Un poeta del río de las lluvias

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Uno de los tópicos favoritos referidos a la poesía se contiene en la palabra magia. La poesía es mágica, decimos. Pero no magia como la física sagrada de los conocimientos que algunos apuestan perdidos –y a la espera de ser descubiertos otra vez–, sino que pensamos en actos de prestidigitación verbal.

fotoTras la perdida revolución del romanticismo el poeta fue domado y la poesía se transvistió como juego de salón. Los descendientes de aquellos que imprecaron a los dioses, que desafiaron el destino, que auguraron batallas infinitas, que pretendieron trascender su mortalidad, optaron por el lento suicidio del ajenjo, por el silencio de la locura en un entrepiso. La mayoría consiguió lustrar sus zapatos para mejor escribir versos de feria o de salón.

Ser romántico, así, a significa cantar canciones de amor, o escribirlas, en noches de bohemia pobre y sin retorno. Las luces de París no dejaron ver los rayos del cielo. Y el que no puede ser “romántico”, pues será un rebelde: alguien en quien menos todavía se puede confiar. Sólo que la poesía no sirve para subterfugios, no se define a través de lo ya definido, abomina comparaciones.

Ante la pluralidad de ojos y vidas, que según algunos obtenemos a lo largo del tiempo, se alza el orgullo –y la condena, como corresponde– de creer que una sola vida nos toca vivir; una sola –y luego el vacío o la espera de la resurrección: el premio o el castigo–. Poeta es aquel que agota esa vida y, en haciendolo, deja su testimonio. A veces su martirologio.

No son éstos tiempos para la crianza de poetas o héroes; no cabalgan los guerreros al encuentro de su muerte frente a otros guerreros, que son sus iguales: nos gusta pensarlo. Hemos sido domesticados, somos una especie que batalla por su lugar en el encierro. Dios ama a los que triunfan y el resto al gallinero. Pero no es así.

Los dioses pierden a los que triunfan, oxidan sus armaduras, hacen de sus mujeres criaturas sin leche, destruyen los símbolos de sus ciudades, los hacen despeetar en los vertederos. Cuando la guerra es por la sobrevivencia el héroe será el conjunto. La vida es colectiva. No es un guerrero el piloto cuyo avión se recorta muy arriba contra el sol: es un esclavo; no son víctimas los que mueren cuando aquel les arroja su carga: son los padres de los vengadores. La venganza es la justicia de la historia.

Los verdaderos poetas viven extramuros; a su espalda el cono del volcán. Con palabras cotidianas llevará el recuento de los paraísos perdidos. El poeta es un pez.

Vuelo subterráneo recoge antológicamente la producción de Mario Meléndez publicada en varios libros.

fotoTEXTOS DE VUELO SUBTERRÁNEO

La portadora

Ella sacó a pasear las palabras
y las palabras mordieron a los niños
y los niños le contaron a sus padres
y los padres cargaron sus pistolas
y abrieron fuego sobre las palabras
y las palabras gimieron, aullaron
lamieron lentamente sus ciegas heridas
hasta que al fin cayeron de bruces
sobre la tierra desangrada

Y vino la muerte entonces
vestida con su mejor atuendo
y detúvose en la casa del poeta
para llamarlo con gritos desesperados
y abrió la puerta el poeta
sin sospechar de qué se trataba
y vio a la muerte colgada de su sombra
y sollozando

«Acompáñame», le dijo aquella
«porque esta noche estamos de duelo»
«Y quién ha muerto», preguntó el poeta
«Pues tú», respondió la muerte
y le extendió los brazos
para darle el pésame

Recuerdos del futuro

Mi hermana me despertó muy temprano
esa mañana y me dijo
«Levántate, tienes que venir a ver esto
el mar se ha llenado de estrellas»
Maravillado por aquella revelación
me vestí apresuradamente y pensé
«Si el mar se ha llenado de estrellas
yo debo tomar el primer avión
y recoger todos los peces del cielo»

Señores del sur

Señores del sur
he comprometido mis raíces con ustedes
mi palabra llegará como un río
a recoger la tierra y su origen
Llámenme agricultor
cuando el trigo se despierte
cuando cruja la semilla
y el invierno se levante en una mano
Llámenme soldado
cuando el agua y la piedra se reúnan
entonces seré el puñal
que desgarre ceniza y envoltura

foto
No digan al Maule como me llamo
me reconocerá por la voz
por los susurros que mis labios
llevarán hasta su lecho
No digan nada en Constitución
o en Pelluhue o en Chanco o en Curanipe
mi nombre fue encontrado en una ola
no es necesario que digan nada

Señores del sur
mi casa es mi mejor emblema
Pueden ver a través de las ventanas
o a través de mis ojos
lo que les tengo preparado
Abriré de una en una mis heridas
y escupiré poemas en vez de sangre
y a todos les diré mi nombre
Porque no quiero ver a Pedro
arrinconado en un museo
o a Manuel Francisco
retenido en una boca
Ellos sabían cantar
eran dos vientos de distinto oficio
dos gotas que el Maule
sacudió con violencia

Y yo ¿quién soy?
algo tengo de todos
cara de pan o de hormiga
muslos comprometidos
con el sabor de la tierra
hombros de padre
dientes de inquilino o de patrón
Soy una flor con espinas
y pétalos de mármol
un poema preparado
con la lluvia de cada día

Sinfonía negra

Eva colgaba sus muertos de la ventana
para que el aire lamiera los rostros
preñados de cicatrices
Ella miraba esos rostros y sonreía
mientras el viento empujaba sus senos
hacia la noche agusanada
Una orgía de aromas sacudía el silencio
donde ella se deseaba a sí misma
y entre suspiros y adioses
un grillo ciego desmalezaba
sus antiguos violines

Nadie se acercaba a Eva
cuando daba de mamar a sus muertos
la cólera y el frío
se disputaban su adolescencia
el orgasmo daba paso al horror
el deseo a la sangre
y pequeñas criaturas violentas
despegaban de su vientre
poblando los amaneceres
de luto y de pesadillas

Luego
cuando todo quedaba en calma
y las sombras por fin
regresaban a su origen
Eva guardaba sus muertos
besándolos en la boca
y dormía desnuda sobre ellos
hasta la próxima luna llena

Que salga el indio entre las piedras

Que salga el Guayasamín que cada uno tenemos
que salga el indio entre las piedras, médula a médula
el gran precipicio que somos, la gran llaga ecuatoriana
y lo que cae del ojo al cielo, y lo que arruga el aire
y lo que sale de nosotros mismos como una rosa deforme
y lo que araña más adentro que salga
que salga el trueno, la bocanada, el relámpago
la hebra furiosa y tuerta que mira sangrar el alma
y aquí, en esta jaula ardiente que es América de luto
están pendiente los nombres de aquellas manos clavadas
de aquellos pies desahuciados, de aquellos huesos de humo
de aquel sueño arrojado al gran ataúd del miedo
o simplemente del árbol con sus ramas infinitamente secas
Porque no estamos muertos, no estamos
y hay uno que ahora brinca por encima de los sables
y hay uno que bebe fuego y lleva alas de ceniza
y hay uno que agrieta el río con su cráneo universal
y hay uno que dice yo, yo soy el indio entre las piedras
y todo el horror humano se me apaga en el cuerpo
y tengo lágrimas y penas
y el corazón como una luna borracha
y el esqueleto dormido, y la mandíbula tiesa
y a mi oído brama el perro de las noches podridas
y a mi boca rueda el beso de la angustia que mata
Y yo pinto, yo pinto con mi voz y con mis uñas repletas
yo pinto con mi oxígeno la cicatriz del viento
raspo la puñalada maldita de los siglos
me sumerjo en el ácido mortal de las pupilas andinas
desnudo el recuerdo de la calavera sombría
y en mí sobreviven las tripas cortadas de cuajo
y cada grito soy yo, cada mejilla nacida del grito
cada suspiro fatal y su patria de aguja
cada mujer, cada hombre
cada animal volteado en la vértebra dramática
todos y cada uno de ellos
y en todas partes la vida como un sol amargo
y yo, hinchado de colores
cierro las alas y duermo sobre la tristeza

El barco del adiós

Yo soy el niño que juega con la espuma
de los mares desahuciados
Por esa playa embanderada de gaviotas
yo estiro mis brazos como flojas redes
mientras las olas pellizcan mis sueños
y una sola lágrima revienta contra las rocas
Los arrecifes se asoman a la orilla
vienen descalzos a bailar sobre mi alma
y en sus labios traen algas y corales
la levadura del mar convertida en beso
Yo muevo mis pies entonces
como dos viejos remos
mi corazón es un océano de rostros y de manos
y yo entro en él sin darme cuenta
con mi equipaje de arena
aferrado al timón del viento
a la proa de los años
donde una voz que no es mi voz
eleva el ancla de este pequeño barco
que se aleja con mi infancia a bordo

fotoLa danza del toro

a Carlos Díaz Loyola

Difícilmente olvidarte porque la sangre no se olvida
no se olvida el volcán o el cuchillo de tu boca
o la barba desgarrada en el muro de los siglos
o el eructo de la tierra con su llanto de trinchera
y su color de mosca y su veneno anónimo
Difícilmente la orina del mar con sus alas marchitas
y el grito funerario del cielo y el ojo del relámpago
y la muerte de los muertos y la vida de los muertos
y el mantel del infinito a saltos
sobre los pechos del destino que devora, araña
rompe las cavidades del pubis y su recuerdo ardiente
de cada memoria fría, de cada aullido en llamas
terrible como la cópula de las entrañas
o el latido de un trueno enfermo
terrible en su plumaje de holocausto
en su piel de cataclismo
en su cintura trizada por la sed y el hambre
en los labios del otro, en los huesos del otro
en el gran animal que somos
mientras la panza gime y se retuerce de lombrices
y las arrugas crecen y los bigotes crecen
y crece también la muerte como una muchedumbre
la muerte diaria que nos acompaña, oscura, macabra
deforme en su legado de grietas, en su acento de oruga
en el perfil de las hogueras y de los hipos del universo

Difícilmente olvidarte en la cascada de los sueños
en el gran litoral del miedo o en la vendimia de mi alma
en el vuelo rasante de las letras y de las piedras humanas
en la anatomía del fuego y en las momias recientes
Difícilmente olvidarte cuando caen los bostezos
y la luna tiene un raro parecido al aire
que sofoca las arterias
y aparecen los ciegos y aparecen los ciegos
y aparecen los ciegos cantando con tu voz de bestia
con tus uñas ancladas, con tu eco de tren deshabitado
y con tu noche de alambre y de esqueleto sonámbulo
Porque difícilmente podremos olvidarte, difícilmente
aunque no traigas regalos, aunque te canses del viento
aunque se apaguen tus muelas, difícilmente en el rugido
de un viejo corazón o una camisa de fuerza, difícilmente
en el olor a pólvora de los sesos, en la saliva ausente
y en el verso degollado a la luz de los infiernos

Un día volveré a tus ojos

Un día volveré a tus ojos
y comenzaré de nuevo
volveré con un sonido hueco de metal
y sol mojado
buscaré entre los papeles del tiempo
tu cuerpo verde y tus cabellos de uva
te coronaré en silencio con mi boca
y con mis manos que no terminan

Volveré por ti y por tu sangre estrellada
viendo pasar la tarde como una sombra antigua
algo se romperá allá arriba y no seremos nosotros
algo se quemará de pronto con el eco de tus sábanas
Y volveré más vivo, más puro, más hambriento
y volveré volando y desgarrando plumas
todo lo haré por ti, todo en silencio
que hasta los gallos prolongarán la noche
cuando te vean desnuda

foto
Mi gato quiere ser poeta

Mi gato quiere ser poeta
y para ello
revisa todos los días mis originales
y los libros que tengo en casa
Él cree que no me doy cuenta
es demasiado orgulloso
para dejar que le ayude
Lleva consigo unos borradores
en los que anota con cuidado
cada cosa que hago y que digo

Ayer no más, en uno de mis recitales
apareció de incógnito entre la gente
vestía camisa a cuadros
y mis viejos zapatos rojos
que no veía hace tiempo
Al terminar la función
se acercó con mi libro en la mano
quería que lo autografiara
y para ello me dio un nombre falso
un tal Silvestre Gatica
Yo le reconocí de inmediato
por sus grandes bigotes y su cola peluda
pero no dije nada
y preferí seguirle la corriente

Luego me deslizó bajo el brazo
uno de sus manuscritos
“Léalos cuando pueda, Maestro” me dijo
y se despidió entre elogios y parabienes
Y sucedió que anoche
y como no lograba dormir
levanté con desgano aquel obsequio
para darle una mirada
Era un poema de amor
un hermoso poema de amor
dedicado a Susana
la gatita siamés
que vivía a los pies del sitio
Parecía un texto perfecto
tenía fuerza y ritmo e imaginación
y todos los elementos necesarios
para decir que era un gran poema
y sin duda era un gran poema
un poema como pocas veces había leído

Entonces me entró la rabia
y la envidia y la cólera
y me pilló la madrugada
con el texto entre las manos
sin atreverme a romperlo
o a hacerle correcciones
Que Dios me perdone por esto
pero no veo otra salida
mañana echaré mi gato a la calle
y publicaré el poema bajo mi nombre

Arte poética

Una vaca pasta en nuestra memoria
la sangre escapa de las ubres
el paisaje es muerto de un disparo

La vaca insiste con su rutina
su cola espanta el aburrimiento
el paisaje resucita en cámara lenta

La vaca abandona el paisaje
continuamos escuchando los mugidos
nuestra memoria pasta ahora
en esa inmensa soledad

El paisaje deja nuestra memoria
las palabras cambian de nombre
nos quedamos llorando
sobre la página en blanco

La vaca pasta ahora en el vacío
las palabras están montadas sobre ella
el lenguaje se burla de nosotros

Revelaciones

En el lecho vacío de Dios
todas las putas son vírgenes
por última vez

——————————————–

Ficha

Mario Meléndez nació en Linares, Chile, el 27 de febrero de 1971.

Obra publicada:

Autocultura y Juicio. Prologado por Roque Esteban Scarpa (Premio Nacional de Literatura), edición de la Universidad Católica del Maule, 1993.
Obtiene el Premio Municipal de Literatura. Poesía Desdoblada, Editorial Mosquito, 1995, es su segundo libro.

Vuelo Subterráneo, El Barco del Adiós, Travesía por el Río de las Nieblas –antología de la nueva poesía maulina–, Apuntes Para una Leyenda y Las Calles de tu Piel siguen sucesivamente. El Circo de Papel, Editorial Poetas Antiimperialistas de América, Ottawa, Canadá, lo convierte en uno de los primeros poetas latinoamericanos en ser publicado en formato gráfico-virtual.

Sus poemas aparecen con frecuencia en revistas literarias, como: Olandina (Perú), Exégesis (Puerto Rico), Predios (Venezuela), El Organillo (Venezuela), Panfleto Negro (Venezuela), Café Berlín (Colombia), Contratiempo (Argentina), Letras de Agua (México), Baquiana (Estados Unidos), La Costumbre Digital (Estados Unidos), Entre dos Palabras (Estados Unidos), Orpheu (Portugal), Revista Voces (La Coruña, España), El Ebro (Barcelona, España), La Bisagra (Barcelona, España), Cisne Negro (Barcelona, España), Margen Cero (Barcelona, España), Razón y Palabra (Madrid, España), Eldígoras (Madrid, España), Enfocarte (Madrid, España).

La poesía de Meléndez está presente en divresas antologías: Antología de la Joven Poesía Chilena (Editorial Universitaria), 100 años de poesía del Maule (Ediciones Mataquito), Antología de la Poesía Latinoamericana (Revista Claroscuro, Fundación Neruda), Poetas de América Latina (Ottawa, Canadá).

Dedicado a la literatura “a tiempo completo” trabaja en el proyecto Ferias Comunales del Libro; editó el CD Hijos del Maule, dirige un taller literario en la Cárcel Pública de Talca y preside de la Sociedad de Escritores de Chile, filial de esa ciudad.

Se agradece al escritor y editor venezolano Teódulo López Meléndez el envío de los primeros textos del autor.

Correo electrónico: mariomelendez71@hotmail.com

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