Argentina: la empañada alegría del triunfo

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Vilas, Gaudio y Coria. La imagen muestra un podio argentino, con tres glorias posando para la fotorafía de estilo. Histórica e irrepetible.

Un momento que el tiempo guardará en su archivo de hazañas deportivas: por primera vez dos argentinos llegaron a la final de un Gran Slam, y después de 27 años, uno de ellos logró igualar a Vilas.

En la entrega de premios tenían en sus manos al oído del mundo.

Me hubiera gustado ver a Gaudio con una gran bandera argentina sobre sus hombros, a Vilas mucho más efusivo con los muchachos. A alguien que invitase al festejo a Nalbandian y a Paola Suarez -o al menos que se los mencionara-. Al fin de cuentas, mas allá del individualismo helado que mostraron, ¿era o no un verdadero triunfo argentino?.

Me hubiera gustado que el Rey de París le hablara en español a su público; que alguno de ellos hubiera dicho una sola palabra a un pueblo expectante que aplaude y aplaude sin condiciones a sus atletas por el mundo. O que al menos inflaran su pecho al escuchar el Himno nacional tan lejos de casa…

Fue en mi opinión un ejemplo poco feliz para los futuros profesionales del deporte. Aunque igualmente seguirán siendo aplaudidos y felicitados.

El Roland Garros reparte unos 860 mil euros: que los disfruten. Lástima no haber escuchado de parte de ellos un «¡Vamos Argentina, carajo!».

Es hora de asumirlo: no merecemos la más mínima dedicatoria. No somos parte de sus epopeyas. 

 
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* Periodista independiente.

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