Democratización mediática: el turno de Brasil

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Matías Sanchez *
El ministro de Comunicación Social de Brasil, Franklin Martins, anunció que se comenzó a elaborar un proyecto que pretende regular los medios de comunicación electrónicos. Además, advirtió que la base será priorizar la "participación de los ciudadanos". Esta información oficial es un nuevo, y decisivo, motivo para que se reavive el debate público que Lula mantuvo durante la campaña presidencial con los medios hegemónicos, verdadero poder político y económico de oposición al gobierno del Partido de los Trabajadores.

Durante 2009 cuando Argentina sancionó su Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (LSCA), y semanas atrás, cuando se vivió una intentona golpista en Ecuador -entre otras cosas porque el gobierno de Rafael Correa propone democratización mediática-, los poderes fácticos del conglomerado económico concentrado que tienen intereses más allá de la región, encabezaron planes destituyentes en contra de las administraciones que pretenden ponerles coto.

La intención esgrimida por el gobierno de Lula fue inmediatamente cuestionada por la Asociación Brasileña de Radio y Televisión y por la Asociación Nacional de Diarios, que recelan de las intenciones de regular los contenidos de los medios y, lo que según esos intereses, sería “restringir la libertad de expresión” .

En busca de calmar los ánimos tras el anuncio de Martins y de asegurar la pluralidad defendida, la presidenta electa de Brasil, Dilma Rousseff, declaró que la futura ley de medios será sometida a la consideración de sectores diversos de la sociedad. "Yo creo que, como ocurre en cualquier otro proceso, tiene que haber una gran discusión" sobre la legislación relativa a la radiodifusión y las telecomunicaciones, afirmó la presidenta electa.

Aunque la expectativa de que ese debate amplio conforme es baja, ya se tiene como ejemplo el caso de la LSCA que fue discutida en foros por todo el país, por todos los sectores involucrados, que se aprobó en el Congreso con amplia mayoría, y aún así terminó judicializada.

El diagnóstico oficial que fundamenta la necesidad de una nueva normativa en Brasil, da cuenta de la gran concentración de medios nacionales y regionales en manos de grandes y escasos grupos. Esto impide la diversidad y democratización informativa que queda sujeta a los intereses de unos propietarios de canales, radios y periódicos.

Según distintas estimaciones de institutos de comunicación y encuestas, la televisión y la radio son el principal medio de información para más del 88 por ciento de los 190 millones de brasileños, lo que realza la importancia del debate de los medios como instrumento de poder nacional y regional.

Desde la década de 1960, el sistema de medios brasileños se organizó en torno a grupos cabeceras de red, que son las grandes generadoras de contenidos, y en torno a las cuales orbitan decenas de grupos afiliados que, básicamente, retransmiten la programación en las cinco grandes regiones en que se divide el país.

El mapa de la concentración. El Instituto de Investigación y Pesquisas en Comunicación (Epcom) realiza un seguimiento del mapa de medios que indica que existen seis grandes grupos de privados que concentran alrededor del 90 por ciento de la audiencia televisiva: Globo, SBT, Record, Bandeirantes, Rede TV y CNT.

En conjunto, estos grupos controlan junto a sus redes regionales más de 670 medios en todo el territorio brasileño, frente a los 135 de redes públicas, segmentadas y de grupos independientes.

Sólo la estatal Empresa Brasileña de Comunicación (EBC) tiene inserción minoritaria en el selecto equipo de grandes medios. Pero el gran detentador mediático de Brasil es la Red Globo, con un total de 340 medios, de ellos 105 televisoras, 76 radios de Frecuencia Modulada y 63 de onda corta y media, además de 33 periódicos y 27 revistas.

El segundo grupo es SBT con 185 medios, 58 de ellos televisoras; y el tercer multimedios es Bandeirantes, con 166 medios y 38 canales.

Ante ese panorama, Lula da Silva sostuvo en la campaña un debate frontal con los principales medios, a los que acusó de actuar como "partidos políticos" en defensa de sus propios intereses, lo que fue respondido con la plegaria archi-conocida de que desenmascarar las operaciones de la prensa hegemónica es un ”intento de limitación a la libertad de expresión y de prensa” .

El analista en comunicación Beto Almeida resaltó que la cuestión de la libertad de expresión y de prensa en Brasil creará polémica debido a que Rousseff "mencionó la importancia de velar por esto y de fortificar un modelo de comunicación pública y plural". A lo cual agregó que "ella dio una respuesta muy fuerte de que va a velar por la libertad de prensa, la libertad de expresión" en su primer pronunciamiento tras ser electa y "dijo que impulsará un modelo para una mayor comunicación pública, comunitaria y alternativa, cosa de la que los medios no van a salir favorecidos".

Otro elemento que se suma al debate es la relación entre propiedad de medios y dirigencia política. Se registran cientos de empresas mediáticas en manos de prefectos, diputados estaduales, diputados federales y senadores.

De acuerdo a la Agencia Reporter Social, el fenómeno alcanza a un tercio de los senadores y a más del 10 por ciento de los diputados que terminan sus mandatos el 1 de enero, los cuales controlan radios o televisoras. "Todos sabemos que los diputados y senadores no pueden tener canales, es más, todos sabemos que ellos los tienen a través de subterfugios de los más variados porque esto se transformó en tierra de nadie", dijo Martins al anunciar la iniciativa oficial.

El funcionario también advirtió que ningún grupo tiene el poder de prohibir la discusión que “ya en la mesa y tendrá que ser hecha en un clima de enfrentamiento o de entendimiento” .

Lo que comienza a debatirse en Brasil, y ya pasó en otros países de Latinoamérica, es la historia que se repite, esta vez a favor de los más necesitados y de la pluralidad de voces. Cuando la presidenta argentina Cristina Fernández envió el proyecto de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y se aprobó, luego de un intenso e interesado debate, los grupos de intereses económicos que se escondían detrás del slogan de “periodismo independiente”, hicieron lo imposible para que esta ley no saliese. Pero salió.

En Brasil, la red Globo es como el grupo Clarín argentino, y aquellos políticos brasileños que poseen acciones en los medios de comunicación bien se podrían identificarse con el grupo Vila-Manzano o con el diario La Nación. El escenario es el mismo, sólo cambian los actores en medio de una historia bastante similar. Resta ver si el nuevo gobierno encabezado por Dilma Rousseff podrá hacer frente, son el apoyo del saliente Lula, a los ataques virulentos y destituyentes que enfrentaron la presidenta Cristina Fernández y Néstor Kirchner a su lado.

El gobierno de Lula prepara pone en la mesa una carta fuerte en las últimas semanas de mandato. Comenzó a discutirse la una nueva normativa para regular los medios electrónicos, concentrados en seis grupos privados nacionales. Un debate que será parte de la herencia política para Dilma Rousseff.

*Agencia Periodística del Mercosur
   

 

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