Vida contemporánea. – EL ESPIONAJE COMIENZA EN CASA

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

¡Nada mostrar debilidad con un escándalo! Y menos eso de contratar un detective privado para saber dónde –y con quién– está el o la cónyuge, el novio o esa amante pizpireta! Los detectives privados no son lo que fueron, la prohibición de fumar que se impone urbe et orbi los ha desplazado.

El espionaje doméstico contemporáneo ya no precisa de persecuciones nocturnas y propinas repartidas en restoranes y hoteles. El teléfono móvil –los celulares– brindan un modo rápido, eficiente, silencioso y limpio para cazar a los/as infieles incautos/as.

Y de paso son útiles para recabar información sobre qué hace en realidad esa hija con ínfulas de adulta que asegura va a pasar la noche en casa de una amiga o ese hijo que a veces llega con ojos vidriosos y aspecto cansado.

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Sirven también los celulares para asegurarnos que el empleado sospechoso no almuerza con un gerente rival. Y hasta podría ser útil para rastrear la ubicación de un político en tiempos de pacto y acuerdos «transversales».

La tecnología que se utiliza, un sistema de posicionamiento satelital (llamada de GPS, sus siglas en inglés), es compleja. Usa satélites distantes para, a partir del número de un celular por medio de sucesivas triangulaciones dar con el lugar exacto del aparato e incluso fotografiar desde la alta atmósfera el lugar donde está.

Todo lo que se debe hacer es acceder a www.sat-gps-locate.com, escribir en el lugar que se indica el número del móvil que se desea rastrear y esperar unos segundos.

Conviene recordar, empero, que si bien el conocimiento puede hacernos más libres, tiene un precio que no siempre se paga con dinero. A veces es mejor no saber.

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