Chile, candidatos: No quiero ni debo…

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Wilson Tapia Villalobos*

El “factor Lagos” sigue imponiendo las condiciones de la política chilena. La anunciada decisión del ex presidente de no postularse como candidato presidencial el 2009, parece haber despejado el camino a su propia coalición, la oficialista Concertación de Partidos por la Democracia. Pero también permite a la derechista Alianza Por Chile, fuerza opositora, estructurar mejor su estrategia para tratar de ganar la Presidencia de la República.

Tal vez en los argumentos esgrimidos por el ex mandatario pueda resumirse buena parte de la historia de Chile de las últimas dos décadas. Afirma que es necesario introducir cambios profundos en la política. Un reconocimiento de que la Concertación no está dando las respuestas requeridas. Y en ese punto recordó lo que alguna vez dijera Felipe González, cuando su partido, el Socialista Obrero Español perdió el control del Ejecutivo a manos de la derecha: “Lo que ocurrió fue que no nos dimos cuenta que cambiamos España”, sostuvo González.

Lagos, por su parte, cree que la Concertación cambió Chile y ahora corresponde que cambiemos nosotros mismos. Una alusión apenas velada a la degradación general de la política por no coincidir con las aspiraciones de la gente y a las disputas internas en la colación gobiernista. Una situación que muchos interpretan como el sálvese quien pueda de una crisis grave. Otros, más osados, la comparan con lo que ocurre con las ratas al hundirse un barco. Cualquiera sea el símil, la realidad es que ambas visiones dan por derrotada a la Concertación y vencedora a la derecha.

Ricardo Lagos no se cierra ante esta eventualidad. Pero, como corresponde a un líder, sostiene que las posibilidades de triunfo para la Concertación se mantienen. Al entrar en este campo, deja de lado la justeza en los juicios que lo hizo tan famoso.

En una especie de manifestación de principios respecto de la amplitud de criterio, afirma que nadie podría decir de buena fe que un voto de la derecha en la próxima elección tiene menos calidad democrática que uno de la Concertación. Sin embargo, intentando descalificar al adalid derechista Sebastián Piñera, afirma que éste estuvo contra la permanencia de Pinochet en el poder, pero luego se identificó con la derecha que era la base del régimen dictatorial. ¿En qué quedamos?

Aparentemente despejado el tema Lagos, la Concertación podría encontrar más fácilmente la senda que la lleva a un candidato unitario. Pero el ex presidente es sólo un factor. Hay otros. La pugna dentro de la Democracia Cristiana (DC) y la sangría que representa para ésta el desgajamiento producido por el senador Adolfo Zalvídar, es un tema gravitante. En el Partido Socialista, por su parte, las tensiones no son menores. La facción que quiere hacer volver a la colectividad a posiciones de izquierda cuenta con arrastre en las bases.

Pero por sobre las ambiciones y los distanciamientos, hay otros hechos. Pareciera que sólo existen dos líderes capaces vencer a Piñera. Uno de ellos era Lagos. El otro, el senador y también ex presidente Eduardo Frei. Este último deberá derrotar internamente a su correligionaria y presidenta de la DC, senadora Soledad Alvear. Para lograr tal objetivo, Frei muestra atributos suficientes, aunque Alvear maneja la estructura partidaria, cuestión no menor en estas circunstancias. Pero lo que dicen las encuestas y la sana lógica, hacen pensar que Frei podría ser el abanderado DC. Asegurada esa condición, difícilmente podrían arrebatarle la representación de la coalición gobiernista.

Cualquier analista político sabe que lo que en esta elección se encuentra en juego la supervivencia de la Concertación. Y eso pasa porque la DC siga con vida. Difícilmente un candidato socialista, aunque le sobren atributos, puede asegurar tal cosa. Por otra parte, Frei le restaría votos de centro derecha a Piñera, cuestión que puede resultar decisiva.

Hasta ahora, el senador democratacristiano ha jugado sus cartas con una maestría que no se le conoció ni siquiera cuando fue primer mandatario. Se ha abierto hacia posturas de mayor preponderancia para el Estado, que darían mayor estabilidad a la economía en la coyuntura actual y ayudarían a resolver problemas de gran impacto en la ciudadanía, como el Transantiago.

Todo esto lo saben los líderes de la Concertación. De allí que el paso al costado que dio Lagos no puede sorprender. Lo único que cabe preguntarse es si será definitivo. Las palabras del ex mandatario suenan tajantes, pero su contenido deja abierta la puerta al clamor popular.

¿Qué pasa si las encuestas demuestran que la candidatura de Frei no prende? ¿Qué pasa si, por el contrario, la gente añora a Lagos?

Tal vez se cumpliría la condición que él esgrimió desde un comienzo. No iré a las primarias, pero me piden ser candidato… Si se negara sería de un egoísmo inconmensurable.

No quiero, no debo… Pero puedo.

* Periodista.

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