III Violencia Contra la Infancia. – MUNDO ANCHO, AJENO Y ABUSADOR

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

En todo el mundo probablemente no bajen de 246 millones los niños que trabajan; unos 180 millones de entre cinco y 17 años –o el 73% del total– se dedican a las peores formas de trabajo infantil, en minas, en condiciones arriesgadas y el manejo de maquinaria peligrosa. De estos niños no menos de 5.7 millones trabajan en una situación de servidumbre por deudas u otras formas de esclavitud, 1.8 millones están implicados a la fuerza en la prostitución o la pornografía y 600.000 se dedican a otras actividades ilícitas.

Veneran afirmó: «la educación, es un componente fundamental del entorno protector necesario para resguardar a los niños y niñas de la explotación, es un medio poderoso para prevenir el trabajo infantil».

La eliminación de barreras a la matriculación en las escuelas es el elemento fundamental de la iniciativa para la abolición de las tasas escolares, lanzada en 2005 por UNICEF y el Banco Mundial. UNICEF también trabaja con la Organización Internacional del Trabajo y otras instituciones para fomentar políticas, reunir recursos e instaurar otras medidas prácticas destinadas a combatir el trabajo infantil.

Uno de estos programas es el proyecto Basic Education for Hard to Reach Urban Children (BEHTRUC) apoyado por UNICEF en Bangladesh, que desde 1997 ha dotado de educación no académica a 346.500 niños y niñas trabajadoras de las zonas urbanas, donde resulta difícil llegar, la mitad de ellas niñas. Los menores, de entre ocho y 14 años, son enrolados sobre todo en el servicio doméstico o lo hacen en la industria. El gobierno apoya el programa con una red de 151 organizaciones no gubernamentales, y proporciona subsidios a las familias de los niños para compensarlas por los ingresos perdidos.

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Además de negárseles el derecho al estudio, los niños y las niñas que trabajan son víctimas frecuentes de malos tratos, violencia física y psicológica o abusos por parte de sus supervisores, compañeros de trabajo y otras personas. La violencia contra los niños y niñas en el lugar de trabajo es una de las cinco áreas fundamentales que se abordan en el Estudio sobre la violencia contra los niños.

Las actividades de la UNICEF, para proteger a los niños del trabajo infantil y otras formas de explotación se centran en crear un entorno protector para ellos. En un ambiente protegido, las personas de todos los niveles de la sociedad se ocupan de forma individual y conjunta para aplicar leyes protectoras, desarrollar los servicios necesarios, dotar a los niños y a quienes trabajan con ellos de la información y los conocimientos necesarios para impedir y responder a los malos tratos y desafiar todas las formas de discriminación.

«Combatir el trabajo infantil exige un liderazgo político y alianzas de base amplia», señala Ann M. Veneran, agregando: «es compromiso de progenitores, dirigentes comunitarios, el sector privado y los gobiernos; todos deben responsabilizarse y garantizar que a los niños no se les explote en el lugar de empleo».

Protección infantil

Adoptar y poner en práctica leyes firmes que protejan a la infancia, supervisar la actividad gubernamental, asegurar recursos financieros, concienciar y promover, son algunas medidas que pueden tomar los parlamentarios para aliviar el sufrimiento de la niñez.

UNICEF. Durante 60 años, UNICEF ha sido la principal organización del mundo dedicada a la infancia; trabaja en 156 países y territorios para ayudar a los niños y las niñas a sobrevivir y avanzar en la vida desde la niñez hasta la adolescencia. Es el mayor proveedor de vacunas para las naciones más pobres, apoya la salud y la nutrición de la infancia; agua, y saneamiento; educación básica de calidad; protección para todos los niños y niñas contra la violencia, la explotación y el SIDA. Está financiada en su totalidad por las contribuciones voluntarias de individuos, empresas, fundaciones y gobiernos.

UNICEF ayuda a crear un ambiente de protección para prevenir la violencia, el abuso, la explotación y la discriminación. Contribuye a crear un medio seguro a los niños y niñas para fortalecerlas frente al maltrato, al igual que la buena salud y una alimentación adecuada les fortalece frente a la enfermedad. La creación de este hábitat de defensa es la mejor arma para salvaguardar a los niños y niñas de los malos tratos.

Este organismo pretende lograr este cometido mediante información y vigorizando la capacidad de los distintos estamentos sociales gubernamentales. Un escenario de amparo es aquel en el que todos –desde los niños y niñas, el personal sanitario hasta los gobiernos y el sector privado– cumplen con la responsabilidad que les compete en aras de garantizar la protección de la infancia frente al abuso y la explotación. El UNICEF reconoce que todos los niños y niñas tienen derecho a la defensa, como se establece en la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño. Sostiene la necesidad de que familias, comunidades e individuos respeten estos derechos y les ayuda a hacerlo. Además, los propios niños, niñas y adolescentes pueden participar de forma activa en su propia seguridad y actuar en defensa del amparo de los demás niños y niñas.

– Las actitudes, tradiciones, costumbres, comportamientos y hábitos.
– El compromiso de los gobiernos de respetar y promover la protección a la infancia.
– El debate abierto y el compromiso con cuestiones relativas a la protección de la infancia.
– La existencia de leyes relativas a la protección y aplicación de las mismas.
– La capacidad de aquellos que conviven con los niños de crear un ambiente de ayuda para ellos.
– La preparación, información y participación de los niños y niñas.
– La vigilancia y denuncia social de cuestiones relativas a la protección de la infancia.
– La creación de servicios y reinserción.

De faltar cualquiera de estos elementos, los niños y las niñas serán más vulnerables al maltrato, la violencia, la discriminación y la violación de sus derechos.

Dirigentes religiosos. UNICEF hizo un llamado a los dirigentes religiosos de todo el mundo para que trabajen juntos por la paz y el desarrollo para proteger a los niños de las amenazas de la pobreza y la violencia.

Ann M. Veneran, Directora Ejecutiva de UNICEF, señaló: «Son demasiados los miembros de la familia humana que no disfrutan de las ventajas de una paz genuina y duradera. Los conflictos desatados en todo el mundo son recordatorios siempre presentes de lo que divide a la humanidad. Pero son muchas más las cosas que nos unen, entre ellas la preocupación por la supervivencia y el bienestar de los niños y las niñas».

Estos señalamientos los hizo Veneman, durante la octava Conferencia Mundial de las Religiones por la Paz, que tuvo lugar en Kyoto, Japón, el pasado mes de septiembre, destacando que íla infancia y la mujer forman el núcleo de los proyectos de desarrollo mundial, y la paz es la compañera inseparable de los objetivos de desarrollo.

«Vivimos en un mundo, en el que mil millones de personas subsisten con un dólar al día o menos», afirmó. «Un mundo en el que 10.5 millones de niños mueren cada año por causas que en gran medida se pueden evitar; un planeta en el que el hambre, las crisis y las desigualdades socavan la paz y la estabilidad».

Indico además que en términos generales, la posición de las jóvenes y las mujeres han mejorado en esferas como la educación, la esperanza de vida, la representación política y las oportunidades de empleo, como colectivo están sometidas a desigualdades que socavan el avance de sus respectivos países hacia el desarrollo.

En todo el mundo, UNICEF y los grupos religiosos trabajan juntos en una amplia variedad de programas destinados a la niñez, en esferas tales como la educación, la protección infantil y la atención sanitaria.
En América Latina y el Caribe, UNICEF y el Consejo Episcopal Latinoamericano, llevan más de 20 años trabajando juntos en la protección de los niños y sus familiares.

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En Turquía, UNICEF ha colaborado durante varios años con los imanes, respetados dirigentes religiosos que oficial en la tradicional oración de los viernes. Estos han desempeñado un papel crucial en una campaña de educación de las niñas, urgiendo a los progenitores para que lleven a sus hijos a la escuela, y, en principio de 2006, fueron un elemento clave a la hora de comunicar información sobre la gripe aviar, lo que salvo numerosas vidas.

Organización Internacional del Trabajo. Los niños, niñas y adolescentes que trabajan llevan a cabo una gama muy amplia de tareas y actividades, suelen tener estilo de vidas similares y enfrentar problemas comunes. Las labores realizadas por menores de edad varían de acuerdo con sus características: algunos son difíciles y exigentes, otros son más riesgosos e incluso reprensibles.

No todo oficio efectuado por niños debe ser clasificado como trabajo infantil que deba ser seleccionado para su eliminación. La participación de niños, niñas y adolescentes en un empleo que no afecta su salud y desarrollo personal o interfiere con su educación es considerado por lo general como algo positivo. Esto incluye actividades de ayuda en la casa de sus padres, asistir a un negocio familiar o ganarse dinero para gastos personales fuera de la escuela y durante las vacaciones escolares. Estas labores contribuyen al desarrollo de los niños, les hace obtener habilidades y experiencia, y ayudan a prepararlos durante su vida adulta.

La Organización Internacional del Trabajo, define el termino trabajo infantil como el que priva a los niños, niñas y adolescentes de su potencial y dignidad, y que es nocivo para su desarrollo físico y mental. Se refiere al trabajo que interfiere en su escolarización, privándole de ir a la escuela, obligándole a abandonar prematuramente las aulas, o exigiendo que intente combinar la asistencia a la escuela con largas jornadas de trabajo pesado.

En sus formas extremas, el trabajo infantil implica niños, niñas y adoslecentes que son esclavizados, expuestos a graves riesgos y enfermedades y abandonados por si mismos en las grandes ciudades a muy temprana edad.

América Latina y el Caribe

El trabajo infantil es un problema que obedece a múltiples causas económicas, sociales y culturales, pero también da cuenta de la escasa capacidad nacional y regional para formular políticas y dar sostenibilidad a su aplicación.

Más allá de la economía o las percepciones, los Estados en América Latina y El Caribe han demorado para incorporar como objetivo estratégico de desarrollo la lucha por la erradicación del trabajo infantil. Esto en parte, como consecuencia de una serie de debilidades estructurales referidas a la necesidad de capacitación; coordinación y articulación, contradicciones normativas, dificultades para la inspección laboral, falta de especialización de organismos públicos y ONG en intervenciones de erradicación del trabajo infantil y la escasa información sobre la real dimensión del problema en la región.

Al menos dos millones de niños –principalmente niñas– que trabajan en el servicio doméstico en América Latina y el Caribe son en su gran mayoría, víctimas de diversos tipos de explotación que va desde los malos tratos verbales hasta el abuso sexual y la violencia física, señala una investigación de la Organización Internacional de Trabajo. El informe que reúne una serie de averiguaciones sobre el fenómeno del trabajo infantil doméstico en diversas regiones y países del mundo, documenta de manera exhaustiva la explotación que sufren estos niños y hace un llamado a los gobiernos para que tomen con urgencia, iniciativas que permitan eliminar esta forma de trabajo infantil.

Según la OIT cerca de 10 millones de niños de todo el mundo, muchos de ellos con apenas diez años, trabajan íocultosî en las viviendas de los empleadores sin que sus tareas puedan, en la mayoría de los casos, ser controladas y reglamentadas. Tras las puertas cerradas puede y suele haber violencia y malos tratos sin que en el exterior nadie se entere, «en estos casos –señala el análisis– se considera que el niño padece una de las peores formas de trabajo infantil».

El estudio identifica al trabajo infantil doméstico como las tareas domesticas desempeñadas por niños –que no han cumplido la edad mínima legal de admisión al empleo– en la casa de una tercera persona y en condiciones de explotación. El aprovechamiento es económico cuando el niño debe trabajar durante horarios prolongados sin disponer de tiempo libre y recibe un salario bajo o ninguna remuneración. A los trabajadores infantiles domésticos se los explota porque normalmente carecen de protección social y jurídica y se los somete a duras condiciones de trabajo y a realizar tareas peligrosas como la manipulación de sustancias toxicas. «Invariablemente –afirma la investigación– se les niega los derechos que, como niños, les concede el derecho internacional, incluido el derecho a jugar, a la salud y a estar a salvo del abuso y el acoso sexual, a visitar a su familia o ser visitados por ella, a reunirse con amigos, a un alojamiento digno y a la protección contra el maltrato físico y mental».

A pesar de eso, en la mayoría de los países estudiados se considera que el servicio domestico constituye un trabajo seguro para las niñas y preferible como una alternativa más conveniente para los hijos de familias pobres. La presunción de que el servicio domestico es beneficioso para las niñas y la idea de que los patrones aparecerían como benefactores que hacen un favor a los niños al ofrecer la oportunidad de dejar una vivienda humilde para ir a vivir en un hogar superior, enmascara –dice el informe– «las relaciones sociales patriarcales según las cuales el servicio doméstico es una alternativa adecuada a la educación para las niñas y el hecho real de que la explotación de las niñas constituye un medio de adquirir mano de obra barata y reforzar la subordinación».

La pesquisa destaca la dificultad para proveer cifras precisas sobre el numero de niños que son empleados domésticos, estimaciones realizadas en diversos países de América Latina, extraídas del informe y otros estudios conexos de la OIT, ilustran la magnitud del fenómeno en la región.

Así en Venezuela el 60% de todas las niñas entre 10 y 14 años que trabajan lo hacen en el servicio doméstico. En Perú, tan solo en Lima, 110 mil niños se desempeñan como trabajadores domésticos. En Brasil 450.000 niños entre 10 y 17 años son trabajadores domésticos, 98% son mujeres y 69% de raza negra. Esto último sugiere una forma de discriminación o de establecimiento de jerarquías entre grupos de personas que viven en un mismo país o región.

En Panamá hay un cuidadoso proceso de selección que realizan los empleadores que salen a buscar a las niñas indígenas a zonas aisladas y niñas afro-panameñas que viven en la ciudad. Se considera «lentas» a las niñas aborígenes y demasiado vivaces a las afro panameñas. «En muchos casos –señala la investigación– se aísla y maltrata a las niñas aborígenes debido a que no hablan el idioma, tienen costumbres diferentes o no comprenden como realizar las tareas domesticas que les solicita el empleador no aborigen».

Al estimar que en América Central y la Republica Dominicana unos 170.000 niños, el 87% son niñas, trabajan en el servicio domestico, el informe destaca que «el trabajo infantil domestico tiene raíces culturales muy profundas en esta región, lo cual le ha concedido legitimidad y en gran medida lo ha hecho invisible. Bajo eufemismos como «niñas de casa», criadas o mucamas se estima que alrededor de 40 mil niños entre cinco y 17 años trabajan en el servicio domestico en Guatemala.

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Otros resultados, contenidos en una serie de estudios de evaluación rápida en varios países de América Central, ayudan a ilustrar el problema del trabajo infantil doméstico en la región: en El Salvador el 66.4% de las niñas que realizaban trabajos domésticos informaron que habían sido sometidas a maltrato físico o psicológico, en muchos casos abuso sexual, y que siempre estaba presente la amenaza de que sus empleadores les hicieran avances sexuales; en Nicaragua, el 89.5% de 250 niños encuestados comenzó a trabajar a la edad de siete años en jornadas laborales que duraban entre 15 y 16 horas; en Honduras, siete de cada diez niños de los 250 entrevistados debían comenzar a las seis de la mañana y más de la mitad no se acostaba hasta después de las 9 de la noche.

«Sin lugar a dudad –advierte el estudio– las pruebas recabadas en América Central y República Dominicana indican que la mayoría de los niños se encuentran en una situación de explotación económica y que realizan tareas que pueden poner en riesgo su integridad física, emocional y moral y que, en algunos casos, trabajan en las peores formas de trabajo infantil».

El estudio de la OIT concluye con un llamado a los gobiernos para que incluyan la eliminación del trabajo infantil domestico en sus políticas nacionales y a la sociedad para proteger a los niños en sus comunidades mediante iniciativas de desarrollo social y de educación que permitan apoyarlos y rescatarlos de quienes, a puertas cerradas, los utilizan sin tener en cuenta sus derechos como seres humanos y sus necesidades como niños.

Bibliografía consultada

– UNICEF, Centro de Prensa.
– Banco Mundial
– Organización Internacional del Trabajo (Oficina regional para América Latina y El Caribe).

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* Periodista.
El artículo anterior de la serie puede encontrarse aquí.

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