Guatemala, los mayas, la minería y muchas muertes

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Ronal Vargas Araya.*

Guatemala es mi segunda patria: aquí viví los cinco años más dinámicos de mi juventud, obtuve dos títulos universitarios, aprendí a odiar el neoliberalismo que la Universidad Francisco Marroquín me impuso, vomité los fusilamientos diarios de jóvenes sospechosos de ser guerrilleros, que ordenaba el presidente Ríos Mont, metí mis mejores goles como futbolista, escalé los volcanes más altos de Centroamérica y conocí las comunidades indígenas mayas más extraordinarias que nunca había imaginado.

El buen Dios me permite, una vez más, pisar con devoción esta bendita tierra donde regaron su sangre tantos mártires indígenas y líderes religiosos comprometidos con la causa del pueblo. Y precisamente aquí en Santiago de Atitlán, donde tantos indígenas fueron asesinados vilmente sólo por pedir explicaciones al Ejército.

De antemano pido perdón por cometer el atrevimiento de hablar de la cultura maya, sin antes quitarme las zapatillas de hombre blanco, pero el espíritu del aire me obliga hacerlo, para dar un respiro a estas indefensas letras que, aunque continúan sufriendo persecución, maltrato y creativas formas de violencia, se resisten a desaparecer del complejo abecedario nacional chapín, donde no se les quiere pronunciar.

Quinientos años de agresiones de nuestra cultura occidental marcan la trágica historia de sufrimiento del pueblo maya, que todavía sigue siendo golpeado por la avaricia sin límite de los depredadores naturales de la ciudad, para lograr eso que egoístamente llaman "desarrollo", ignorando la superación de aquella población siempre mayoritaria en Guatemala pero disminuida por años de olvido y exclusión.

No olvidemos que la "memoria histórica" es la memoria viva de los pueblos, es la justa recopilación de la voz, de aquellos pueblos que se les ha negado históricamente la voz, por lo que no pocos insensatos o abusadores han intentado hablar "en su nombre", continuando el pecado histórico de la "mudez obligada" a la que siguen siendo sometidos.

Lección chapina indígena de resistencia colectiva y creativa

Recientemente pude conversar con María Estéfana, Etelvina y Vivian, tres valientes mujeres que atestiguan la pasión y muerte del pueblo indígena en Guatemala (omito sus apellidos por motivos de seguridad). Ellas son herederas valientes de las abuelas mayas, y me cuentan entre lágrimas y enojos la situación que en estos últimos años aflige a la población de San Juan Sacatepeques, donde unos 150.000 descendientes de esta cultura milenaria sufren las agresiones diarias de una empresa minera de capital suizo, en la que Cementos El Progreso es su socia-cómplice nacional.

"Ayer mismo me acaba de llamar mi esposo para contarme que los tribunales de su justicia dictaminaron orden de captura contra dos dirigentes de la lucha, y la hacen por homicidio, para que no podamos pagar fianza…", me narra con dolor Etelvina.

Agregan sus compañeras de lucha lo siguiente: "En las doce comunidades de San Juan Sacatepeques, al menos 20 compañeros han muerto, bien sea asesinados directamente o a raíz de falsas acusaciones, de amenazas constantes, de ser llamados narcotraficantes, de ser calumniados por supuesto almacenamiento de armas… Sus débiles y nobles corazones no soportaron tanta mentira e injusticia, ni las agresiones que la Policía les hizo al detenerlos; al rato, después de muchos reclamos de nuestra parte, nos los regresaron enfermos y con la mirada triste, hasta que se murieron de a poco en nuestros regazos…"; narran con rabia en sus palabras y los dedos apretados.

"En estos meses más de 45 compañeros han sido encarcelados y el resto somos investigados por empleados de la cementera y la minera, que son lo mismo, siendo acosados diariamente por la policía….estamos viviendo una guerra no declarada. Por eso venimos nosotras aquí, porque las mujeres también tenemos que liderar la justa lucha contra esta minería destructiva, que las autoridades del gobierno permitieron en medio de nuestras comunidades y sin habernos consultado.

"Por desgracia algunos compañeros se han dejado comprar por los dólares de la minera y les han vendido sus vidas, nuestra tierra, nuestro futuro… Sin embargo las comunidades no damos un paso atrás y no permitimos que la minera haga su carretera, pues entonces dejarían a muchas familias sin casa, obligándonos a vender los terrenos por donde pasaría".

Métodos de opresión

"Las tácticas de la minera para obligarnos a abandonar nuestras tierras son muy finas, son descaradas, son inhumanas, basándose siempre en falsas acusaciones. El 14 de diciembre de 2007 persiguieron a uno de nuestros voceros… la gente del pueblo lo ocultó y apenitas pudo salvar su vida; entonces los policías, molestos de no poderlo detener, abusaron sexualmente de una compañera que recién había dado a luz hacía 8 días y también violaron a otras compañeras más, tocando en sus partes íntimas a otras jóvenes. Eso lo hicieron la policía y el ejército…

Ellos nos amenazan, intentan llenarnos de miedo, se instalan junto a nuestras casas, nos miran con recelo. No hace mucho se decretó un "estado de prevención", recuerdo exactamente, fue el 22 de junio de 2008; entonces el ejército y los policías mataron a uno que fue líder de la comunidad y acusaron a nuestra gente del asesinato, pues casualmente aquel compañero había vendido su corazón poco tiempo antes a la minería, ya lo habíamos perdido… así es como provocan a la comunidad…

"El ejército se aprovechó de que algunos compañeros amenazados huyeron con sus familias para salvar sus vidas, entonces se apropiaron de sus casas deshabitadas, robaron sus cosechas, comieron los frutales de varios vecinos sin permiso e hicieron lo que quisieron con sus bienes".

"El método con que trabajamos en las comunidades lo llamamos "Pa`oj" y quiere significar algo así como "saberes concentrados". Sabe usted, padrecito, que nos gusta hablar en nuestro idioma qakchikel, eso nos da identidad, no permite que descubran nuestros planes y nos hace sentirnos más fuertes, amparados por muchos años de historia. Según nuestra forma de trabajar sólo tomamos las decisiones en comunidad y después de hacer unas consultas generales en la que todas y todos tenemos derecho a expresar lo que sentimos, después de invocar a las fuerzas de la creación. Las comunidades participamos a lo largo de cualquier proceso de estudio o investigación.

"Algunos investigadores que nos visitan son buenos, porque buscan dar voz a los actores sociales y esperan que sus investigaciones sean útiles para animar las luchas de las comunidades, sin embargo seguimos siendo objeto de mil estudios que se hacen con nuestra gente y no son consultados, ni se dan a conocer sus resultados, y si de pura casualidad los vimos, no sentíamos reflejadas nuestras opiniones ni nuestra cultura maya en ellos. Hemos dado nuestra confianza a muchos estudiosos y periodistas y nos han traicionado".

"Nos pregunta usted que ¿quién irá a protestar hasta Suiza contra esa empresa, socia de Cementos Progreso, que quiere echarnos de nuestras tierras? En eso estamos, padrecito. Hay organizaciones amigas que esperamos denuncien a esa mala gente que sigue viniendo para apoderarse de lo que no es de ellos y ganar dinero a costa de arrebatarnos las tierras que por tanto años hemos sembrado.

"La cooperación internacional ha producido algunos cambios positivos para nuestra gente, aunque algunas Agencias esperan sumisión a cambio de sus ayudas. Pedimos respeto por nuestra cultura y que se nos consulte abiertamente lo que tenga que ver con nuestros pueblos; ya no permitiremos más que otros sigan tomando decisiones por nosotros".

Sigo admirado de cómo las comunidades indígenas han sabido presentar una estrategia colectiva de resistencia creativa, a pesar de sus ínfimos recursos económicos, para luchar contra la empresa minera y cementera: se reúnen semanalmente por pueblos y los líderes y voceros de las comunidades entre sí, cierran calles, organizan marchas, aíslan a los hermanos indígenas que les traicionan con la empresa, a tal punto que aquellos se ven obligados a irse del pueblo.

Participan de foros y cuanto espacio se abra para discutir en contra de la minería, mandan cartas a distintas instancias del Gobierno, se alían con organizaciones ecologistas, animan a sus pastores y líderes religiosos para que les apoyen en su justa lucha, hacen protestas frente a la empresa minera, escriben artículos por periódicos y revistas…en fin, utilizan cuanto medio se les facilite, aportando cada pueblo sus propios recursos y con una consigna compartida: "jamás negociar directamente con la empresa minera", pues se han jurado que nadie más les arrebatará de nuevo sus tierras.

En Costa Rica

La lucha contra la minería de oro a cielo abierto en Costa Rica todavía no ha llegado a estos excelentes niveles de participación ciudadana ni a los pésimos de abusiva agresión policial, a pesar de sus desastrosas consecuencias en Miramar de Puntarenas, con el visto/bueno de su alcalde municipal, y del decreto presidencial que bendice impunemente la destrucción ecológica que se inició en Crucitas por la empresa minera que patrocina una selección nacional de fútbol y patrocina también regidores, alcaldes y candidatos(as) a la Asamblea Legislativa.

No tenemos la menor duda que los movimientos sociales costarricenses estarán muy atentos y listos para actuar de inmediato, cuando la minería y otras agresiones contra la creación, atenten convertir nuestra TeLeCedida "banana republik", en la "chorizo republik" de "paz para la naturaleza", donde esos asesinos ecológicos "descansen en paz la naturaleza".

* Presbítero.
En http://informa-tico.com

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