Un FMI «útil de nuevo», pero, ¿para quién?
Jérome Duval, Damien Millet y Eric Toussaint*
En menos de una semana Dominique Strauss-Khan dimitió del FMI y Christine Lagarde ya casi está entronizada como candidata de los europeos a la dirección general. Durante esta semana muchos cronistas han presentado un resumen halagüeño de la actuación de DSK en el FMI. Desde el mandato sorprendentemente calificado de «excepcional» por Bernard Maris en France Inter el 20 de mayo de 2011 (1), a los editoriales del diario Le Monde cuya web ofrece, por ejemplo, la lectura de un artículo titulado «Dominique Strauss-Kahn deja un FMI útil de nuevo» (2), el tono es globalmente positivo.
Sin embargo se impone un balance muy crítico de la actuación del FMI y de su director general DSK.
El FMI se ha vuelto a salvar. A partir de 2004 el importante aumento de los precios de las materias primas provocó un claro crecimiento de las reservas de cambio de los países en desarrollo, que en 2008 llegaron a triplicar las de Japón, Europa occidental y América del Norte juntas.
Muchos países del Sur las utilizaron para reembolsar anticipadamente sus deudas al FMI, reduciendo así su dependencia de él. Es decir que su utilidad no se apreciaba unánimemente en los países del Sur, ni siquiera entre los dirigentes poco dispuestos a combatir al neoliberalismo. Desacreditado por el desastre social de las políticas impuestas al Sur, el FMI, sin embargo, ha aprovechado la crisis que estalló en 2007-2008 para afianzarse y generalizar en el Norte las mismas políticas nefastas. Sin ser exhaustivos, tomemos algunos ejemplos europeos para demostrar que el FMI recuperó su actividad y sus actuaciones son, sobre todo, perjudiciales para los pueblos.
En octubre de 2008 se decidió un plan para Hungría de 20.000 millones de euros, de los que el FMI aportó 12.300 millones, pero las condiciones fueron muy severas para la población: aumento de 5 puntos del IVA, hasta el 25%, la edad legal de jubilación a los 65 años, congelación de los sueldos de los funcionarios durante dos años, supresión de la paga extraordinaria de los jubilados, rebaja de las ayudas públicas a la agricultura y a los transportes públicos.
Pero la votación del presupuesto de 2011, que incluía una tasa sobre la cifra de negocios de los bancos y una subida temporal de impuestos a las multinacionales que operan en Hungría, con el fin de que todos contribuyeran más o menos al esfuerzo, enfadó a los mercados y la agencia de calificación Fitch bajó la nota de Hungría declarando que el gobierno «ha sentado las bases de un proyecto de presupuesto que va en la mala dirección». Sin embargo ese presupuesto pretendía claramente restablecer el déficit público al 3% en 2011, por lo que el desacuerdo no se refiere al objetivo a alcanzar, sino a la forma de conseguirlo.
Al mes siguiente Ucrania cayó en las garras del FMI. A cambio de un préstamo de 16.400 millones de dólares, el parlamento ucraniano está obligado a adoptar un plan de «rescate» draconiano de privatizaciones y recortes presupuestarios. Ucrania debe retrasar la edad de jubilación de las mujeres de 55 a 60 años y subir el 20% la tarifa del gas. Pero la subida del 11% del salario mínimo preocupa al FMI que bloquea su programa y DSK declara: «Una misión reciente del Fondo en Ucrania ha llegado a la conclusión de que las políticas en algunos ámbitos, como la nueva ley del salario mínimo, amenazan la estabilidad» del país. Recordemos que DSK subió su propio sueldo más del 7% cuando llegó a la jefatura del FMI (3).
Después de registrar una tasa de crecimiento del 10% de media entre 2003 y 2007, Letonia conoció una fuerte recesión, y en diciembre de 2008 el FMI, la Unión europea y los países nórdicos se comprometieron a inyectarle 7.500 millones de euros. En vez de afectar a los beneficios del capital y al patrimonio de los más ricos, fue a los trabajadores, jubilados y parados a quienes se impuso una cura de austeridad de dos años unida a un recorte de los gastos equivalente al 15% del PIB. Los salarios se redujeron el 20% en la función pública, las jubilaciones el 10%.
En diciembre de 2009, la Corte Constitucional de Letonia juzgó anticonstitucional la rebaja de las pensiones de jubilación exigida por el FMI, en violación del derecho de los individuos a una seguridad social. Sin embargo prosiguió la austeridad y el FMI celebra los «extraordinarios esfuerzos» llevados a cabo para recuperar el crecimiento gracias a las exportaciones competitivas, por medio de una rebaja de los salarios que podría llegar ¡hasta un 80%! Las escuelas y hospitales cierran por decenas y el IVA pasó del 18% al 22%, mientras las empresas se benefician de una de las tasas de imposición sobre los beneficios de las más ventajosas de la Unión Europea (15% frente al 23,5% de media).
Fuertemente sacudida por la crisis, Grecia también ha recibido el desembarco del FMI, que el 9 de mayo de 2010 dio su acuerdo a un préstamo «de urgencia» de 30.000 millones de euros en tres años. La situación se agrava todavía más por las manipulaciones estatales que permitieron disfrazar las cifras reales del endeudamiento con la complicidad del banco Goldman Sachs, que asesoró al gobierno ¡Al mismo tiempo que cosechaba jugosos beneficios especulando sobre la quiebra del país! En febrero de 2011, tras varias series de terribles medidas de austeridad, la UE y el FMI exigieron una reducción de 1.400 millones de euros en los gastos de sanidad mientras un centenar de médicos acampaban ante el ministerio de Sanidad en Atenas. El objetivo de las privatizaciones de bienes públicos del Estado se revisó al alza, pasando de 7.000 millones de euros de ingresos de aquí a 2013 a 50.000 millones de aquí a 2015. Ahora los objetivos son los puertos, los aeropuertos, los ferrocarriles, la electricidad y las playas turísticas del país.
Islandia, Rumania, Irlanda, Portugal y tantos otros países siguen una lógica idéntica. Frente a eso, como ocurrió hace unos meses en Túnez y Egipto, las resistencias populares se refuerzan, como la iniciativa española de la ocupación de la Puerta del Sol y de todas las grandes plazas para oponerse a la austeridad que enriquece a los banqueros responsables de la crisis y castiga duramente a las poblaciones, que son las primeras víctimas. Pero el FMI no se desvía de su trayectoria. Lejos de servir el interés de las poblaciones afectadas por la crisis, el FMI está al servicio de las grandes potencias y las multinacionales, especialmente las grandes sociedades financieras privadas.
Si el FMI promovió eficazmente algunos amortiguadores sociales a finales de 2008 tras la quiebra del banco Lehman Brothers, fue de acuerdo con los deseos de George W. Bush y José Manuel Barroso. Pero desde mediados de 2009 se ha aplicado ampliamente la estrategia del choque. El choque de una gran crisis que se ha utilizado para imponer medidas de regresión social imposibles de aplicar en tiempos normales. Por lo tanto Strauss-Kahn está lejos del «neokeynesiano» que pretenden hacernos creer.
En ese contexto, si observamos las condiciones de vida de los más desfavorecidos, cuya mejora debería guiar cualquier política digna de este nombre, no es posible afirmar que el FMI «es útil de nuevo». Al contrario, es necesario combatirlo firmemente y actuar para disolverlo y sustituirlo por una institución democrática y centrada en garantizar los derechos fundamentales, en una palabra, una institución «útil». Justo lo contrario del actual FMI…
(1) http://sites.radiofrance.fr/franceinter/chro/ledebateconomique/
(2) Jean-Baptiste Chastand, 19 de mayo de 2011, http://www.lemonde.fr/dsk/article/2011/05/19/dominique-strauss-kahn-quitte-un-fmi-redevenu-utile_1524181_1522571.html Ver también los artículos de Alain Faujas.
(3) Su salario anual en 2010 fue de 441.980 euros, sin contar una asignación de 79.120 dólares para gastos de representación.
*Miembros del CADTM,