Víctor Hugo Mendoza / El misterio y la duda

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La imagen más difundida del otoño: bruma, atardeceres tempranos, sueños melancólicos, insidiosa presencia del frío a la noche. Pocas veces pensamos en el otoño como en la estación de la vendimia o del amor que se consolidó. La culpa tal vez sea de un cierto romanticismo que olvidò el rayo y la tormenta para elegir los lentos deslizarse de las penas. El otoño, también, como en Chile, parece la época de las grandes luces que prendió la ciudadanía que dijo «no» y echó a caminar. | MAGALÍ SILVEYRA.

 

No obstante hay algo quieto y calmo en el otoño, no que huya de la acción —como lo prueban los movimientos sociales de los dos países del sur americano, Argentina y Chile— sino que demanda además momentos de reflexión, pide se acompañe esa quietud de las nubes que pasan lentas camino a su horizonte.

 

Y eso hace el cantautor Víctor Hugo Mendoza.

 

Alejado de las banalidades de eso tan a la moda que llaman farándula, viene construyendo una obra sólida, sin estridencias, alejada del tumulto o —lo que es lo mismo— con altibajos cada ve menos bajos y más altos; una obra centrada básicamente en el amor humano, poesía que ancla desde el mismo comienzo la historia de mujeres y hombres.

 

El compositor e intérprete lo logra con delicadeza, con respeto a lo esencial de la balada como género y a la trova latinoamericana como expresión de sensibilidad. Canciones para oír más de una vez, estructuras poéticas populares que no ceden a la percusión fácil de esos ritmos que golpean con la velocidad con que late el corazón cuando se avanza a toda carrera aunque no se tenga claro hacia adónde vamos.

 

Mendoza (Santiago, 1968) no surge de la nada, ni como compositor, ni como letrista, ni como diseñador. Inició su formación en la desaparecida Escuela Experimental de Educacion Artística (EEEA) para cerrarla en la Universidad Tecnológica Metropolitana y en la Escuela de Arte de la música popular.

 

Incidentalmente, de la EEEA egresaron varias generaciones de figuras que deben ubicarse necesariamente en un primer plano de las actividades artístico-culturales chilenas con proyección latinoamericana; que muchos no logren romper el cerrado silencio con el que ese país aísla y «premia» a la mayor parte de sus creadores con merecimiento; en el caso de quienes estudiaron en la EEEA la explicaciòn puede encontrarse en el hecho de que se trataba de un establecimiento público que forjó una elite de talentos, no un establecimiento para una elite socioeconómica. Los grupos de poder son una estructura que, como la Castilla del poema, «desprecia cuanto ignora».

 

De cualquier modo, las canciones de Víctor Hugo Mendoza merecen difusión para encontrar el sitio que de verdad merecen en el sector de las audiencias no contaminado por la brutal comercializaciòn vigente que empobrece las manifestaciones de este arte verdaderamente popular.
Cuando se encienda la nieve —del álbum homónimo de 2005—, como ocurre con las producciones que de verdad tienen algo que decir sobre sentimientos, y lo dicen adecuadamente, merece ser escuchada en este advenimiento del otoño de 2012. Por último porque en estos tiempos de lucha (que no se avecinan porque ya llegaron) o tienen cabida todos o no tendrá cabida nadie. Y porque no se debe cerrar la puerta a las emociones más desnudas y sinceras.

 

La canción —convertida en un vídeoclip de alrededor de cuatro minutos, se encuentra aquí, donde hay enlaces a otras producciones del autor.

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1 comentario
  1. maria jose pinto dice

    Hola amigo, espero que te encuentres muy bien y todos tus proyecto día a día vayan dando frutos… Eres una muy linda persona, lo malo es que ahora no tienes tanto tiempo para salir a compartir un traguito como en los tiempos antiguos tkm.

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