Derrota

2.205

Álvaro Cuadra.*

El triunfo de la derecha en las elecciones presidenciales, aunque por un estrecho margen, marca un hito histórico en el Chile post dictatorial. Este hecho plantea una serie de interrogantes e incertidumbres, por lo menos, para los próximos cuatro años en nuestro país. Es claro que las cosas van a cambiar, aunque dentro de ciertos límites prescritos por un orden constitucional que ya conocemos y que no ha sufrido modificaciones sustanciales desde que fuera promulgada por la Junta Militar en los ochentas.

Los años de la Concertación no han sido suficientes como para alterar el diseño matriz heredado de la dictadura. Así las cosas, un gobierno de derechas sólo puede resguardar celosamente su legado y acentuar aquellos aspectos que aseguren su fortalecimiento y su permanencia en el poder.

La Concertación, en cuanto conglomerado de oposición concebido para enfrentar a Pinochet, se encuentra en uno de sus momentos más débiles. Sus conflictos internos se han hecho evidentes en una lista larga de figuras que se han alejado. A esto se agrega un claro desprestigio que se hizo patente en las urnas.

Hay una insatisfacción de la población ante lo que fue su política de reformismo débil, salpicado de bochornosos episodios, incapaz de hacerse cargo de las profundas mutaciones sociales y culturales acaecidas en Chile estas últimas décadas. A esto se agrega, una carencia grave respecto a sus políticas comunicacionales que la deja, en la actualidad, virtualmente, como una agrupación muda, sin medios de comunicación social a su disposición.

Por el contrario, la derecha irrumpe como una fuerza capaz de seducir a las mayorías, con un control casi absoluto de los medios, con un poder sin contrapeso en la gestión del ámbito económico y, ahora, del poder ejecutivo. A esto se suma, una mal disimulada simpatía de parte de las elites castrenses y la jerarquía eclesiástica a sus posiciones. Por si fuera poco, la derecha ha logrado instilar en la población los valores y horizontes propios del imaginario de una sociedad de consumidores.

En pocas palabras, el triunfo de la derecha significa la consolidación de una sociedad burguesa de carácter conservador, heredera de una cruenta dictadura militar,  en que el maridaje entre el Estado y el capital no sólo se hace hegemónico sino explícito. Este hecho está destinado, en lo inmediato, a cambiar la actual correlación de fuerzas a nivel latinoamericano.

La reconfiguración de una oposición al modelo político y económico imperante es una tarea ardua y de largo aliento. Es claro que las fuerzas “progresistas” se hallan dispersas, faltas de liderazgo y disociadas de los movimientos sociales. En las actuales circunstancias, temas como Asamblea Constituyente, Derechos Humanos o Justicia Social, aparecen expurgados de la agenda planteada por el futuro gobierno y de sus medios.

Los grandes temas políticos, como indican los sondeos, han sido desplazados por cuestiones de carácter policial tales como la delincuencia y la droga.

Resolver esta compleja ecuación histórico-política no es nada fácil. Avanzar hacia una profundización de la democracia exige, como mínimo, una revisión crítica de los discursos y prácticas políticas en todo el espectro que quiere representarla. Esta suerte de “renovación” de nada sirve si no se logra llegar a la población a través de una red de medios que incluya desde medios digitales y televisivos hasta radios FM, periódicos y hebdomadarios.

Como corolario de esta derrota catastrófica de las fuerzas democráticas, aprendamos la lección: No es posible asegurar la continuidad de un proceso democratizador de espaldas a la gente, administrando solamente la burocracia estatal.

El sueño de una  democracia más justa y avanzada sigue siendo una tarea pendiente, mucho más cuando una derecha esencialmente impune que no ha dado la más mínima muestra de autocrítica, y mucho menos de arrepentimiento, muchos de ellos dispuestos a obrar del mismo modo ante una amenaza a sus privilegios, se instala en el poder por la vía electoral.

* Doctor en semiología, Universidad de La Sorbona, Francia.
Investigador y docente de la Escuela Latinoamericana de Postgrados, Universidad ARCIS, Chile

También podría gustarte
1 comentario
  1. Andrea Vergara Meersohn dice

    En el artículo de Álvaro Cuadro, este nos habla de conceptos de izquierda y
    derecha e incluye a la concertación en esta llamada «izquierda». Si la concertación es la izquierda, me pregunto ¿qué futuro tenemos entonces?.
    Nos habla del consumismo, los consumidores, que el consumismo es solamente parte de lo que él denomina derecha y la concertación no tiene ninguna responsabilidad al respecto.
    Por último dice que la Concertación se va a quedar sin prensa, con la venida del gobierno de Piñeira y se olvida de aclarar que la Concertación trabajo incansablemente para dejar al pueblo sin prensa. Esta fue una política declarada y seudo oficial de parte
    de los partidos de la Concertación misma. No pensaron que el barro le iba a rebotar en su misma cara. El pueblo chileno ha tenido muy poco espacio positivo o casi nada prensa durante los gobiernos de la Concertación.
    Nos habla también de que el proceso de democratización, es proceso común de lo que él denomina de «izquierda». Yo al menos nunca me dí cuenta que la Concertación hiciera nada por profundizar el proceso de democracia. Debemos conocer Chiles diferentes.
    Ahora todos tienen que reactivar al pueblo que esta dormitando y consumiendo y apolítico.
    Se le olvido a Álvaro que este fenómeno ha sido la base de la política de la Concertación, basada en una represión constante y total falta de apoyo al
    movimiento sindical, estudiantil, a los mapuches, pescadores artesanales, profesores,artista y pueblo en general. El pueblo era el consumidor y punto y solo debía consumir «productos» que fueran del agrado del gobierno.
    A mi me parece que hay que tener cuidado que con el cuco de la derecha (que a mi juicio incluye a la Concertación como proyecto político), en base a este cuco,no podemos permitir que la amnesia nuevamente tome terreno. Es mejor olvidar y mirar hacia el otro lado. De repente todo lo hecho por la Concertación durante 20 años, no existe y las políticas antisociales, antipueblo, se las apuntamos todas
    a la «derecha». Esto yo lo llamo revisionismo a secas.
    Lo que este autor no dice es que cualquier movimiento de base
    ha sido siempre contradictorio con las políticas de la Concertación o más bien que la Concertación ha hecho lo imposible por abortar cualquier intento de manifestación popular durante su gobierno y por eso pienso que quienes apoyan o han apoyado a
    la Concertación, aunque sea un centímetro, han contribuido en esa cuota a impedir una alternativa
    realmente democrática y participativa para Chile de inmediato y largo plazo.
    Me niego a convivir bajo el rótulo de «izquierda» con la Concertación
    y considero que sus prácticas políticas han sido enormemente perjudiciales para la totalidad del pueblo chileno.
    Además si hay un arrepentimiento, este no pasa por la amnesia sino por la autocrítica y sobre todo por nuevas prácticas.
    Hay si que reconocerle al autor, el que plantee que las tareas más importantes son las de profundizar el proceso democrático en Chile y en este sentido es claro.

Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.


El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.