nombramiento es tan fortuito como una puesta de sol, es el señor Hernán De Solminihac, hermano del actual subgerente general de Soquimich (SQM), la mayor exportadora de litio del país.

 

Por otra parte, el subsecretario de minería, Pablo Wagner, ya sabemos es un contumaz partidario de las privatizaciones, al punto que, independientemente del gran soporte financiero que Codelco ha sido para el desarrollo de Chile, sostuvo que la nacionalización del cobre había sido un error histórico.  Claramente, este subsecretario no está allí para que se cometa otro error histórico, ahora con el litio.  Lo preocupante es que, según el Diario Financiero (1º de agosto 2011), todo está en manos del subsecretario, es decir, tal como lo reconoce el portal La República del Perú, Chile privatizará los yacimientos del litio.

 

En el caso de Bolivia, no estamos frente a un dogmatismo ideológico tan característico de nuestras autoridades políticas y económicas, dado que si bien el Estado se hará cargo de la explotación y producirá carbonato de litio para comercializarlo, está abierto a las inversiones de otras empresas para la segunda y tercera fases del proyecto de explotación, que incluye la elaboración de baterías para vehículos eléctricos. 

 

La salvedad la puso el propio presidente Evo Morales, quien después de reunirse con diversas empresas extranjeras interesadas en la exploración de litio boliviano, ha dejado muy claro que para lograr acuerdos con el sector privado, Bolivia debe quedarse con el 60% de los beneficios.

 

En Chile, la más patriótica actitud después de “un largo período de estudio de tres meses” a cargo de Cochilco, será la licitación de los yacimientos de litio, bajo la fórmula de los llamados contratos especiales de operación que son un símil de los CEOP, es decir, los contratos especiales de operación petrolera que han permitido traspasar a privados la explotación de hidrocarburos en la Región de Magallanes. 

 

La ventaja de este mecanismo es que no requiere de un cambio legal y permite soslayar el obstáculo de que el litio no se puede concesionar.  Uno se pregunta con cierta ironía, qué es lo que estudiaron en Cochilco, bajo el liderazgo de Golborne —ya en campaña presidencial— ¿la mejor forma de explotar este mineral para beneficio de Chile o la mejor manera de privatizarlo? 

 

Yo no tengo ninguna duda que estuvieron tres meses viendo la mejor manera de poner este recurso a disposición de los depredadores que hoy tienen a Chile convertido en el paraíso de la acumulación privada, la concentración de la riqueza y la desigualdad.

 

Resulta repugnante darse cuenta de cómo se tejen los hilos en Chile. 

 

Mientras por una parte, los estudiantes dan una lucha épica por educación pública, lo que obviamente pasa por disponer de los recursos financieros necesarios para ello; los hospitales están sumidos en una severa escasez de camas, médicos, paramédicos; las viviendas sociales son una muestra de la falta de respeto por la vida y el bienestar de las personas. 

 

Por la otra, las autoridades chilenas se aprestan para dar curso a otro nicho de negocios que tiene a los empresarios-depredadores expectantes, dado que el litio es un recurso estratégico para el desarrollo futuro, más aún en el escenario de la creciente sustitución del petróleo por energías no convencionales, que requieren usar ampliamente la acumulación de energía, es decir, baterías que utilizan el litio como insumo fundamental.

 

Nuevas fortunas se levantan en el horizonte de la patria, mientras tanto, los chilenos, ya no solo los pobres, sino también, los estudiantes, los usuarios del Transantiago, los pacientes de los hospitales públicos, los pensionados, los trabajadores públicos y del «retail», los consumidores, los endeudados, seguirán esperando una oportunidad en la historia en que la clase política dirigente se tome en serio el interés público y deje de ser la sirvienta de los intereses privados del capital.
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* En www.piensachile.cl —que cita como fuente a El Quinto Poder

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