Tiburones: depredadores depredados

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Aunque pocos lo sepan, en aguas de mar sureñas existen tiburones, esto es: en las costas de Chile, Argentina y Uruguay, por ejemplo. Poco se sabe de estos tiburones, y lo que se sabe no es auspicioso. No me refiero a su naturaleza de depredadores y a la idea que tenemos, gracias a películas como Tiburón, de que son come-personas; más bien me refiero a que hoy en día se los estudia por estar en peligro de extinción.

De acuerdo a la Convención Internacional de Especies Amenazadas (CITES), a la Shark Foundation y al listado de la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN), el tiburón blanco corresponde a una especie cuya supervivencia corre serio peligro, y el tiburón azul y el tiburón sardinero corresponden a especies amenazadas. Todos estos tiburones frecuentan las costas chilenas y uruguayas y son animales “acompañantes” en la pesca de la albacora, es decir, corresponden a la pesca incidental (bycatch, en inglés) de dicha pesquería.

La pesca incidental constituye una de las principales amenazas de los tiburones, ya que al ser capturados los pescadores realizan la práctica llamada “aleteo” (finning, en inglés). Se toma el tiburón, se le apalea o tranquiliza con algún corte y con el animal aún vivo los tripulantes cortan sus aletas, incluyendo las de la cola, luego de esto es devuelto vivo al mar. Dadas las condiciones en las que queda muere por desangramiento. Pero ¿por qué es esto tan dañino si se trata de un pez más?

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Una de las razones es que los tiburones se encuentran en la cúspide de la cadena alimenticia en los mares; son a la vez depredadores y carroñeros, cumplen una importante función de control de la población de peces más pequeños y de limpieza. Sin embargo eso no lo hemos sabido valorar –como tantas otras cosas–.

A diferencia de los otros tipos de pesca, al cercenar las aletas del tiburón y descartar el resto, se está desaprovechando entre un dos y un siete por ciento del tiburón, dependiendo de su especie y tamaño, convirtiendo esta pesca en un sistema insustentable desde el punto de vista ecológico, aunque al parecer muy sustentable económicamente para quienes lo practican pues las aletas de tiburón, a diferencia de su carne, puede costar uno o dos órdenes de magnitud más.

Demos gracias a países como Japón y China –aunque no los únicos, desde luego– si en un futuro no muy lejano tenemos escasez de otros peces en nuestras costas suramericanas, ya que los principales reguladores de las poblaciones de peces más pequeños siempre han sido depredadores, como los tiburones, y si los exterminamos para comer sopas afrodisíacas, como la shark soup, más que aumentar el stock de otros peces en los océanos, como la albacora y el jurel, sólo vamos a lograr que disminuyan más.

Esto lo sabemos desde la escuela: al eliminar al depredador crece la población de las presas, pero como éstas aumentan mucho no disponen de suficiente alimento y, en consecuencia, una buena cantidad muere de hambre y la población se vuelve aún menor a la inicial. Nunca lo olvidemos.

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* Ingeniera civil ambiental,
Oceana, oficina para América Latina y Antártica.

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