Enrique Contreras Ramírez* / No hay espacio para los sueños…

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No se trata de hacer vulgares reformas en nombre de la “revolución” y de hablar de la perfectibilidad de la “democracia” para seguir engañando a los pueblos.  Hay que inventar y construir un nuevo pensamiento emancipador, libre de la influencia erocentrista para poder reencontrarnos con nosotros mismos, como lo planteaba nuestro Simón Rodríguez.

<p>&nbsp;</p>Hoy día, requerimos de procesar y repensar la información, el conocimiento y las teorías transformadoras, para recrearlas, esto implicaría la elaboración de un corpus teórico propio. Que surja de realidades concretas en el tiempo y en nuestro espacio, partiendo de lo que fuimos socioculturalmente a comienzos del poblamiento de este nuestro continente latinoamericano. Buscar y encontrar en este legado histórico—concreto nuestra razón de ser, existir y vivir.

<p>&nbsp;</p>Hallar en esas áreas culturales el modo de ser indiano, latinoamericano, su espiritualidad, su religiosidad, sus valores, su ética, su filosofía, sus creencias, en otras palabras, su cosmogonía del mundo. Planteamiento que nos obliga a revisar conceptos como “desarrollo”, “tecnología, “ciencia”, “progreso”, “sociedad”, “crecimiento”, “industrialización”, “civilización”, “democracia” —entre otros— ya que los mismos han dejado en nuestro territorio solamente miseria, hambre, marginalidad y dependencia.

Estas versiones no han respondido a nuestras necesidades como nación y como pueblo. Estos conceptos —todos occidentalizados e impuestos desde la colonia hasta nuestros días por quienes siempre nos han dominado— son tramposos, los han utilizado para la colonización y ahora para la recolonización de nuestro continente, para hacernos más dependientes, más subdesarrollados e imponernos modelos de civilización, que además de explotar al hombre, ahora buscan la destrucción del mismo, en ese nuevo modelo de dominación llamado globalización.

<p>&nbsp;</p>En el marco de estas reflexiones y de otras posiciones que vienen sosteniendo verdaderos movimientos revolucionarios, que nada tienen que ver con la izquierda celestina electorera, es donde hay que buscar el modelo civilizatorio que queremos, para evitar repetir los errores de otros pueblos y no entramparnos, nuevamente, en malas interpretaciones y fusiones que nos puede conducir al fracaso tan frustrante y castrador de los mal llamados “socialismos reales”.
<p>&nbsp;</p>Es obligatorio reunificar los esfuerzos, robustecerlos, ampliarlos, fortalecer las utopías de nuestros pueblos y al propio movimiento revolucionario, para impulsar y fortalecer la lucha insurgente de la nación latinoamericana.

<p>&nbsp;</p>Es plantearnos el enfrentamiento, en la unidad de nuestras gentes, que conduzca al derrocamiento de las oligarquías, de las burguesías, de las clases políticas, tanto de la derecha como de la mal llamada izquierda del sistema dominante, para dar paso a la ejecutoria de un programa mínimo de contenido patriótico, nacionalista y de auténtica participación de las muchedumbres, con carácter antiimperialista y antiglobalizador.

<p>&nbsp;</p>No se trata de hacer vulgares reformas en nombre de la “revolución” y de hablar de la perfectibilidad de la “democracia” para seguir engañando a los pueblos, para seguir cabalgando sobre conceptos occidentales, en función de dejar en la práctica las cosas como están. Sobre el tema Kleber Ramírez (1991) señalaba lo siguiente:

<p>&nbsp;</p>“En estas condiciones, ciertos políticos teorizan diciendo que debemos luchar por la perfectibilidad de la democracia, pero por supuesto, siempre en el sentido de las reformas. Pero ellas son las que se pueden ir acumulando en las diversas etapas; ahora hemos llegado al final del ciclo; las reformas adquieren un sentido vacuo, en vez de entusiasmar producen reserva, porque la gente intuye que son cambios para que todo siga igual, cuando de lo que se trata es de realizar profundas transformaciones.
«Es aquí donde asemejamos el accionar político, la lucha por la consecución de objetivos político-sociales claros y precisos, con una marcha incesante en pos del horizonte, hacia una perfectibilidad continua.”
<i>(<b>Venezuela la IV República</vb>. Caracas, 1991.pp. 173).</i>

<p>&nbsp;</p>Se trata de construir un nuevo pensamiento emancipador, es parte de la dialéctica, donde no puede haber fronteras, donde nos encontremos con nuestros sueños, el humanismo militante, la solidaridad, los revolucionarios, los militares nacionalistas, la iglesia comprometida, la desobediencia, los patriotas rebeldes, la insurgencia popular,  la esperanza y la conjura, para hacer de la utopía un proceso ontocreador que nos conduzca a la emancipación de nuestros pueblos y la construcción de un modelo civilizatorio que ennoblezca la vida.

<p>&nbsp;</p>Esos procesos de cambio y transformación deben expresar un profundo  amor por la Humanidad y la Tierra,  se trata de construir una ética que implique un respeto profundo por los derechos humanos y del medio ambiente natural.

<p>&nbsp;</p>Es construir un lugar para la convivencialidad en la cual el hombre viva en armonía con la naturaleza, es un espacio para la práctica de la libertad que conlleve a valorarnos como seres humanos, a elaborar una deontología y una axiología con convicciones críticas y comprometidas que rechace toda actitud, comportamiento y acción que intente agredir y violentar la dignidad humana.

<p>&nbsp;</p>Es unir la solidaridad, la reciprocidad y el amor por la humanidad y la tierra para construir un nuevo modelo civilizatorio que nos lleve a elaborar una nueva sociedad, un proyecto civilizatorio sin relaciones de poder y por lo tanto, sin oprimidos y sin opresores.

<p>&nbsp;</p>Es atrevernos a plantear la utopía en los saberes creadores del pueblo, en ese conocimiento que han tratado de aplastar esa relación dominante—dominado, para evitar la rebelión de los saberes populares y que resisten a pesar de toda la violencia que han ejercido contra nuestro continente Abya Yala.

<p>&nbsp;</p>¿Que esto es imposible?  Simplemente respondo: <i>en un cerebro alienado no hay espacio para la utopía y los sueños.</i>
——
<i>* Columnista de http://ruptura.org</i>

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1 comentario
  1. Bradach dice

    Muy bueno, soñar es necesario para nuestra salud física y psíquica, Y durante los sueños los genios concibieron las formas de los grandes inventos

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