Argentina: los extremos de la perversión

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Cuenta la anécdota, anécdota docente, que un profesor entra al aula saluda a los alumnos y luego se dirige al pizarrón de fondo verde y allí dibuja un llamativo punto con tiza blanca. Se vuelve hacia los alumnos y les pregunta, ¿que ven en el pizarrón? Todos contestan automáticamente: Un punto blanco. El profesor les dice entonces, ¿ninguno ha visto el espacio verde? De eso trata todo esto. ⎮EDGARDO FILLOY.*

“Pocos hombres pueden ser felices si no odian a algún otro hombre, nación o credo”,
(Bertrand Russell).

Un sector bien definido de la  oposición insólita y fanática en la Argentina merece ciertas consideraciones y comparaciones, hasta analogías con la película El doctor Insólito de Stanley Kubrick y las conductas suicidas de la ultra derecha y los medios hegemónicos que se solazan en lo apocalíptico como un hecho triunfal.

Para mejor ubicar lo que queremos expresar en este escrito nos permitimos transcribir un tramo de un trabajo de Eduardo Aliverti, El cerco opositor, aparecido en Pagina 12. ¿Cómo se acierta a descubrir la frontera entre apoyar a este gobierno en su rumbo general y que eso no se transforme en el riesgo de perder capacidad de pensamiento crítico?

“La pregunta está muy lejos de relacionarse con falaces pretensiones de independencia o neutralidad periodística. Siempre debió estar claro que no existe nada de eso, con excepción del rigor en el aporte de datos. Si éstos son fundamentados podrá cuestionarse al servicio de cuál postura se los brinda, pero nunca que se obró mediante engaño o displicencia respecto del fondo de una cuestión.

"El punto pasa por el cerco analítico que impone la oposición, en un sentido muy claro. Es tal la ineptitud de sus dirigentes; tal su abatimiento; tal su improbabilidad de formular una sola propuesta solvente acerca de cualquier materia; tal como todo eso continúa traduciéndose en una agenda fijada por los medios del ultrismo antikirchnerista, que las resultas son quedar adscripto casi inevitablemente a las posiciones oficiales por mero default de toda otra cosa.”

Dr. Insólito o: cómo aprendí a dejar de preocuparme y amar la bomba,
algunas cosas más y su vinculo con los hechos político que acontecen en la Argentina:

Pasaron muchos años entre la película y los hechos actuales con los que queremos establecer conexiones y analogías. Un sátira social le permite a Kubrick  demostrar el juego de odios y amores de las sociedades, así logra mantener su vigencia , solo es necesario cambiar a los protagonistas y el contexto de hoy día.

La gran paradoja, intencionada claro, es que el Dr Insólito —Strangelove— no puede impedir que su brazo haga el saludo hitleriano toda vez que la catástrofe apocalíptica se avecina. Esto se parece mucho a los reiterados y entusiasmados titulares de Clarín, la Nación y Perfil  y los canales de cable adheridos a TN y sus seguidores, por citar los más enjundiosos en esta tarea. Últimamente los spots publicitarios, especialmente los de Alfonsín, De Narváez y Duhalde. Responden a esta lógica perversa.

Esos mensajes tremendistas van acompañados de una retórica de supuestos y abstractos valores morales, democráticos y de libertad que han sido permanentemente contradichos en sus actos de gobierno, cuando lo fueron, o en sus posiciones parlamentarias. Actitudes que han llevado a lo largo de la historia al país al borde de la disolución o destrucción.

A esto ahora debemos agregar los manifiestos apocalípticos de las corporaciones empresarias patronales como la SIP y ADEPA, que curiosamente ignoran los verdaderos crímenes contra periodistas y la libertad.

Todas estas confrontaciones se basan en el fenómeno que  necesariamente implica una constante de negación o autodestrucción. Todas las opiniones o manifestaciones de todo tipo niegan como principio e imposibilitan las consideraciones posteriores. Los caminos de la razón se cierran y solo queda la autodestrucción.

Se diría que una suerte de irracionalidad es la que esta en la base de la planificación de estas estrategias que son profundamente perversas. La continua descalificación y hasta el insulto es una de sus armas predilectas.

Las sociedades son perfectibles y, en nuestro país, desde el año 2003 estamos viviendo un proceso que tiene un rumbo en lo nacional y regional que balancea de un modo más justo el equilibrio de poder en el mundo.

La idea que todo debe cambiar de la noche a la mañana es una falsa utopía, si consideramos que este es mismo pueblo que viene de transitar históricamente grandes errores. Ningún sector está exento. Las categorías morales de una sociedad y su humor es un proceso de generaciones. Lo importante es el rumbo. Por eso rescato a Luis Bruschtein cuando recordaba en un articulo suyo esta  frase que hizo suya la presidenta en el cierre de campaña. Hay un viejo dicho del Mayo francés, que decía: “Cuando el dedo señala a la Luna, los tontos miran el dedo”.

“La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para que sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar.”
(Eduardo Galeano).

La interpretación es clara. Todo este texto quiere establecer un nexo analógico con la actitud de la oposición que va más allá de las diferencias de los planteos. Son directamente terminales y eso es suicida, autodestructivo, no importa el costo, lo que importa es el fracaso aunque este como temporal arrastre a toda la sociedad.

Por esta vez y ojalá por siempre esto no sucederá. “Sur sum corda” (arriba los corazones)

* Fotógrafo, restaurador y conservador de fotografía histórica.
 

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