France Press en la campaña electoral venezolana; Serra espera turno en Brasil

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Néstor Francia.*

El relato de la AFP rezuma ese airecillo enrarecido que rodea a las clases medias venezolanas, que pastorean en los campos de la ignorancia y sobre todo de la desinformación: “Paseando con sus carritos semivacíos entre los estantes de un su permercado de la zona este de Caracas, numerosos clientes se lamentan en voz alta: ‘El pan y las galletas cuestan el doble’, ‘la fruta es un lujo y la carne también’, ‘no hay leche’, ‘el azúcar, cuando hay, está racionado, al igual que el papel higiénico’”.

Así se manifiestan ante la agencia francesa unas señoras del este de Caracas, así como lo hace otra: “Antes tenía todas mis cuentas al día. Ahora no. Hay que economizar, jugar con los ahorros y comprar con tarjeta de crédito”. 

AFP pone su grano de arena a la desoladora imagen de escasez y carestía que trata de imponer la canalla mediática como parte de la pre-campaña opositora para las parlamentarias:

“En otro supermercado de la capital, el azúcar llegó el lunes temprano y en dos horas, la montaña de paquetes había prácticamente desaparecido pese a que se permitía un máximo de cuatro kilogramos por persona”, y agrega otra supuesta declaración de un cliente:

“Venir al mercado da una gran tristeza. No hay oferta, faltan muchas cosas y uno siente que le están robando. Pagué 200 bolívares (47 dólares) por lo que llevo en esta bolsita”, y otra más: “La regulación de precios no funciona, salvo en los mercados socialistas del gobierno, que son minoritarios. Y el control de cambio tampoco. El gobierno no da dólares para importar productos básicos”.

Como sabemos, la mayoría de las amas de casa pertenecientes a las clases empobrecidas se resuelve comprando en las distintas redes de distribución del Estado que venden a precios solidarios (incluidas personas de las clases medias bajas). Pero AFP no se acerca ni por asomo a un Mercal o un Pdval, donde la gente suele declarar muy contenta sobre los precios y la oferta de productos.

No va a hacerlo, porque estas grandes agencias internacionales, en manos de súper-consorcios transnacionales, se han sumado desde ya a la campaña electoral de la oposición venezolana.
 
Pero ante estos planes mediáticos y otras pretensiones de desestabilización, tanto con la campaña misma como con el sueño opositor de echarle mano a la Asamblea Nacional,  afortunadamente parece ser que las fichas de la Revolución comienzan a moverse en el sentido correcto. La Dirección Nacional del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) anunció que la precampaña electoral de sus candidatos y candidatas para las elecciones de la Asamblea Nacional estará basada en el contacto directo con el pueblo y las comunidades.

En rueda de prensa, William Lara, de la Dirección Nacional, informó que más del 90 por ciento de las actividades estarán dirigidas al contacto cara a cara, en relación directa con las y los electores, en visitas casa por casa, asambleas en las comunidades y reuniones parroquiales, en las que se explicarán los logros de la Revolución y los proyectos en desarrollo:

“Nuestra campaña tendrá el concepto de conjunto pero a la vez deberá poseer una dinámica flexible en los 87 circuitos y en los estados para lograr segmentar el electorado y optimizar la victoria del próximo 26 de septiembre”. Este tipo de campaña ya fue probada con extraordinario éxito en el referéndum por la enmienda constitucional, en 2009, a diferencia de 2007, en el referéndum de la Reforma, cuando se cometió el error de desmontar una maquinaria (MVR) sin haber terminado de montar la otra (PSUV).

Si el partido se lanza a la calle y toma los barrios urbanos, donde no tiene competencia organizada sino en muy pocos sitios, y si se logra ese contacto cara a cara con el pueblo, entonces se logrará el objetivo de la mayoría calificada en la AN, a pesar de los cantos de “ballena”.

Brasil

Si gana la derecha en Brasil, el imperio y las oligarquías latinoamericanas se habrán anotado un nuevo éxito, después de imponer a Lobo en Honduras y a Piñera en Chile, dentro de esta lucha palmo a palmo que se desarrolla en el continente.  El candidato socialdemócrata a suceder al presidente brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva, en las presidenciales de octubre en Brasil, José Serra, criticó al Mercosur y al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, en su primera gran entrevista preelectoral, este lunes en la radio CBN.

“El Mercosur tiene que ser reformado”, expresó Serra, al considerar que “no existe libre comercio” entre sus miembros, y que “las reuniones de presidentes del Mercosur pasaron a ser más un espectáculo”, donde “no hay avance concreto”. El candidato de la derecha brasileña señaló: “Creo importante salvar al Mercosur, y ahí hay que dar un paso atrás para poder dar dos adelante. O sea, fortalecer el libre comercio”.

El mensaje está claro, Serra haría causa común con los presidentes neoliberales del continente y aplicaría las recetas que recomienda el imperio. Vendría a dividir, y no a unir. Sin embargo, Brasil es Brasil, y trata de ubicarse en el juego económico de las potencias y de promover su liderazgo económico en la región, por lo que tampoco es de esperar, de ganar Serra, una política de caída y mesa limpia o de destrucción del Mercosur, sino más bien una de cautela y acciones medidas paso a paso.

Por eso es que al ser consultado sobre sus eventuales relaciones con Chávez, Serra dijo defender “una relación amistosa con Venezuela”. Sin embargo es claro que su discurso, de llegar a ser Presidente, estaría lleno de ambigüedades, ya que en la misma entrevista fue tajante al afirmar que en esa relación no cabe “meterse en asuntos de otros países como Venezuela acostumbra hacer. Chávez lo hace, interfiere en otros países y eso Brasil no lo puede apoyar de ninguna manera”.

Más peligroso aun, también dijo que cuando el asunto sean los derechos humanos, si se entiende que hay una violación de derechos fundamentales, “Brasil tiene que asumir una posición”. De manera que la oposición venezolana, en caso de esa hipotética pero muy probable victoria de Serra, tendría un nuevo aliado. No de los más rabiosos, pero sí presente con todo el peso que tiene Brasil.

* Analista de asuntos políticos.
 

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