Dilemas chilenos. – MORAL PÚBLICA, MORAL PRIVADA

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Algo no está funcionando en Chile. Los discursos sobre moralidad no buscan mejorar las cosas, sino sacar dividendos políticos. Y eso sólo provoca confusión entre lo que deberían estar claros, que son los ciudadanos. En la cantinela de la corrupción, todas las bocinas apuntan hacia el aparato estatal. Allí está la fuente de la corrupción, dicen. ¿Y los privados?, me pregunto yo. ¿No son ellos los que corrompen para sacar dividendos? En esto no estoy hablando sólo de los empresarios, sino también de los políticos y sus partidos.

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La corrupción es un cáncer demasiado importante como para tratar de curarlo sólo con pirotecnia. Con la complejidad social existente y con los avances que hoy exhibimos, se deben aplicar medicamentos de última generación. Y eso implica ponerse de acuerdo acerca de qué se está hablando.

Yo escucho al empresario Sebastián Piñera, líder de la derecha chilena, y quedo convencido de que la mayoría de mis compatriotas y yo, estamos equivocados. Deberíamos hacer seguido en dictadura, con la derecha gobernando a sus anchas. No importa que en esa época el 40% de la población estuviera en niveles de pobreza. Quizás por qué razón, la sensibilidad de los empresarios no se hacía sentir. Pero ahora las cosas serían distintas, afirma Piñera. Un dato importante: cuando fue candidato presidencial en la última elección, ninguno de los sindicatos de sus empresas sacó siquiera una breve declaración avalando sus condiciones de buen patrón.

Si uno le pone atención a los conservadores líderes de la Unión Demócrata Independiente (UDI), que estuvieron profundamente involucrados con el régimen del general Pinochet, no sabe qué pensar. Ellos son los verdaderos representantes de la gente más humilde. La Concertación aparece –no sin méritos verdaderos– como la genuina agente de los sectores adinerados del país.

Para aumentar la confusión, si la atención la dirigimos hacia el senador Fernando Flores, ahora concertacionista independiente, lo moral es buscar un entendimiento entre todos para hacer buenos negocios y tener harta plata. De un plumazo, nos ponemos creativos y entramos al mundo moderno por la puerta grande. En su misma postura están varios referentes de los partidos de la Concertación, tres socialdemócratas y uno social cristiano. Y los que no se hallan en esa parada, guardan un desconcertado silencio que, en definitiva, es aceptador.

Como si todo esto fuera poco, aún queda lidiar con ministros como Eduardo Bitrán. Desde el Ministerio de Obras Públicas lanza frases tan potentes como, me imagino, eran las que repetían los grandes avatares luego de una revelación. En materias espirituales, eso es iluminación. En política, es fundamentalismo. Es no reconocer que verdades hay varias.

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Bitrán eso parece haberlo olvidado. Y, por ejemplo, hace una defensa cerrada de los cobros agiotistas de las autopistas concesionadas. Él sostiene que hay que pagar, porque el Estado no puede destinar plata de todos los contribuyentes para beneficiar “sólo a los automovilistas”. Y como los chilenos somos medios quedados, nadie le dice que eso es falso. Que sin autopistas, los que sufren las consecuencias son, especialmente, los que no tienen automóviles.

Calles atochadas impiden el desplazamiento rápido de la locomoción colectiva. Y es en esos vehículos en que se traslada la mayoría de los chilenos a sus trabajos. ¿Quién se beneficia? Si los automovilistas escuchan a Bitrán y hacen uso de las rutas alternativas, Santiago se transformará en un martirio mayor.

Estoy a punto de darle la razón a Flores. Hay que hacer un gran acuerdo entre todos para que haya mas equidad en el reparto de la riqueza. Pero para eso no basta con las buenas intenciones de los que tienen poco o nada. Los que tienen mucho deben abrir el bolsillo y tal actitud no se ha visto hasta ahora en el país.

No voy a caer en la certera frase del senador socialista Camilo Escalona, que llamó a los empresarios chupasangre. Pero algo de eso hay. Si no me cree, fíjese en lo que pasó cuando se trató el tema de los impuestos. La sugerencia hecha por los ex presidentes Aylwin y Lagos de aumentar impuestos a resolver problemas sociales, fue rechazada de inmediato …por el ministro de Hacienda Andrés Velasco. El mismo que se opone a utilizar plata de los excedentes del cobre para mejorar la situación de los más necesitados, porque generaría inflación. Por lo tanto, la plata se queda afuera en la banca internacional.

El ministro no está defendiendo su patrimonio. Sus palabras representan el sentir del empresariado que se niega a discutir siquiera la posibilidad de aumentos impositivos. Y si nos hay sensibilidad social y se rechaza el incremento de los impuestos, queda poco por hacer para evitar la vergonzosa concentración económica.

¿Qué tiene que ver esto con la moral? Las conductas morales involucran a todos los ciudadanos de un país. Pero aquí, hasta ahora sólo se escuchan las propuestas de quienes manejan el poder. El resto no tiene altoparlantes. Y si, por casualidad, se oyen algunas de sus sugerencias, de inmediato son calificadas de desestabilizadoras. Claro, tienen razón, son desestabilizadoras del orden establecido que es el que, supuestamente –sólo supuestamente– se debiera cambiar.

Eso se llama moral de doble estándar.

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* Periodista.

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