Cosa de brujas: Cachavacha, el mejor del Mundial

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Rubén Armendáriz

"Esto es un premio logrado gracias a mis compañeros, tengo en claro que es fruto del campeonato espectacular que hizo el equipo”. Esas fueron sus palabras, cuando festejaba con sus compañeros, aún en Sudáfrica, haber sido elegido como el Mejor Jugador de la Copa Mundial de la FIFA 2010.

Lo cierto es que, pese a las presiones de la prensa europea, el uruguayo Diego Forlán –co-máximo artillero del torneo con cinco goles- ganó el Balón de Oro al mejor jugador de la Copa del Mundo. El artillero de Uruguay recibió el 23,4% de los votos en la encuesta entre los periodistas que cubrieron el torneo en Sudáfrica, superando al holandés Wesley Sneijder (21,5%) y al español David Villa (16,9%).

Sus compañeros le dicen Cachavacha, como una bruja de historieta, pero se llama Diego Forlán, y tiene 31 años edad. Uno lo ve en la cancha con su melena dorada y nada hace pensar que puede ponerse un equipo al hombro y deleitar a los hinchas (propios, ajenos) con sus milimétricos pases y sus goles, de izquierda, de derecha, de cabeza.

No cabe dudas que es contagiosa la felicidad futbolera uruguaya, porque sólo ellos creyeron que podían llegar al menos hasta donde llegaron: estar entre los cuatro mejores del mundo, por primera vez en 40 años.

Lo cierto es que la historia del fútbol uruguayo no es reciente: se llevó el oro en los Juegos Olímpicos de 1924 y de 1928 y fue campeón en el primer Mundial, en casa propia, en 1930. Y otra vez, cuando volvieron a participar, en 1950, dando el golpe en el absorto Maracaná.

Y la historia de su familia viene aferrada a la pelota de fútbol. Su padre, el lateral derecho Pablo (El Boniato) Forlán fue campeón de casi todo en Peñarol, San Pablo, Cruzeiro, Defensor y estuvo en los Mundiales de 1966 y 1974. Su abuelo materno, Juan Carlos Corazo, también futbolista en 1930, fue el técnico de la celeste en 1962, en el mundial de Chile.

Al fútbol tras la tragedia

Diego potenció la historia familiar. Pero su decisión de jugar fútbol nació a raíz de una tragedia. Un año después que también de la mano del maestro Oscar Tabárez  la celeste fuera eliminada en el Mundial de1990 de la mano del anfitrión, Italia, su hermana mayor Alejandra sufría un accidente automovilístico, en el que murió su novio y la dejó paralítica.

A los 14 años abandonó su raqueta de tenis (soñaba con ganar la Copa Davis, representando a Uruguay) y decidió seguir los pasos de su padre y de su abuelo: los gastos médicos eran difícil de solventar por el presupuesto familiar.

Desde su llegada a Independiente de Avellaneda con 17 años (debutó en octubre de 1988 de la mano del renombrado César Luis Menotti), y en su paso por el Manchester United, por el Villarreal y ahora en Atlético Madrid mostró su crecimiento como futbolista y como persona, siendo seleccionado como Embajador de la Unicef. La Fundación Alejandra Forlán, cuyo objetivo es ayudar a víctimas de siniestros viales, es todo un éxito.

En su primera temporada en España, sus 25 goles le alcanzaron para ser Pichichi de la Liga y recibir el Balón de Oro de la UEFA. Tras otras dos campañas exitosas, emigró al Atlético Madrid, donde rompió todas la redes: hizo 23 en la campaña 2007/08 y 35 en la 2008/09, logrando otro título de goleo y un nuevo el Balón de Oro, además de ser campeón de la Europa League este mismo año.

En lo que a la selección respecta, su primer contacto con la Celeste en el gran concierto internacional fue en la Copa Mundial Sub-20 de la FIFA Nigeria 1999 que Uruguay terminó cuarta: fue titular en los siete partidos disputados y anotó un gol.

El entrenador Víctor Púa lo hizo estrenarse en el combinado absoluto el 27 de marzo de 2002 en un amistoso ante Arabia Saudí en Ad-Damman, durante el cual también marcó su primer tanto (2-3). Meses más tarde disputó su primera Copa Mundial de la FIFA, la de Corea/Japón 2002, convirtiendo un tanto en el único compromiso que le tocó jugar, ante Senegal el día de la eliminación (3-3).

Desde ese entonces, Forlán nunca dejó de ser convocado a la selección. Oscar Tabárez le dio la titularidad desde el inicio del clasificatorio para Sudáfrica 2010, y él respondió como mejor sabe: fue el máximo artillero celeste con siete tantos en 13 encuentros.

En Sudáfrica, le encontró la vuelta, le tomó la mano (o el pie, mejor dicho)  a la Jabulani (la sorprendente pelota con la que se jugó el Mundial) como nadie. Y fue premiado. "Disfrutamos mucho de poder jugar siete partidos", dijo, sin referirse a que muchos se fueron después de disputar los tres o cuatro primeros cotejos.

De novio desde hace unos meses con la bella modelo argentina Zaira Nara, con la que contraerá nupcias apenas llegue al Río de la Plata, Cachavacha recibió hoy su mejor noticia profesional al consagrarse como el mejor del Mundial.

Cosa de brujas.

 

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