Un posible “viento de cola” que el gobierno argentino sueña que lo salve

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Es sabido que la evolución de la situación argentina está fuertemente atada a los vaivenes de lo que pasa en la economía mundial. Los mejores momentos del kirchnerismo (2003/2008) estuvieron vinculados a dos situaciones que confluyeron. Una, el default planteado por Adolfo Rodríguez Saa permitió –por varios años– no pagar las deudas reclamadas. Lamentablemente la investigación sobre la legitimidad de la deuda -planteada simultáneamente con el default- cayó en el olvido. Luego con Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner se restablecieron reclamos y negociaciones que ahora volvieron a estallar.

La otra razón que explica las mejoras de esos tiempos tuvo que ver con los aumentos en los precios internacionales de las exportaciones, sobre todo la soja. En la parte negativa de ese “beneficio” hay que anotar que esa producción debilitó los suelos y los agrotóxicos que utilizaron son fuertemente cuestionados por sus nefastos efectos en la salud de trabajadores y vecinos.

En los tiempos actuales el gobierno apuesta su futuro en torno a dos temas semejantes a los que beneficiaron al kirchnerismo de los primeros años.

Uno de ellos tiene que ver con el reciente acuerdo con los bonistas. Esto le permite al gobierno postergar todos los pagos por algún tiempo, “pateándolos para adelante”. En este caso tampoco hubo investigación sobre la legitimidad de esa deuda. Dentro de unos años volverá el mismo problema de siempre.

La negociación con los bonistas dejó pendiente el acuerdo que debe hacer con el Fondo Monetario Internacional (FMI) por el inédito crédito de 57 mil millones de dólares otorgado al gobierno de Mauricio Macri. De ese monto realmente se recibieron 44.149 miles de millones. Todo ello en un caso claro y rotundo de “deuda odiosa”.

Con ese “respiro” en el bolsillo el gobierno espera sacar algunas ventajas de la actual situación internacional y la grave debilidad que atraviesa el dólar. En efecto, la Reserva Federal de los EU -que cumple con las funciones de un Banco Central- dio el aviso que no tiene previsto subir las tasas de interés.

Eso constituye una perspectiva favorable para las grandes empresas de países como Argentina y también eventuales nuevos empréstitos que el gobierno está procurando contraer, una vez que cierre el acuerdo con el FMI.

En el mismo sentido, con estas medidas, el gobierno podría ser beneficiado con algún incremento en el precio de las exportaciones de materias primas que Argentina produce. Dólar devaluado y alza de productos primarios es una combinación que ya favoreció –por algún tiempo- a la Argentina y el gobierno sueña que vuelva a pasar.

Estas condiciones, semejantes a las existentes cuando gobernaba Néstor Kirchner alientan al gobierno a pensar que puede encontrarse con un “viento de cola” que lo ayude a salir del parate, que ya lleva un largo tiempo.

La gran diferencia entre las condiciones actuales y las existentes en el 2003 pone en duda el optimismo del gobierno. Por señalar una diferencia recordemos que el superávit fiscal (diferencia entre ingresos y egresos de Caja) que era en aquellos tiempos el 4%, ahora se ha transformado en su contrario, un déficit que rondará -este año- en un peligroso 7%.

Hay otros problemas que también agobian al gobierno

Más allá de estos sueños de contar con un posible “viento de cola” el gobierno debe dar respuesta a varias cuestiones que no dejan de preocuparlo, entre ellas la persistencia de este coronavirus; la situación y perspectivas económicas; la crisis social y sus propias contradicciones.

En lo que respecta al Covid-19, el virus se mantiene en Capital Federal, avanza en el Gran Buenos Aires y se extendió con fuerza a varias provincias (Río Negro, Jujuy, Santa Fe, Mendoza, entre otras). Aunque el gobierno dejó de colocarlo como el tema central de sus políticas y optó por temas como el arreglo de la deuda y otras medidas económicas, el virus sigue y no cesa.

Está amesetado en cifras muy altas y los riesgos de un colapso sanitario crecen, sobre todo por el número de infectados y aislados en el personal de salud.

En el aspecto económico los datos de la actividad comercial e industrial de julio y agosto indican que la desaceleración de la caída (de mayo y junio) ha vuelto a detenerse y que el repunte de la inflación constituye otro golpe a la capacidad adquisitiva de la mayoría. Por eso el gobierno apura el anuncio de varias medidas a favor de las Pymes, en la búsqueda de una esperada reactivación económica.

Desde el punto de vista social, tal como se preveía, el cansancio social por el corona virus y las cuarentenas junto a la presencia de la crisis económica le ha dado impulso a variados reclamos sociales. Están a la cabeza los problemas derivados de los despidos y temas salariales, las demandas por comida y la explosión de variadas “tomas” de tierras.

Ese último tema, particularmente la ocupación de unas 100 hectáreas en Guernica, municipio Presidente Perón, por parte de unas 2.500 familias, se ha transformado en un hecho  simbólico, en el corazón de la estratégica tercera sección electoral bonaerense, núcleo duro del peronismo electoral en el país y cuyos intendentes califican como un delito dichas “tomas”.

Por último, cabe señalar a las contradicciones del gobierno, algunas públicas –como las durísimas que se dan en torno al tema de seguridad- y otras más reservadas como aquellas vinculadas a la reforma judicial. Lo cierto es que esos problemas dificultan –no poco- la acción de gobierno.

Una sola “grieta” y muchas “banditas”

Que la Argentina tiene una “grieta” y ésta crece sin parar, no quedan dudas. Pero ésta –centralmente- no es la comidilla cotidiana de los medios de prensa. La grieta real, de la que aquí se habla, es la que separa a una parte de la dirigencia más destacada del país y la inmensa mayoría del pueblo.

Ésta se puede observar a simple vista cuando se comparan los modos de vida y las costumbres de esa dirigencia con lo que le pasa al pueblo llano. Esto no es de ahora, viene de lejos, pero con el paso del tiempo se profundiza. Los datos reales de la misma están dados por una economía que se concentra cada vez más en unas pocas manos y una pobreza que crece en los de abajo.

En esa “grieta” cuando los humildes piden y tratan de poner en práctica uno de sus derechos básicos como el “acceso a una vivienda digna”, como lo proclama el Artículo 14 bis de la Constitución Nacional, desde ambas orillas de la “grieta mediática” les contestan que son “delincuentes”.

Esta es la grieta en serio que divide a los argentinos, pero la prensa se ocupa muy poco de ella. Cuando lo hace, en términos generales, repite el sermoneo ya señalado y quienes luchan por sus derechos pretenden ser castigados con el Código Penal.

Todos esa dirigencia y su prensa adicta se escandalizan que miles y miles de personas estén planteando sus derechos sobre 4.300 hectáreas de tierras en la provincia de Buenos Aires.Toma de tierras en Guernica: la Justicia ordenó el desalojo de las 3500 familias que ocupan el predio

Esas mismas voces callan cuando se sabe que centenares de miles de hectáreas han sido mal habidas por tránsfugas como los Benetton, Tompkins, Lewis, Turner, Soros y otros semejantes. Sin contar los millones de hectáreas con las que la oligarquía consolidó su robo, luego de las campañas y asesinatos de indios por parte de Roca.

Tapando, encubriendo, esa grieta real aparecen las decenas de “banditas” del oficialismo y la oposición que pelean por propios espacios e intereses. La prensa del sistema se regodea con esos choques. Ella da cuenta de cómo se canibaliza y fragmenta nuestra sociedad.

 

 *Analista político y dirigente social argentino, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

 

 

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