Tiempos nuevos en Cuba

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Ignacio Ramonet*

Cuando se cumplen 50 años de la victoria de la revolución en Cuba, ¿qué balance se puede establecer de un acontecimiento que impactó, durante decenios, a toda América latina ? y ¿ cuales son los principales problemas que enfrenta hoy ese país?

Los aspectos positivos del balance son conocidos, a veces espectaculares y relativamente fáciles de establecer : mejoras significativas en la lucha contra el racismo y contra el machismo; inmensos progresos en materia de educación y cultura; avances descomunales en lo que concierne a la salud, la reducción de la mortalidad infantil y el progreso sanitario en todos los conceptos (relativamente a su población, Cuba forma más médicos que cualquier otro país del mundo); triunfos impactantes en toda suerte de deportes y en todo tipo de competiciones; afirmación de la identidad cultural y nacional; solidaridad internacionalista contra el colonialismo, el neocolonialismo, el imperialismo y el racismo de Estado (sin la ayuda de Cuba, Angola, por ejemplo, no sería independiente, y el apartheid surafricano no se hubiese derrumbado); defensa de la soberanía nacional frente a medio siglo de hostigamiento y acoso estadounidenses…

Conviene recordar siempre, a la hora de juzgar a la revolución cubana, que este gran proceso de transformación social se ha desarrollado en una atmósfera de acorralamiento constante por parte de la principal potencia economico-militar. La cual ha usado de toda clase de métodos -abiertos y encubiertos- para intentar tumbar el proceso: atentados, terrorismo, subversión, campañas de propaganda, inoculación solapada de epidemias, leyes anticubanas, etc. Ningún país del mundo ha resistido a 50 años de agresión norteamericana, excepto Cuba.

Pero esa misma resistencia heroica ha tenido un costo no sólo económico, no sólo en términos de sufrimiento para los ciudadanos, sino político. Y éste no ha sido pequeño. Porque las autoridades de La Habana hicieron suyo el lema de Ignacio de Loyola, fundador de los jesuitas : «En una fortaleza asediada, toda disidencia es traición». Lo cual contribuyó a limitar mucho el debate interno, bajo los pretextos de «no darle armas al adversario» y de «no ser aliados objetivos del enemigo». Eso permitió también, a veces, convertir discrepancias naturales en herejías sancionadas.

Otro lema dominante: «Dentro de la Revolución todo, fuera de la Revolución nada». También se trocó, por momentos, en un dogma cómodo para excluir y normalizar, en la medida en que nadie había definido cual era exactamente el perímetro preciso de la Revolución.

Todo esto, sumado a las dificultades económicas, agravadas después de 1991 por la desaparición de la ayuda aportada por la Unión Soviética, multiplicó el descontento social y el número de disidentes políticos. Se aceleró el fenómeno de la emigración clandestina, sobre todo hacia Estados Unidos (unos dos millones de cubanos, 18% de la población de la isla, residen en ese país), y se acentuó la oposición política y su consiguiente contención (hay unos 200 presos por este motivo según Amnesty International).

De ese debate franco y abierto ha salido una agenda de reformas deseadas por una mayoría de cubanos; y el nuevo equipo ha comenzado a ponerlas en práctica. Los transportes públicos han mejorado gracias a la importación de autobuses procedentes de China. En la agricultura, Raúl Castro es consciente de que la independencia alimentaria es una conquista fundamental sin la cual no puede haber soberanía política posible. Cuba importa cerca del 80% de lo que consume para su alimentación. Un gasto tanto más injustificado cuanto que más de la mitad de sus tierras fértiles están sin cultivar… Raúl Castro ha lanzado la consigna : «La tierra para aquellos que produzcan alimentos para todos». Esa es la prioridad. Y ya han empezado a entregarse hectáreas a campesinos voluntarios con la única obligación de producir y de contribuir a la soberanía alimentaria de la isla.

Otras medidas –reclamadas desde hace tiempo por la ciudadanía– han sido adoptadas igualmente. Todo cubano que posea pesos convertibles (CUC) puede por fin alojarse en hoteles que estaban hasta ahora reservados a los extranjeros. Lectores de DVD, computadoras, hornos de microondas, motos y teléfonos celulares están en venta libre. Los cubanos también podrán comprar y vender sus vehículos o sus apartamentos. De igual modo, el visado indispensable para poder viajar al extranjero podría suprimirse. Numerosas absurdidades administrativas, causadas por una excesiva burocratización, empiezan a desaparecer. La administración del Estado está siendo reestructurada, aliviada. Habrá menos ministerios y menos obstáculos administrativos para que la vida de los ciudadanos sea más normal y menos penosa. A cambio los cubanos están invitados a trabajar más ; y algunos servicios, gratuitos hasta ahora, podrían dejar de serlo.

En una reciente entrevista al diario Juventud Rebelde, Raúl Castro ha anunciado que los salarios serán menos igualitarios y corresponderán más al trabajo realizado ; también ha repetido que la gratuidad será suprimida en varios sectores; y ha revelado que una de sus tareas prioritarias consistía sencillamente en poner a los cubanos a trabajar: «Tenemos que eliminar gratuidades. Si queremos equilibrar los salarios en el justo papel que deben desempeñar, hay que, paulatinamente o simultáneamente, ir eliminando gratuidades indebidas, que fueron surgiendo por aquí y por allá ; y subsidios excesivos. (…) Tenemos que darle el verdadero valor al trabajo, y podemos quedarnos roncos hablando y predicando ese concepto, que si no tomamos las medidas para que las personas sientan la necesidad vital de trabajar para satisfacer sus necesidades, no acabaremos de salir de este bache.(…) Hay que trabajar, crear y ahorrar. Esa es la situación. Creo que se entenderá. Son verdades ; por duras que sean, nosotros no podemos edulcorarlas, tenemos que decirlas (4). »

En otras palabras, el comunismo deja de ser un objetivo. La realidad y la práctica han demostrado que no funciona. Y el pragmatismo impone una evolución del socialismo cubano. Porque una revolución no es sólo un balance; una revolución es y debe ser siempre un proyecto.

¿Se dirigirá hacia modelos de tipo chino o vietnamita ? Probablemente no. Cuba, como la historia de su revolución lo demuestra, seguirá su propia vía. Habrá cambios en la economía pero es poco probable que asistamos a una «perestroika» cubana, a la adopción de un «comunismo neoliberal» o a una «apertura política» con elecciones multipartidistas. Las autoridades permanecen convencidas de que ese tipo de «transición» reabriría la vía para una forma más o menos declarada de anexión por parte de Estados Unidos. En este momento de graves dificultades debidas a los recientes huracanes y a la crisis financiera internacional, su preocupación central es de mantener la unidad de la sociedad.

El desafío principal siguen siendo las relaciones con Washington. Raúl Castro ha anunciado públicamente que está dispuesto a sentarse en la mesa de negociaciones para discutir con las autoridades estadounidenses el conjunto de los problemas entre los dos países.

La incógnita principal será de saber si Barack Obama aceptará ese ramo de olivo que le ha ofrecido el Presidente de Cuba, y si por fin negociará el final del embargo comercial de la isla. Lo sabremos el 17 de abril cuando, con ocasión de la Cumbre de las Américas en Puerto España (Trinidad y Tobago), el mandatario estadounidense defina su nueva política para el hemisferio.

 (1) Ver La Ventana/Casa de las Americas , diciembre 2008. http://laventana.casa.cult.cu/

(2) El País, Madrid, 28 de diciembre de 2008.

(3) Público, Madrid, 29 de diciembre de 2008.

(4) Juventud Rebelde, La Habana, 3 de enero de 2009.

*Director de Le Monde diplomatique

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