Venezuela: Luis Salas, el tero y los negociantes
En las pampas del sur existe un pájaro, el tero, que suele cantar lejos de su nido, para distraer la atención de los depredadores y no develar dónde están sus crías. Hoy todas las baterías internas y externas están enfiladas contra un profesor universitario de economía política, Luis Salas, quien fue bendecido con un ministerio sin cartera, Economía Productiva, sin poder real, más allá de sus declaraciones y opiniones.
Muchos son los que pierden tiempo preocupándose por lo que dice este actor que, a pesar de lo sugerido, no es el protagonista en este nuevo gabinete de Nicolás Maduro. Sin dudas, Luis Salas es el de mayor profundidad teórica del variopinto elenco, pero el de menos poder. Mientras los críticos internos, los medios hegemónicos españoles y hasta la BBC –coincidentemente- se preocupan por los análisis de Salas, nadie le presta atención a quienes detentan el verdadero poder, el nuevo Ministro de Finanzas y Banca Pública y su padrino y predecesor, el general Marco Torres .
Para algunos medios bolivarianos, la designación de Salas “ha puesto a temblar a la burguesía comercial-importadora, a los economistas tradicionales que le dan soporte conceptual y académico a sus actuaciones y a sus operadores políticos agrupados en la llamada Mesa de la Unidad Democrática”. Lejos, lejos de la realidad.
Desde la izquierda venezolana se insiste una y otra vez en la discusión conceptual, no menos importante, pero será la práctica del trabajo en un puesto de conducción de política económica (y no en un aula de clase, en un blog, en un portal, ni en un seminario) que obligará al profesor Salas a dirimir con la cruda realidad.
Es elogiable el atrevimiento de Salas de cuestionar públicamente el concepto neoliberal de inflación, pero la atención debiera estar puesta no en el canto del tero sino donde está su nido. No se trata solo del atrevimiento de cuestionar el concepto de inflación, sino del hecho en que este nuevo-viejo gabinete económico –si tomamos en cunta las posiciones de poder real- predomina la visión neoclásica no sólo en este tema, sino en el abordaje del análisis macroeconómico y de la política económica.
Lo lamentable –pero real- es que la visión neoclásica no es privativa de la oposición, sino que ha ganado adeptos en los economistas y sobre todo opinadores dentro del bolivarianismo. En los diagnósticos vienen incubados los gérmenes de la enfermedad. Y esto se debe a una vieja deuda de la llamada Revolución Bolivariana, la de abstenerse por tres lustros de formar sus cuadros: en este caso de economistas heterodoxos, con una sólida formación crítica.
No se puede vulgarizar, tampoco (y este es un método permanente del pensamiento liberal), el concepto de que la inflación “no existe”, sin conocer la argumentación metodológica. (“La inflación es el correlato económico del fascismo político (…) No tiene mucho sentido seguir hablando de inflación y escasez cuando de lo que estamos hablando es de especulación, usura y acaparamiento”, dijo Salas).
Es el precio, quizá, que Salas, un joven sociólogo estudioso de Smith, Ricardo, Keynes y de John Kenneth Glabraith, representante de la economía institucional que solía leer Hugo Chávez (y que demasiados economistas y opinadores, obviamente desconocen). Salas está pagando por salirle salió al paso –junto con José Gregorio Piña- a la visión monetarista y neoclásica de la inflación.
Es más: en el reparto de la última semana, Salas obtuvo el ostentoso cargo de Vicepresidente Económico, encargado de coordinar un equipo donde cohabitan -por ahora- ministros sin profundidad conceptual pero con mucho poder, otros con sólida formación neoclásica y también con mucho poder, lo que los hace más peligrosos.
Es Vicepresidente, pero no tiene injerencia en el Banco Central ni integrará su directorio, un puesto de comando por demás importante (aunque sí lo hará el titular de Finanzas), ni tiene injerencia sobre el Ministerio de Finanzas (tesorería, crédito público), ni sobre los ministerios productivos claves…
Salas debiera aliarse con otros integrantes del gabinete que no solo tienen experiencia (por haber sido ministros o gobernadores), sino que son críticos a las visiones ortodoxas y neoliberales, como el Vicepresidente Ejecutivo Aristóbulo Istúriz o Wilmer Castro Soteldo, éste con una mirada sectorial que seguramente entrará en confrontación con las predominantes en el ministerio de Finanzas y en el Banco Central.
Justamente, Nelson Merentes seguirá al frente del ente emisor, con lo cual la banca nacional e internacional tiene garantizada su influencia, la que viene ejerciendo desde que éste comenzara su labor, donde ahora contará, además, con el apoyo del nuevo titular de Finanzas.
La preocupación de la prensa fue enfocada hacia las opinión de Salas, dejando libre a Rodolfo Medina Rios, (nuevo Ministro de Banca y Finanzas), quien solía burlarse e insultar al gobierno de Chávez ante sus alumnos de la Escuela de Economía de la Universidad Central. Medina sí es economista, y es neoliberal y abiertamente neoclásico. Pero eso no es lo más grave. Medina, tiene vínculos estrechos con la banca nacional e internacional. Viene del Santander -Banco de Venezuela, luego nacionalizado.
El bautizado “delfín” por el mismo Marco Torres, logró ser catapultado a ministro de Finanzas por ser una economista estándar graduado en la UCV, bueno técnicamente, que domina la econometría, con lo cual entra en la categoría impuesta por el pensamiento neoliberal de “buen economista”, pero también por la ignorancia en economía que han demostrado los últimos ministros de Finanzas y el actual presidente del BCV. Sin duda, es un cargo para satisfacer al capital financiero internacional, que sabe que desde ese ministerio se ejerce el poder.
Rodolfo Marco Torres, quien ocupaba ese cargo y sigue controlando el equipo económico desde el Ministerio de la Alimentación, encandilado por sus conocimientos de economía, lo sumó a su equipo en Finanzas como Director General y Encargado de la Oficina de Planificación y Presupuesto. En el haber de Medina: fue expulsado en una ocasión del Ministerio de Finanzas por sus superiores, por asuntos de dinero. Quizá le ha llegado el momento de la venganza y regresó con Marcos Torres al ministerio.
El sector militar que ha venido controlando las posiciones financieras del Estado seguirá teniendo control e influencia sobre las finanzas públicas y con ello la visión derechista de facto en la economía.
Fue éste quien lo propuso como ministro y Nicolás Maduro lo aceptó, posiblemente sin siquiera investigarlo. Hoy el general Marcos Torres sigue controlando el Ministerio de Finanzas, además del Ministerio de la Alimentación. ¿El poder en manos de la banca y los negociantes para mantener una careta de una revolución que ponen en liquidación? ¿Será que la oposición y las fuerzas internas y exógenas que la sustentan quedarán satisfechos y no seguirán con su guerra económica?
Cabe recordar que también integran el gabinete económico, el aviador militar y exconstituyente Wilmar Castro Soteldo, electo dos veces como gobernador del estado Portuguesa, quien asumió como ministro de Producción Agrícola y Tierras; el almirante Ángel Belisario como titular de Pesca y Acuicultura y Emma Ortega en Agricultura Urbana.
El empresario Miguel Pérez Abad fue nombrado en Industrias y Comercio (es titular de Federación de Industriales, Pequeños, Medianos y Artesanos de Venezuela, Fedeindustria desde hace tres lustros), y el exdirigente comunista Jesús Farías en Comercio Exterior e Inversión Extranjera, para atraer capitales y luchar contra la corrupción en las exportaciones, al decir de Maduro.
Ratificados en el área económica quedaron la esposa de Diosdado Cabello, expresidente de la Asamblea Nacional, Marleny Contreras, quien sigue como ministra de Turismo y Eulogio del Pino como presidente de la estatal petrolera Pdvsa y ministro de Petróleo.
Ni siquiera se puede afirmar que es un cambio gatopardiano: la amenaza es que nada quede del chavismo.
*Sociólogo. Investigador del Observatorio en Comunicación y Democracia