En Europa, el déficit fiscal está aplastando al déficit social

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Roberto Savio*

El Presidente del Consejo de Ministros de Finanzas de Europa y Primer Ministro de Luxemburgo, Jean Claude Junker, se ha vuelto famoso por haber declarado: "Todos sabemos lo que tendríamos que hacer, pero si lo hiciéramos perderíamos todas las elecciones". Esta frase de impotencia de la política, bien indica el camino que Europa está transitando.

El gobierno de Portugal es la última víctima en este camino. Todos los mecanismos creados por las instituciones europeas para ayudar a sus miembros en crisis, ponen como condición de que hay que eliminar el déficit presupuestario nacional. Pero ya tenemos suficiente datos para saber en qué nos estamos metiendo.

Grecia, Irlanda y ahora Portugal, tienen acceso a centenas de miles de millones de euros de ayuda. Pero se trata de préstamos y si bien los intereses son un poco más bajos que lo del sector bancario privado, son siempre muy altos, y cada día se van acumulando. Para recibir esos préstamos, los gobiernos receptores se han comprometido a cortar sus presupuestos más de lo que era políticamente aceptable. Y en el caso de países con elevada dependencia  del gasto público para su estabilidad y crecimiento, recortes drásticos han siempre significado desaceleración económica, cuando no inflación, haciendo todavía más difícil pagar cada euro de deuda.

Esto se llama, en economía, "la trampa de la deuda". El remedio tradicional era devaluar la moneda nacional, lo que ahora es imposible para los 17 países que adoptaron el euro como moneda única, o declarar algún tipo de bancarrota, igualmente imposible, ya que arrastraría todo el castillo europeo. Simon Tilford, economista jefe del Centro para la Reforma Europea, de Londres, ha escrito:"Hay un límite para los cortes presupuestarios que un gobierno puede aplicar y sobrevivir políticamente, si no se vé la luz al fondo del túnel, una perspectiva de crecimiento económico".

Pero sabemos que esta luz no la están viendo ni Grecia, ni Irlanda, ni Portugal. Las estadísticas hasta ahora nos dicen que los Estados no han podido aumentar sus ingresos, sino lo contrario, en buena medida porque el déficit social aumenta, con desempleo y reducción de inversiones privadas y sobre todo públicas. Como ha observado Antonio Nogueira Leite, economista del Partido Social Democrático portugués (el derechista opositior del partido de centroizquierda del renunciante primer ministro José Sócrates): "Las probabilidades de que Grecia  tenga que reestructurar su deuda no son mejores que hace un año, y los negociadores lo tendrán en cuenta cuando se discuta el tipo de de interés que se aplicará a los préstamos europeos". Y la revista Economist ha escrito: "El plan internacional para salvar a Grecia, por el contrario, la está paralizando".

Como siempre, se descubre que un factor importante es  el sistema financiero. Los bancos de Alemania, Francia, Gran Bretaña y Holanda, por ejemplo, tienen una gran cantidad de bonos de Grecia, Irlanda y Portugal. Si estos últimos no pueden pagar sus deudas, el sistema de bancos de los primeros -considerados fuertes- afrontarán una grave crisis.

Mientras tanto, la reforma financiera británica, que se esperaba que finalmente introdujera medidas de control que para evitar en el futuro los excesos especulativos que causaron la crisis actual, ha dado resultados muy limitados. Los banqueros han vuelto a cobrar sueldos desmesurados, sin ninguna relación con los resultados de las operaciones, y sabemos que el sistema sigue teniendo en circulación el 50% de los títulos tóxicos, pese a los billones de dólares destinados para salvarlas.

En este panorama, Estados Unidos aporta grandes elementos de inestabilidad internacional. Su crisis ha sido simbolizada por la lucha republicana para cortar el presupuesto federal, terminada con una derrota para el presidente Obama, que ha debido aceptar un corte de 83.000 milliones de dólares. Y una batalla mucho más grave se prepara ahora ya que los republicanos quieren reducir dramáticamente todos los gastos sociales y públicos.

La realidad es desgraciadamente muy sencilla. El público americano no acepta que haya una imposición fiscal mayor del 28%. Pero para mantener un equilibrio, la imposición tendría que subir al 32%. Esto es políticamente imposible, y a Estados Unidos se le ha acabado el tiempo de vivir exportando sus problemas internos a la economía mundial, gracias al estatus del dólar como moneda de reserva internacional. Los bonos del Tesoro norteamericano tienen cada año menos demanda, el dólar sigue bajando de valor, y la última expansión monetaria (llamada quantitative easing) de 600.000 milliones de dólares de la Reserva Federal es probablemente la última posible sin causar graves consecuencias.

Como se vé, también en Estados Unidos el déficit fiscal prevalece sobre el déficit social. Y hace unos días el pueblo de Islanda ha votado en contra de que el gobierno use el dinero de los ciudadanos para eliminar las pérdidas bancarias y protestar en contra de los recortes. ¿Es una indicación de lo qe se está preparando?

*Fundador y presidente emérito de la agencia de noticias Inter Press Service (IPS), publisher de Other News .
 

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