Humanismo planetario / La utopía social como defensa de la humanidad

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Vivimos el inicio del siglo XXI, en un tiempo en el cual los desarrollos de la sociedad mundial han llegado a una altura jamás pensada por los seres humanos que nos precedieron, los avances de las ciencias han llevado al hombre a alargar su expectativa de vida, hoy ésta está por los ochenta años en los países desarrollados, en algunos un poco más en otros un poco menos. | JUSTO SOTO CASTELLANOS.*

Pongo hoy por testigos contra vosotros al cielo y a la tierra, te pongo delante de la vida o la muerte, la bendición o la maldición, escoge pues la vida para que vivas tú y tu descendencia.
Deuteronomio, 30,19[1]

Situación Actual

Los avances de las ciencias de la vida y su aplicación a problemas fácticos le han dado al ser humano la posibilidad de incidir en su entorno, al punto de generar un mundo a la medida de lo que él considera sus necesidades y esto le ha posibilitado igualmente el que él pueda incidir hasta en el futuro de la biología, no sólo mediante la selección de los caracteres de las especies que desde antaño ha domesticado produciendo una selección artificial sino además y especialmente, en la biología y en las características fenotípicas y genotípicas de sus propios descendientes.

Esto abre perspectivas fascinantes, pero a la vez aterradoras, ya que hoy es posible “hacer un hombre a la medida de los deseos del hombre”, lo que conlleva a más responsabilidad ética de los seres humanos frente a sí mismos, especialmente frente al futuro de su propia especie.

La tecnología, que podría ser una de nuestras características, somos una especie tecnológica, hizo posible que el ser humano, un ser nómada que se expandió lentamente en los últimos 150 mil años por todo el planeta tierra, en el último siglo cambiara la velocidad del desplazamiento procurando el que se realice éste en tan sólo una escasa hora y media a unos 28 000 kilómetros por hora en el transbordador espacial.

Pero la tecnología se ha puesto al alcance de la mano de muchas personas, ha llegado a muchos hogares de gente humilde, ha modificado la forma en que nos vemos y nos comunicamos los humanos. La tecnología, especialmente la informática, aplicada a las telecomunicaciones, ha hecho posible que cualquier lugar del planeta esté en comunicación instantánea con otro lugar, hasta con los lugares que se habían considerado los más apartados y remotos (lo que convierte esos conceptos en conceptos obsoletos, ya que no habría lugar “apartado” y “remoto”, sino sólo carente de medios), o aún comunicarse con lugares hasta ahora inexistentes, en lugares donde “no había lugar”, como lo es el espacio exterior que circunda nuestro planeta, en donde el medio para la vida es el más hostil que los humanos hubiéramos podido imaginar.

Hoy existe la Estación espacial internacional, ubicada a cuatrocientos quilómetros de la superficie terrestre en donde no sólo es posible vivir sino que es posible realizar estudios para beneficio de toda la humanidad y que de alguna manera puede ser el preámbulo del futuro de gran parte de la especie humana que tiende a convertirse en una especie interplanetaria.

Hoy, gracias a todos los avances tecnológicos, es posible pensar que ya no hay centro geográfico o topográfico, modificando un antiguo imaginario, que se desarrolló, posiblemente, desde cuando el ser humano logró realizar la revolución agrícola y estableció las ciudades. Hoy el centro puede ser el lugar en donde nos encontremos, bien sea físicamente o virtualmente, lo que lleva a pensar que el mundo es policéntrico, que de alguna forma equivale a decir que el mundo es acéntrico, es decir, que ya no hay centro.

Todo esto y mucho más ha sido posible gracias a los formidables desarrollos de las fuerzas productivas generadas por la sociedad y desplegadas a lo largo de los últimos cinco siglos o más de prevalencia de la economía basada en el mercado, cuyo principal motor es el “egoísmo” y “la búsqueda de la utilidad personal e individual”  y  como extensión de ésta, la búsqueda de la consecución de los “intereses” de los distintos Estados, que según afirmación de lord Palmerston deben actuar siguiendo la máxima que sostiene que: “no existen amigos ni enemigos permanentes, sino sólo intereses permanentes”[3].

Hoy se vive en plena expansión y profundización del capitalismo en el cual éste no percibe que haya barreras. Todo le parece posible, gracias a la globalización de la economía, la cual ha sido producida y a la vez es productora de una globalización de la tecnología, particularmente de la revolución que se realiza mediante la “Internet”, la gran “superautopista” que sirve para todo, especialmente para el comercio. De ahí que todo es negociable, hasta los planetas aledaños como Marte e incluso nuestro satélite natural, la Luna.

Hoy el capitalismo se percibe como un sistema social, económico, político y aun cosmovisivo único y verdaderamente excluyente en el cual la naturaleza se realiza y consuma la dirección de toda la acción humana produciendo el “Fin de la Historia”[4], la llegada del despliegue de la humanidad a la meta que el hombre ha perseguido desde su aparición como hombre en el planeta tierra, que en última instancia no es más que la conformación de las llamadas “democracias capitalistas liberales”.

Pero junto a esto, vivimos en un tiempo en el que la humanidad se debate entre su supervivencia y su autodestrucción. Ya hemos superado, como especie, los estados en los cuales las principales amenazas provenían del entorno, bien sea este visto desde la perspectiva de geográfica o de la perspectiva de las otras especies, hoy la verdadera amenaza reside en nosotros mismos gracias a las consecuencias, en ocasiones queridas, en ocasiones no deseadas, de las propias formas de organización social, política, económica y ecológica, basada en una concepción que ve al hombre como enemigo del hombre mismo y de su entorno, que percibe la convivencia con los semejantes y con el ecosistema como una especie de tregua entre depredadores dispuestos a inflingirse daños hasta producirse la mutua eliminación.

Es más, esa visión belicosa, de confrontación, de dominio y señorío, no siempre es explícita mediante un discurso, pero siempre está latente y se manifiesta en el mundo de la vida, en el mundo político, en el mundo económico y en general en el mundo de las relaciones sociales así como en las relaciones con el entorno, con el ecosistema. 

Ese mismo mundo, que de una parte pareciera de fábula, tiene más de mil quinientos millones de pobres; produce cada hora el deceso de más de 1.400 niños que mueren de hambre o por enfermedades cuya etiología se encuentra en la privación de alimentos; así como un número sin establecer de personas que fallecen debido a la carencia de dinero para sufragar los más mínimos gastos médicos; ese mismo mundo con sus formas de organizarse destruye a ritmo sin precedentes[5] miles de kilómetros cuadrados de selva y bosques tropicales que desde hace tiempo vienen convirtiendo el dióxido de carbono en oxígeno respirable, que posibilita la vida de los animales en el planeta, entre ellos la vida del propio ser humano; de igual forma, extingue especies sobrevivientes[6] de los 15000 millones de años de evolución del cosmos y de los 4000 millones de años de la vida en el planeta tierra con material genético invaluable para el futuro de la misma vida y en especial de la vida humana.

Vivimos en un mundo en el cual, para hacerlo más didáctico, si pensáramos en un símil en el que sólo hubiera 100 familias en el planeta, 65 carecen de educación, es decir, son analfabetas, 70 carecen de agua potable y por esta razón son víctimas de enfermedades evitables pero sin embargo recurrentes y por esto más mortales[7], 80 nunca han tenido la oportunidad de ir más allá de lo que le permite su equipo biológico con sus medios naturales y nunca siquiera han subido a un avión. De esas mismas cien familias 7 son dueñas del 60 % de la tierra, consumen el 80% de toda la energía disponible y gozan de todos los lujos, mientras que 60 se hacinan en el 10% de la superficie terrestre y en proporción sólo una cuenta con algún miembro que tenga educación universitaria[8].   

Hoy vivimos, en esa dialéctica perversa del mundo contemporáneo, en “la edad de la globalización y de la exclusión”, como lo afirmara en 1997, en uno de sus libros el profesor Enrique Dussel. Globalización que podemos entender como “el proceso por el que los mercados y la producción de diversos países se hayan cada vez más interrelacionados debido al dinamismo del comercio de bienes y servicios y al movimiento de capitales y tecnologías”[9].

Pero este es un fenómeno plural, pluridimensional, múltiple, “complejo”, y al afirmar esto hacemos referencia al concepto de Morin de “complejidad”, es decir, “que está tejido en conjunto”, que cada uno de los hilos que conforman la trama está entrelazado, urdido con otros, que es polivalente y que por esa razón se debe abordar desde diversas perspectivas, ya que el fenómeno no es sólo económico, como se podría pensar o como lo sostienen sus apologistas o aun algunos de sus detractores, sino que afecta al hombre mismo, sea éste considerado desde una perspectiva genérica, desde la propia condición humana[10] o desde una perspectiva concreta, personal. 

A manera de ejemplo, valga enunciar algunas de estas perspectivas que se pueden manifestar; desde la perspectiva de lo que los griegos llamaban la physis, la naturaleza, hasta la axiología, la antropología, la política, la económica, la sociológica, la ética, la epistemología y aun una perspectiva teológica.

Fundamentos de la visión hoy imperante
Es sabido que la sociedad moderna se constituyó en el llamado Estado moderno, que como organización política impregna todos los ámbitos de la vida del hombre y se levanta sobre una  cosmovisión que ve al hombre como un ser que en su naturaleza es un “individuo egoísta”, que se ve forzado por la “necesidad” o “ananké”, como lo recordara Freud[11], a asociarse para así poder sobre vivir. Tal es el caso de las propuestas, que en sus dos variantes, fundan el constitucionalismo moderno[12]. La del inglés Thomas Hobbes realizada en 1651 y la del ginebrino Juan Jacobo Rousseau propuesta un siglo y once años después en 1762.

En uno como en el otro caso, el hombre nace aislado y la sociedad posteriormente lo transforma. La sociedad nace de un acuerdo de las voluntades, de un contrato de los asociados que entregan su poder a la organización político social (teoría contractual del estado).

En el caso del planteamiento de Thomas Hobbes, hay un estado natural de agresión permanente en el que esa naturaleza belicosa, junto con el instinto de conservación, obliga a los individuos a asociarse. Veamos: “y dado que la condición del hombre […] es condición de guerra de todos contra todos, en la que cada cual es gobernado por su propia razón, sin que haya nada que pueda servirle de ayuda para preservar su vida contra sus enemigos, se sigue que en una tal condición todo hombre tiene derecho a todo, incluido al cuerpo de los demás. Y, por tanto, mientras persista este derecho natural de todo hombre a toda cosa no puede haber seguridad para hombre alguno (por muy fuerte o sabio que sea) de vivir todo el tiempo que la naturaleza concede ordinariamente a los hombres para vivir”[13].

En Jean-Jacques Rousseau “el hombre nace bueno y la sociedad lo corrompe”. Rousseau, en El Contrato Social, sostiene que los hombres llegados a un punto en que los obstáculos que perjudican su conservación en el estado de naturaleza logran vencer, mediante su resistencia, a la fuerza que cada individuo puede emplear para mantenerse en dicho estado. Desde este momento, el estado primitivo no puede subsistir, y el género humano perecería si no cambiase de manera de ser.

Ahora bien: como los hombres no pueden engendrar nuevas fuerzas, sino unir y dirigir las que existen, no tienen otro medio de conservarse que formar por agregación una suma de fuerzas que pueda exceder a la resistencia, ponerlas en juego por un solo móvil y hacerlas obrar en armonía…»Encontrar una forma de asociación que defienda y proteja de toda fuerza común a la persona y a los bienes de cada asociado, y por virtud de la cual cada uno, uniéndose a todos, no obedezca sino a sí mismo y queda tan libre como antes». Tal es el problema fundamental, al cual da solución el Contrato social…[14].

En las concepciones antedichas subyace, por consiguiente se presenta y se promueve una concepción individualista en donde se piensa que la naturaleza humana en soledad es un todo perfecto que tiene que ser coordinado con otros todos perfectos, situación que en última instancia nunca es superada completamente por el artificio humano que es la sociedad política o el Estado.

Pero estas concepciones, fruto de la visión paradigmática moderna del ser humano, que implica una antropovisión íntegra del hombre, conllevan, como en todo paradigma[15], inmensas posibilidades pero también inmensos imposibilitantes, es más, nos atreveríamos a decir, que esta antropovisión involucra, frente a todas las posibles capacidades humanas, más limitantes que las posibilidades que libera.

En la economía moderna se manifiesta este paradigma en la concepción antropológica que fundamenta las tesis de Adam Smith, que sostienen a su manera Jean Batiste Say, John Stuart Smill y que los neoliberales de hoy como Milton Friedman, Friederich August Hayek[16], postulan como la base de la acción económica, el egoísmo, el deseo del sujeto del lucro individual que es la fuerza motriz fundamental del desarrollo económico y personal.

Para ellos, el capital es aquello que independientemente de los bienes, sean estos tierras u otros bienes muebles, otorga el bienestar, la independencia, libertad y ¿por qué no? la felicidad; la economía de intercambio, con su suprema manifestación y concreción “el mercado”, el cual debe estar libre de toda intervención por parte de un poder externo y superior, especialmente el Estado, es el que impone sus leyes y su racionalidad. Allí es donde se da el comercio que genera el bienestar y se ejerce la libertad, que a su vez posibilita y re-genera el gran mercado, en el que todo es mercancía; allí se debe regir todo por la libre competencia, que como «mano invisible» transmuta, en una especie de alquimia económica, los intereses de los individuos en intereses sociales.

Pero, para ubicarnos adecuadamente, es importante recordar el origen del concepto “mercancía”, el cual, en un primer momento, hacía referencia a los bienes materiales que se guardaban en depósito, de ahí pasa a convertirse en lo que se comercializa, ya que al estar los bienes depositados sirven para venderse o para canjearse; posteriormente, por extensión, el medio de pago con el que se conseguían los objetos que se vendían como mercancías, se convierte en la mercancía por excelencia. De ahí que entonces tenemos que el dinero es la principal mercancía abstrayendo lo que él representa.

En el siglo XIX, siglo en el que vive Marx y que analiza como ninguno desde la perspectiva económica, se asiste a ese proceso de expansión del capital que, mediante la industrialización, produce como consecuencia que cada día más la naturaleza y sus procesos sean considerados como mercancías, pero no solamente esto, la fuerza de trabajo como una abstracción del hombre mismo separa al ser humano biológico del ser humano social y productivo para quedarse con su sola capacidad de trabajo y comerciarla, como cualquier otra mercancía en el mercado. Y hoy, como recuerda Erich From, las cualidades mismas del ser humano se convierten en mercancías que hay que vender y si no son aceptadas por el mercado no deben existir, deben desaparecer[17].

Esta antropovisión y cosmovisión parte de un supuesto fundamentalmente equivocado, cual es que el hombre nace sólo y que posteriormente se asocia. Por el contrario, el hombre, como muchas especies biparentales, nace de la procreación de otros seres humanos que mediante una relación sexual, genital, procrean a otro ser humano. Pero este hecho no sólo es un hecho sexual, biológico, es un hecho social posibilitado por dos seres humanos frutos y miembros de la sociedad que se unen y que con su acción reproducen a la sociedad misma y a la especie; pero también, es un hecho cultural en el cual dos individuos sociales totalmente biológicos, pero también totalmente culturales, se unen y esa unión es posibilitada, regulada y legitimada por la cultura misma; además, esta acción, es un hecho espiritual en el cual las emociones y las pasiones como emergencias elaboradas de esos seres materiales biológicos, se espiritualizan y se presentan como sentimientos sublimes frente a los cuales la vida misma es sacrificable.     

Esta concepción, que está a la base de la organización social individual del hombre contemporáneo asume como postulado una verdadera falacia y desde allí construye con una lógica coherente una visión del hombre, del mundo y de la sociedad, nefasta que legitima la constante explotación del hombre por el hombre y pone en peligro permanente al hombre, ya que pone en peligro al sociosistema así como al ecosistema que posibilitan la vida de cada ser humano en particular y de todos ellos en conjunto.

Por esto, se hace necesario replantear la superación del paradigma hasta ahora prevaleciente buscando su superación dialéctica, en la cual sea posible conservar lo que tenga de positivo ese paradigma y eliminando las deficiencias de éste, llevar a un nuevo momento el desarrollo y el despliegue de la capacidad humana en interrelación permanente y creativa con el sociosistema y el ecosistema.

De ahí que se hace necesario plantear un nuevo paradigma que conciba al ser humano como un ser pluridimensional que a su vez, simultáneamente y redundantemente participa de las diversas dimensiones que potencian en un círculo espiral auto eco poiético al hombre mismo, creando, formando, informando y transformando al hombre llevándolo a nuevos niveles de humanización.

Es necesario replantear el problema desde la perspectiva de los valores, dándole primacía a la ética, planteándola como un elemento omniabarcante que sirva como discurso fundamental y fundamentante del ser humano, es decir, es necesario hacer del discurso ético la “filosofía primera”[18] o la “proté filosofía”, que al igual que en Platón conciba a la justicia como fundamento y origen de la vida del ser humano tanto a nivel individual como a nivel social[19].

Pero la justicia como fundamento de la sociedad no puede ser concebida de una manera platónica sino que debe ser concebida de una forma que asuma al hombre como ser pluridimensional, como ser vivo, como ser social, con unas características psíquicas peculiares, con una cultura fruto de una larga tradición histórica, con un ser biológico fruto de las interrretrorelaciones de su organismo con el medio y posibilitadas por éste, necesarias para su posterior existencia y sostenibilidad como ser vivo. Y, por último, como un ser mítico, el cual produce ideas que le dan esperanza y sentido a la existencia así como también le originan su propia perdición. 

La justicia, esa idea de Platón, crea paz[20]. No es al contrario, como han pensado y sostenido, en más de una ocasión maliciosamente, muchos de los gobernantes y de sus grupos legitimadores. La justicia como valor, individual y social, como valor que sostiene a la egoidad así como a la alteridad, que no da primacía a ninguno de los dos polos de la relación sino que busca el “justo medio”, que recomendara tanto Buda, en la tradición oriental, como Platón y Aristóteles, en la tradición occidental, es la que hace posible la relación dinámica y dialéctica persona, sociedad y especie para beneficio de la persona, la sociedad y la especie.

La justicia crea paz porque la justicia crea libertad, y en este sentido es necesario que se replantee permanentemente la idea de libertad. Ya que esa concepción individualista planteó una idea imposible e irreal de libertad, en ella se concibe la libertad como afirmación del “Yo” negando la existencia del “Otro”, hay una oposición irreconciliable que plantea una verdadera disyuntiva que se podría expresar afirmando: “o yo o los otros”, o “me salvo yo o nos condenamos todos”. Idea que ha servido para justificar la explotación, el asesinato y la eliminación, que permite, a lo sumo la convivencia con el Otro en una tregua susceptible de ser violada  en cualquier momento.

La libertad debe ser redefinida de una forma que ésta sea entendida en el contexto del Otro y de los Otros así como en el contexto del ecosistema. La libertad sólo es posible en un entorno determinado con los Otros, mediante los Otros, y para la construcción de los Otros, así se logra la construcción propia. La libertad individual sólo puede ser concebida, gestada y realizada como “un compromiso social”[21]. Es la sociedad, son los Otros en colaboración con el Yo con quienes se construye, se piensa y se vive la libertad.  Hoy no se puede hablar de una libertad “absoluta”, es decir, “desligada”.

La libertad es fruto de esa difícil conjunción de lo autónomo y lo heterónomo, lo personal, lo grupal y lo ecológico. La libertad, como todo lo humano, es social y es la Justicia la que crea la Libertad que recrea la Justicia. La libertad considerada aisladamente y de una forma individualista nos pone en peligro a todos y a toda la vida que hoy conocemos en el planeta. Es por eso que la justicia posibilita y crea futuro[22].
     
El capitalismo neoliberal y condena de la humanidad

Hemos afirmado que el capitalismo se basa en  el egoísmo, pero en estos tiempos la situación se agudiza, es más, estamos en el punto en el cual se reformula la visión capitalista que promueve el egoísmo y en el que se plantea una especie de teoría económica “ultraliberal”. Ella retoma y profundiza los postulados ya planteados en épocas anteriores. Sus bases fundamentales  se montan sobre tres principios que Friedman los  formula, “libertad”, “libre mercado” e “inhibición del estado”[23], lo cual quiere decir que el Estado no debe estar facultado para intervenir ni siquiera en cuestiones tales como la vivienda, la  salud y la educación, sectores que deben estar libres, al albur de la competencia.

Milton Friedman sostiene que el principio ético que rige la vida económica no es más ni menos que “el aumento de beneficios”[24], es decir, el negocio del negocio es que se haga un buen negocio, pretendiendo con esto que el negocio se autofundamente, que el capitalismo se convierta en un principio absoluto, es decir, desligado de todo otro elemento del que pueda depender y que pueda amenazar su autonomía, y la que él entiende como la libertad. 

Pero esta posición de los neoliberales ha llevado a lo que George Soros, un eminente economista defensor del capitalismo, ha denominado “fundamentalismo de mercado” y este fundamentalismo, según su criterio, amenaza al mismo sistema capitalista del cual él mismo es la base y sustento, es decir, este neoliberalismo es tan despiadado que se acaba él mismo, es una amenaza para sí mismo y desconoce un principio básico de la biología que es que “un organismo en lucha consigo mismo está condenado”[25] a su extinción. Este neoliberalismo es autófago llevando a “La Crisis del Capitalismo Gobal” y a poner lo que ellos llaman, en consonancia con Popper, a “la sociedad abierta” en peligro[26].

Los mismos economistas, que han usufructuado los beneficios de la sociedad capitalista, ante el Senado de la mayor potencia capitalista del mundo, sostienen que es necesario volver a los valores, ya que ellos sustentan, posibilitan y legitiman el sistema económico mundial. 

George Soros afirma que: “mi opinión sobre la situación actual se resumía en la declaración que presenté ante el congreso de Estados Unidos el 15 de septiembre de 1998, en la que, entre otras cosas, dije lo siguiente: «el sistema capitalista global, que ha sido responsable de la extraordinaria prosperidad de este país, se está viniendo abajo en la última década… al desplome financiero en Asia le ha seguido un desplome económico… todos formamos parte del sistema capitalista global, que se caracteriza no sólo por el libre comercio sino también, de modo más específico, por la libre circulación de capitales”…

Analiza Soros el comportamiento del mercado financiero y encuentra que estos son reacios a la injerencia externa, ellos creen en “la mano invisible” siempre y cuando ella los favorezca, pero cuando el desequilibrio tiende a incrementarse es necesaria la intervención estatal[27], afirma:

“Los mercados financieros son muy peculiares en este sentido: les molesta cualquier tipo de injerencia gubernamental pero mantienen una profunda creencia en que si la situación se pone realmente fea las autoridades intervendrán”. Por eso propugna Soros por un replanteamiento de los presupuestos hoy en boga y afirma que: “el replanteamiento debe comenzar reconociendo que los mercados financieros son intrínsecamente inestables.

El sistema capitalista global se basa en la creencia de que los mercados financieros, si se los abandona a sus propios recursos, tienden al equilibrio. Se supone que se mueven como un péndulo: pueden ser trastornados por fuerzas externas, las llamadas convulsiones exógenas, pero intentarán volver a la posición de equilibrio. Esta creencia es falsa. Los mercados financieros son dados a excesos, y si una secuencia expansión/depresión avanza más allá de cierto punto nunca volverá a su lugar de origen.  En  vez de actuar como un péndulo, los mercados financieros han actuado recientemente como una bola de demolición, golpeando sobre una economía tras otra”[28].

En la segunda parte de su interesante escrito, Soros propugna porque se cambien los valores que se están imponiendo en la sociedad en donde se ha entronizado como valor supremo en la escala de valores una especie de “monetarismo” que, de acuerdo con su visión, implica una distorsión de los valores de la “sociedad abierta”. Y afirma que en la sociedad actual se presenta “la sustitución de valores humanos intrínsecos por valores monetarios. Interpreto el capitalismo global como una forma incompleta y distorsionada de la sociedad abierta”[29].

El neoliberalismo a ultranza, como lo sostienen, algunos intelectuales y algunos de los gobiernos de nuestra región, es el camino…pero el camino a la destrucción. El neoliberalismo es una verdadera amenaza para la humanidad y para el ecosistema que posibilita la vida de la humanidad, por eso se hace necesario plantear verdaderas alternativas que hagan viable la vida de los seres humanos.

Las alternativas

Es necesario plantear un “humanismo planetario” que propugne por la protección y promoción integral e integradora del ser humano en su conjunto así como el de su entorno; que haga posible un desarrollo, social, personal y de la especie sostenido, es decir, un desarrollo que de solución a las necesidades de los seres humanos que hoy viven en el planeta y que por ello no comprometa la solución de los problemas de las generaciones que vendrán, por el contrario, que potencie y facilite las soluciones a los problemas que se puedan presentar a las generaciones futuras.

Un “humanismo planetario” que permita el desarrollo pluridimensional del ser humano. Considerado éste desde la dimensión física, la dimensión biológica que incluye la dimensión ecológica, la dimensión psíquica, la dimensión social que conlleva la dimensión cultural y la dimensión trascendente, como impulso permanente a la superación humana incluida la longevidad así como la superación de la vida misma del ser humano[30].

De ahí, que es necesario re-crear la Utopía, re-plantear el sueño, que no por ser sueño no es real y que no por ser sueño deja de jalonar el futuro. La realidad es una construcción el la cual la fantasía y la imaginación, que se construyen en interretrorrelación con lo externo, juegan un papel esencial en el proyecto y concreción de la vida de los hombres[31].

Es necesario por tanto que, como lo decían en el siglo XIX los llamados neohegelianos de izquierda del “Doctor Club”, lo racional, concebido como tal por toda una sociedad, se convierta en real y así revolucionar el mundo, la sociedad y a la persona humana creando futuro para cada uno de los seres humanos, para las diversas sociedades y para la especie humana en el planeta.

La utopía es una creación del cerebro humano que recoge el sueño de una sociedad mejor que la que se vive. Y tuvo una de sus primeras expresiones en la Utopía de Tomás Moro[32], para los católicos, Santo Tomás Moro, quien proyectó su visión en los días en que estas tierras de América eran aun ignotas para casi todos los europeos y llenaba de la esperanza de una sociedad mejor a esos hombres del antiguo continente así como más tarde inspiró a los del nuevo mundo, entre ellos a Simón Rodríguez, maestro de nuestro libertador.

En la utopía se recoge toda una larga tradición que expresan los seres humanos que se niegan a aceptar las condiciones de opresión que viven y que gracias a ese anhelo transforman su sociedad. Esa tradición que se remonta a las primeras grandes civilizaciones humanas, se expresa en la civilización egipcia, en el pueblo hebreo y en las distintas manifestaciones de la filosofía occidental, muchas de las cuales han tratado de ocultar deliberadamente[33].

En el Siglo XIX, bajo el impulso de los desarrollos sociales, Marx y Engels, junto con otros, replantearon el problema, pero esta vez desde una perspectiva “científica”, entendiendo la ciencia a la altura de su tiempo y considerando la misma como una enunciación un tanto rígida que se convierte en necesaria expresión del “reflejo” de lo que en la naturaleza acontece[34].

Hoy  se hace necesario redefinir un proyecto social que retome los logros de las visiones “utópicas” y “científicas” de las sociedades del pasado pero actualizándolas a la altura de los logros de las ciencias de hoy, en donde entendemos la ciencia como una construcción social permanente en la que los intereses sociales se manifiestan[35] y en este caso se deben manifestar los intereses de la mayoría de la especie; que integre los intereses de la persona humana y la sociedad, que respete y promueva la vida del ecosistema en su conjunto.    

Hoy, si queremos salvar la humanidad, es necesario refutar el neoliberalismo y por consiguiente evitar la catástrofe que cada día se profundiza y se radicaliza más, por eso se hace necesario crear a contracorriente una nueva visión de la sociedad, un humanismo planetario, que rescate al hombre en su pluridimensionalidad e integralidad, que haga ver a cada uno de los seres humanos que el fundamento de su vida no es el egoísmo y el solipsismo sino el compartir, que el fundamento de la existencia está en la co-existencia y que el fundamento de su vivir está en el con-vivir.

Hoy, en el humanismo planetario, debemos  recuperar el sentido del amor. Debemos redefinir la vida de nuestra sociedad en función de la complejidad de este concepto, concepto que a pesar de haber sido tan denostado y despreciado, resume de una forma más real, dinámica y compleja el origen, el fundamento y la finalidad del hombre. Que lleva a la persona humana a reconocer, respetar y promover al Otro y mediante este proceso a encontrarse, realizarse y darle sentido a su existencia a través del Otro.

Hoy, es necesario un humanismo planetario que sirva como base y a su vez promueva el consenso sobre un nuevo tipo de sociedad más humana, en la cual las relaciones humanas se naturalicen y la naturaleza humana se socialice[36]. 
Hoy se hace necesario que se haga una filosofía para evitar que el hombre se pierda, como afirmara Horkheimer[37]. De ahí que se hace necesario promover el consenso sobre una nueva sociedad y este no es un sueño nuevo, es la actualización de la propuesta del socialismo del siglo XIX que a su vez recoge un antiguo anhelo de justicia de toda la humanidad.

Pero para esto se hace ineludible que se promueva una nueva educación en la que el educador se eduque[38], ya que la sola repartición de las riquezas sociales, sirve para propiciar las condiciones de una sociedad mejor pero no para realizarla, de ahí que la redistribución de la riqueza sea “condición necesaria pero no suficiente”, para esto se hace ineludible la educación de la persona humana. Una educación que se fundamente en una visión ética que parta del hombre y vuelva al hombre, en su ámbito personal, social y de especie, que vea al hombre como principio, camino y fin del proceso.

Hoy para todo esto se hace obligatorio realizar la propuesta que hiciera nuestro libertador, Simón Bolívar: “moral y luces”; que traducido a nuestros términos sería: “ética y educación”. Ética, es decir, principios orientados por el deseo de servicio al ser humano y “educación”, que proporciona conocimientos para saber cómo servirles a esos seres humanos. De esta forma tener una sociedad cada día más humana en donde el ser humano se cree y se re-cree en unión permanente con sus congéneres, su medio ambiente, desarrolle y posibilite permanentemente su condición humana. 

Hoy es necesario re-crear la “democracia”, una democracia real, no formal, que en verdad sea “participativa”, ya que el Pueblo no es privado de sus capacidades por la pobreza[39] y participa del Poder y controla el Estado y el Gobierno que controla a las personas que forman el Pueblo, en un rizo autocreativo y autogenerador de la humanidad de la humanidad. Pero debe ser una democracia “protagónica” en la que cada uno de los ciudadanos sea coprotagonista de esa gran obra maestra colectiva que es la democracia.

Hoy es necesario re-plantear una nueva sociedad que recoja las experiencias de de las sociedades pretéritas en general y más específicamente de los intentos de socialismo, que ponga al servicio de la reflexión del destino humano y de la humanización de éste a la ciencia misma con sus logros y especialmente sus métodos[40] que reflejen la dinámica creativa de la sociedad que la posibilita haciendo viable cada día una mayor y más radical democracia[41].

Una democracia que retome los aspectos personales, sociales, de la especie y de la ecología en donde sea posible una verdadera “ciudadanía planetaria”, (que no excluye sino supone e integra la nacionalidad local), para todos los seres humanos basada en la equidad y fundamentada en la dignidad humana en donde haya un respeto profundo entre el hombre y la mujer así como entre los diversos grupos humanos con sus respectivas culturas, fruto de la riqueza y la variedad humana.

Hoy es necesario construir una sociedad que recoja y replantee ese antiguo sueño de los pobres de la tierra que en su deseo escatológico plantearon una teología que afirma que la vía de la salvación de los hombres está en el compromiso con los otros hombres; que la vía de salvación no es apartándose del mundo sino comprometiéndose con él para trascenderlo y ver en cada uno de los Otros la manifestación de Dios; que “la historia de la salvación tiene que ver con la salvación en la historia”[42], dicho de otra forma, es necesario un humanismo planetario cuyo principio sea “o nos salvamos todos o todos estamos condenados”.

Notas
[1] Citado por  Carl Sagan en la versión televisiva de Cosmos Capítulo 13
[2] La propuesta de Edgar Morin es muy rica y “compleja”, pero su gran obra es El Método, en él expone sus líneas fundamentales. Cfr. El Método, Madrid, Ed. Cátedra, Tomos I –V.
[3] KÜNG, Hans; Una Ética Mundial para la Economía y la Política, México, FCE, 2000 p. p. 227
[4] Cfr. FUKUYAMA , Francis; El Fin de la Historia y el último hombre, Bogotá, Planeta, 1992
[5] Media hectárea de bosques cada segundo
[6] Entre 1500 y 1850 fue eliminada una especie cada diez años, entre 1850 y 1950 una especie por año. En 1990 desaparecieron diez especies por día. En el año 2000 desaparecerá una especie por hora. Según informe del Worldwach Institute. Citado por Boff Leonardo, La dignidad de la tierra, Valladolid, Trotta, 2000
[7] Se afirma que el animal más peligroso es el mosquito que ha producido y produce más muertes en toda la historia de la humanidad que cualquier otro y su medio de reproducción son las aguas estancadas.
[8] Cfr.  SAGAN, Carl;  Miles de millones, Barcelona, Ed. BSA, 1998. p. p 185
[9] Op. Cit. Küng Hans, p. p. 200 
[10] Cfr. ARENT, Hanna, La condición humana, Buenos Aires, Paidós,
[11] Cfr. FREUD. S. El Malestar en la Cultura, Obras completas, Argentina, Orbis, , 1993. Volumen 17, p p. 3063
[12] Aun cuando como lo afirma el profesor Rafael Ballén estas ideas ya se encuentran en Platón, más exactamente en la República, Libro II, sólo hasta la Edad Moderna adquieren relevancia y se convierten en el fundamento “explícito” del Estado Moderno.
[13] HOBBES, Thomas, Leviatán, XIV, XV (Editora Nacional, Madrid 1977, p. 228).
[14] ROUSSEAU, Jean Jacques; Contrato Social, libro I, cap. 1 (Espasa Calpe, Madrid 1993, 7ª ed., p. 47).
[15] Para el concepto de paradigma Cfr. KUNH, Th; La Estructura de las revoluciones científicas, México, FCE.
[16] Cfr. HAYEK, F. A; los fundamentos de la libertad, Barcelona, Folio, 1997, 2 tomos.
[17] FROM; El miedo a la libertad, Bogotá, Círculo de lectores.
[18] Cfr. GÓMEZ-MULLER, Alfredo, La ética como filosofía primera, Bogotá, Universidad de la Salle, 2000
[19] Cfr. PLATÓN, Obras Completas, T VII y VIII, La República. Caracas, Presidencia de la República y UCV, 1983.
[20] Hemos afirmado en otro lugar que esta idea de Platón es fundamental para la discusión, ya que si no entendemos la Justicia como él la entiende, si pensamos que ésta es el fundamento de la convivencia de los seres humanos en la República. Cfr. Soto Castellanos, Justo; Platón y la idea de Justicia, Diálogo de Saberes, Bogotá, Universidad libre, Nº 20, I semestre 2004.   
[21] Cfr. SEN Armartya, Desarrollo y libertad, Bogotá , ed. Planeta, 2000, Capítulo 12, La libertad individual como un compromiso social.
[22] Cfr. MOLTMANN, Jürgen; La justicia crea futuro, España, Salterrae, 1992. Este excelente teólogo protestante hace un análisis profundo, desde una perspectiva cristiana,  de la auto amenaza de aniquilación masiva por las armas atómicas, químicas, biológicas y por la misma contaminación creada por los seres humanos, frente a esta situación encuentra como alternativa la justicia para con los hombres y  con el entorno.
[23]Op. Cit. KÜNG, Hans, p. p 257.
[24] “En 1970 Friedman convirtió provocativamente su respuesta en el título de un artículo aparecido en el New York Times  Magazine: The Social responsability of Business is into Increase its Profits!” Ibidem. p. p. 257
[25] SAGAN, Carl;  Cosmos, Barcelona, 11 ed. 1993, Capítulo XIII
[26] SOROS, George; La crisis del Capitalismo Global, la sociedad abierta en peligro, Barcelona, Plaza y Janés, 1999
[27] La que “curiosamente” protege los intereses de los grandes capitales financieros encarnados en los Bancos y entonces se cumple el principio: “socialización de las pérdidas privatización de las ganancias”.
[28] Ibidem, p 13 -18
[29] Ibidem, p. 19
[30]Cfr. SOTO Castellanos, Justo; Idea de vivir bien y ética, Bogotá, Universidad INCCA de Colombia, 2003
[31] Para la relación realidad-fantasía desde la perspectiva literaria Cfr. Ende, Michael. La Historia Interminable. Barcelona: Ed. RBA Editores, 1993 y desde la perspectiva imaginación ciencia: BRONOWSKI, Jacob; Los orígenes del Conocimiento y la Imaginación. Barcelona, Gedisa, 1993. Esta referencia se suscitó a partir del interesante trabajo de Justo Soto Manrique presentado en la Universidad de la Salle de Bogotá, en la cátedra de introducción a la literatura.
[32] Cfr. MORO Tomás; Utopía, México, Porrúa, 1980
[33] Cfr. Op cit. DUSSEL. Enrique. Allí el profesor Dussel hace una importante exposición de este anhelo y lo actualiza presentando una nueva versión fundamentado en los que denomina los tres principios: el principio material, el principio formal y el principio de factibilidad.
[34] Cfr. ENGELS, Federico; Del socialismo utópico al socialismo científico,  Moscú, Ed. Progreso.
[35] Cfr. HABERMAS, Jürgen; Ciencia y Técnica como “Ideología”, Madrid, Tecnos, 2001
[36] En esta idea la coincidencia es evidente con Carl Marx, quien desde sus escritos de juventud propugnó por la misma. Cfr.  MARX, Carl, Manuscritos económico filosóficos del 1844.
[37] Cfr, HORKHEIMER. Max; Anhelo de Justicia, Barcelona, Trotta, 2000. De igual forma se puede ver mi artículo presentado como ponencia para la celebración de los 100 años de Th. W. Adorno en la Universidad Pedagógica de Colombia en septiembre del 2003. La actualidad del pensamiento filosófico de Horkheimer.
[38] A este problema hace referencia Marx en la tercera de sus tesis sobre Feuerbach y Morin retoma en sus ideas sobre la educación. Cfr. MARX, C. Tesis sobre Feuerbach, Moscú, ed. Progreso. Morin Edgar, Los siete saberes necesarios para la educación del futuro, Bogotá, Magisterio, 2001
[39] Cfr. Op Cit. SEN Amartya. “La pobreza como privación de capacidades” es el resultado del análisis realizado por este profesor, Premio Nóbel de Ciencia Económica 1998.
[40] “El método aunque sea indigesto y espeso, es mucho más importante que los descubrimientos de la ciencia”. SAGAN, Carl; El mundo y sus Demonios, La Ciencia como una Luz en la Oscuridad, Bogotá,  Planeta, p. p.  39
[41] La idea de que la ciencia y la democracia nacieron juntas y que existe una profunda interrelación entre una y la otra ha sido expuesta por Carl Sagan; Ibidem. Especialmente en los capítulos 2, 24 y 25.
De otra parte, para explorar las bases epistemológicas de las ciencias y su interrelación con la sociedad que la produce, es interesante revisar el trabajo de la Escuela de Frankfurt en este aspecto y más específicamente el trabajo de Habermas  “Conocimiento e interés”. Así como mi escrito Aproximación a la idea de Ciencia, Universidad libre, Bogotá, PUBLICABECA, 2005
[42] ELLACURÍA, Ignacio; Teorías económicas y relación entre cristianismo y socialismo, Concilium, Madrid, 1977, Nº 125

Bibliografía
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DUSSEL, Enrique; Ética de la liberación en la edad de la globalización y de la exclusión, Valladolid, Trotta, 1998
BRONOWSKI, Jacob;  Los orígenes del Conocimiento y la Imaginación, Barcelona, Gedisa, 1993
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            Los siete saberes necesarios para la educación del futuro, Bogotá, Magisterio, 2001
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SOROS, Georg; La crisis del Capitalismo Global, la sociedad abierta en peligro, Barcelona, Plaza y Janés, 1999
SOTO Castellanos:
– Justo; Platón y la idea de Justicia, Diálogo de Saberes, Bogotá, Universidad libre, Nº 20, 2004.
– Aproximación a la idea de Ciencia, Universidad libre, Bogotá, PUBLICABECA, 2005
– La actualidad del pensamiento filosófico de Horkheimer, Universidad Pedagógica Nacional de Colombia, Septiembre, 2003  
– Idea de vivir bien y ética, Bogotá, Universidad INCCA de Colombia, 2003

* Filósofo, especialista en pedagogía.
En su «blog».

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