Ver para ir viendo: elecciones en Palestina

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LN

Ningún desastre –natural o causado por la especie humana– sobreviene como un evento, algo que sucede de improviso; al contrario. Así como las grandes tormentas, los movimientos telúricos, las marejadas, en fin, pueden "leerse" en multitud de detalles y hechos previos, aquellos responsabilidad humana tienen un prólogo incluso más fácil de descifrar.

Cuando los sucesos se afectan a sociedades, naciones, pueblos las razones de su acaecimiento suelen ser políticas y económicas, primando, según el caso, una u otra; no se declaran guerras ni se producen matanzas por cuestiones tales como "el orgullo nacional", la "defensa de la paz" o "cautelar la democracia". Hay todavía otra causa, difícil de entender: la vesania de los dirigentes al mando del Estado.

Pudo ser esa demencia y furia la que puso a los cristianos en la arena del Coliseo y la que transportó a individuos y familias a lugares como Büchenwald o la que mató más de 30.000 en la Argentina hace menos de 30 años. Tal vez. Este documental, menos de media hora, no tiene como objetivo desentrañar semejantes asuntos.

Se refiere Elecciones en Palestina a aquellas que ganó, el 25 de enero de 2005, el Movimiento de Resistencia Islámica Hamas. Precisamente, que Hamas haya obtenido un triunfo –en la actualidad gobierna con plena legitimidad formal democrática la zona de Gaza, por lo menos a lo todavía vivos– es lo que despierta las reflexiones previas.

Hace tres años que el binomio –¿siniestro binomio?– Estados Unidos/Israel se negó a reconocer la legitimidad de la victoria electoral de Hamas. "Son terroristas", fue el ya gastado argumento. Como si el Estado de Israel no se hubiera fundado sobre una montaña de muertos y lisiados por el terrorismo. Con premura el concierto de naciones siguió los deseos y dictados de Wáshington y Tel-Aviv: los palestinos son libres, pero no libres para elegir como gobernantes y legisladores a quiénes quieran.

Tal cinismo difícilmente pudiera ser calificado como vesania, por más que parezca locura que los ayer víctimas de la shoah reediten las masacres de leyenda que su peculiar dios, se dice, autorizó en tiempos remotos –y quizá fantásticos.

El documental tiene una duración de 28.09 minutos.

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