INTI ILLIMANI Y LA LARGA, – ACERADA ZARPA DE JUAN AGUSTÍN FIGUEROA

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Jorge Coulon es desde 1967 la primera voz de Inti-Illimani, además de tocar el tiple, sikus y dulcimer. Alguna vez, cabalgando en la hoy desaparecida revista Rocinante, Antonio Skármeta dijo: «Si hoy los artistas chilenos son bienvenidos en el mundo hay que agradecérselos a ellos mismos, pero también a los grandes maestros que establecieron el imaginario chileno en el universo: Neruda, Gabriela Mistral, Inti Illimani, Quilapayún, Illapu, Violeta Parra».

En 1968 Inti Illimani participó en los discos Una voz para el camino (Canal 9 de TV) y Por la CUT (sello Dicap); en 1969 grabaron un long play, en el lado B del negro acetato cantaron corridos de la Revolución Mexicana. En 40 años su discografía es interminable.

A lo largo de una extensa entrevista Jorge Coulon explica cómo el despacho de abogados del presidente de la Fundación Neruda (J. A. Figueroa & CIA) ha plagiado el nombre de Inti Illimani. A estas alturas ya nada me sorprende del poder, la ambición desmedida, el tráfico de influencias y la bajeza sin escrúpulos de Juan Agustín Figueroa, socio del pinochetista Ricardo Claro, al punto que lo hizo albacea de la Fundación Neruda.

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–En mayo de 1967 usted con Pedro Yáñez y Horacio Durán fundaron Inti Illimani; Horacio le contó a José Miguel Varas –en Rocinante, febrero de2003– que el nombre lo propuso Eulogio Dávalos (músico, guitarrista) en la Universidad Técnica del Estado ¿barajaron otro nombre para Inti? ¿algún vocablo mapuche? ¿por qué la etimología indígena?

–Es curioso como después de cuarenta años estos detalles cobran relevancia. Es curioso además que haya un intento por reescribir la historia, si vas a la voz de Inti Illimani en Wikipedia, hay un extraño intento de manipulación de ese período. Qué bueno que citas esa entrevista en Rocinante, de alguna manera respalda la verdad de los hechos.

«Eulogio Dávalos, era a la sazón el guitarrista más connotado de Chile. Daba la casualidad que el cumpleaños de su padre –de nacionalidad boliviana– coincidía con el Día Nacional de Bolivia, 6 de Agosto, y visto que nosotros estábamos obsesionados con los instrumentos andinos, Eulogio nos invitó y nos bautizó como Inti Illimani (ya hacía parte del grupo Max Berrú).

«No era una cosa fuera de lugar, ya que estábamos fulgurados con el descubrimiento de la música andina. Tocábamos casi exclusivamente esa música, por lo que nos pareció normal seguir utilizando ese nombre y por esa misma razón no recuerdo que hayamos barajado la posibilidad de un vocablo mapuche. Lo que sí estaba claro era la decisión que el nombre fuera una voz nativa. Hay que situarse en el contexto de la época, el usar ponchos, el tomar un nombre de etimología indígena, el tocar esos instrumentos eran para nosotros gestos clarísimos de amor y rebeldía; amor hacia esa música y esa cultura que se nos reveló de manera arrasadora, y rebeldía porque fue una ruptura con un ambiente musical y cultural que ignoraba olímpicamente la riqueza enorme que significaba la maciza presencia indígena en nuestras sociedades latinoamericanas.

«Mucho tiempo ha transcurrido, muchas cosas han cambiado y se hace difícil explicar el significado de estos pasos, pero fueron importantes y nos llevaron por caminos bravíos».

–Participó en el libro sobre Víctor Jara escrito por Omar Jurado y Juan Miguel Morales (Lom, 2003) sin embargo encuentro que su testimonio no refleja los años mozos en la UTE o la fraternidad al ser su vecino ¿Cómo recuerda a Víctor Jara? ¿En política, dramaturgia y creación musical era un hombre adelantado a su tiempo?

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–Víctor Jara se ha convertido en un símbolo, en un ícono y siento mucho pudor en lo que tiene que ver con mi amistad personal con él, hay demasiada gente que se pasea por ahí vestida con la ropa de los mártires. Muchos, y en primer lugar su viuda Joan Turner, y sus hijas Amanda y Manuela. Nos hemos batido por rescatar a Víctor de su muerte atroz. Esa muerte, metáfora de muchas muertes, nos ha hecho correr el riesgo de que la vida de Víctor quedara en segundo plano, esa muerte no es obra de Víctor, su vida sí. Creo que es la gran trampa que nos tendió la dictadura.

«El gran amarre, a futuro, fue dejarnos a cargo de las muertes que ellos arquitectaron y ejecutaron; nos asesinaron alevosamente y a los sobrevivientes nos dejaron inmovilizados como guardianes del sepulcro. La generación que más vida le dio a este país, la que más esperanza puso en las miradas de los chilenos, ha sido neutralizada por el dolor y la rabia, se ha intentado transformarnos en espectros dejándonos a cargo de nuestros muertos (¿podríamos olvidarlos?), tratando de enterrarnos junto a ellos o en la búsqueda eterna de sus restos secuestrados trasladados, escondidos y esparcido por el territorio.

«Recuerdo a Víctor Jara con cariño, con gratitud y con ternura; fue sin duda un gran innovador y la extraordinaria modernidad de su propuesta se demuestra en lo interesante, fresca, propositiva y abierta que sigue siendo su música después de cuarenta años. En la música chilena comparte ese mérito con Violeta Parra y Patricio Manns, y la explicación de este permanente reverdecer tal vez habría que buscarla en su conexión con lo popular, en su formación no académica, pero tampoco naïf. Los tres tuvieron una aproximación muy intuitiva con la música, pero desde conocimientos directos de la música popular y folklórica y sobre todo desde sólidas plataformas culturales.

«En el caso del Víctor el teatro, él estudió teatro en la Universidad de Chile, dirigió en el ITUCH, su matrimonio con Joan Turner lo conectó con el mundo de la danza y con el mundo geográfico y cultural de la época, estuvo en Europa, en el San Francisco de los años 60, etc. En el caso de Manns la literatura y en el de Violeta una confluencia que va desde la plástica a la formación científica de su hermano más cercano, Nicanor Parra».

–¿Inti Illimani vivió el «mal pago» de Chile después del exilio? ¿o es exclusivo de otras esferas artísticas? Por ejemplo, hablábamos de nuestro amigo el fotógrafo Alejandro Stuart y René Castro ¿Por qué nadie del ministerio de Cultura reconoce el trabajo de La Peña de Berkley u otros escenarios nómadas?

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–El famoso «pago de Chile», que según la tradición es un mal pago, se vive en distintos niveles. Existe el pago del pueblo y el de las instituciones; y tal vez habría que incorporar una tercera categoría que parece fundamental en el Chile de hoy, el de los mercantes.

«El pago del pueblo es complicado. En el caso de Chile, merece un estudio que se acercaría en complejidad y extensión a El laberinto de la soledad. En general, los chilenos quieren a sus artistas y creadores, pero ese cariño se ve reprimido en su externalización por la intrincada personalidad de los habitantes de este rincón del planeta. Es un cariño que aflora sin represiones y a veces exageradamente sólo con la muerte del artista, pero en vida le es permanentemente condicionado y entregado en documentos cifrados y crípticas manifestaciones que hay que saber interpretar.

«El de la institucionalidad es el verdadero «oago de Chile» en su concepción más tradicional y cruda. A este pago concurren las características nacionales antes citadas, enriquecidas por la flora y fauna funcionaria, el cálculo político, el estudio de las luces y sombras, las frustraciones y ambiciones personales de quienes ocupan los niveles decisionales, sus relaciones de parentesco, su pertenencia a tal o cual poder fáctico sea este político, económico, confesional o de otro tipo de clan.

«Lo anterior como una visión general y como parte de un retrato histórico de Chile. En el contexto de la situación chilena actual, los casos que citas en la pregunta son emblemáticos, pero no son más que una mínima muestra los errores y omisiones cometidas por los gobiernos de la Concertación en el terreno del arte, de las comunicaciones y de la ciencia. No tratándose de materias que, como el Transantiago, tienen un impacto directo, evidente y brutal en la vida diaria de las personas, la nueva institucionalidad cultural va a necesitar años o tal vez decenios en ser revisada y transformada, sin embargo esa revisión y transformación es ya urgente y como, además, debería hacerse desde la base y como consecuencia de una discusión realmente a fondo, que va a tomar mucho tiempo si se quiere hacer seriamente.

«Creo que no viviré para ver navegando este transatlántico semi-varado en Valparaíso. Mientras nuestra autocomplacencia siga celebrando pequeños logros e ignorando gigantescas falencias seguiremos ignorando o temiendo a Alejandro Stuart, a René Castro, a Camilo Taufic a Patricio Bañados, a Patricio Manns y a miles de chilenos en el exterior y en el interior, amén de otras fatalidades que nos destruyen como sociedad, como la TV que es el gran problema de la educación, la cultura y las artes en nuestro país.

«Una breve pero necesaria mención a la intervención del mundo mercantil o la famosa intervención de los «sectores privados»: mientras no exista un marco regulador de esta intervención en el mundo de la cultura y las artes, cualquier gerente de «márketing» de una empresa o banco medianamente grandes va a ser más determinante en la cultura chilena que un ministro, rector universitario o artista. No hay reunión o encuentro en torno al tema en que no se repita como un mantra la frase: «hay que incorporar al sector privado»; pues bien, esta incorporación sin regulación puede ser y está siendo el principio del fin del Chile que hizo posible el desarrollo en su seno de un Pablo Neruda, de una Gabriela Mistral, una Violeta Parra, un Víctor Jara.

«Es el comienzo de la fragmentación de nuestra sociedad en ducados, condados, marquesados y principados artísticos bajo la égida de un señor feudal, esto puede llevar a grandes resultados estéticos –ahí está el Renacimiento– pero será un golpe fatal al concepto mismo de República y desde luego a la libertad de creación y de pensamiento crítico –ahí está Galileo Galilei–. Inti Illimani, por último, recibe un «pago de Chile» fantástico a nivel popular, de creciente incomodidad a nivel institucional y de manifiesta indiferencia a nivel de los principados y zonas francas que ocupan el territorio de nuestro país».

–Su participación en el Festival Viña del Mar (2004) y el disco sinfónico grabado con la Orquesta Clásica de la Usach (1999) ¿Fueron acordes experimentales para ustedes?

–La participación en el festival de Viña del Mar en 2004 fue precedida por varios intentos y aproximaciones, nunca habíamos querido participar por la situación de abierta discriminación económica y de atención en que allí se presentaban los artistas chilenos respecto a ciertos invitados extranjeros. No sólo en el trato económico había un abismo, sino que los artistas chilenos terminaban tocando en ubicaciones y horarios que los penalizaban inexplicablemente.

«El año 2003, cuando comenzaron las tratativas, tuvimos una encendida discusión en el grupo (somos un grupo que siempre toma decisiones democráticas y discutidas entre sus integrantes); para los partidarios de participar se trataba de llevar lo que somos y representamos al mayor evento mediático de Chile, para quienes eran de opinión de mantener nuestra virginidad festivalera en Viña había poderosas razones, entre otras el no avalar con nuestra presencia el circo farandulero del verano chileno.

«Varios argumentos inclinaron la balanza por la primera alternativa. Coincidieron además una feliz gestión que tuvo por poco tiempo el canal 13 y la petición del alcalde de la ciudad. Pusimos sólo dos condiciones, abrir el evento en cualquiera de sus días y no recibir ningún tipo de presión en cuanto a los contenidos del repertorio a presentar, y como condición interna decidimos presentar una actuación sin concesiones en lo musical.

«Todas estas condiciones fueron cumplidas, recibimos el máximo respeto por parte de los organizadores y una recepción del público entre las más impresionantes que hemos tenido como grupo; con nosotros llegó al festival y a las pantallas de canal 13 por primera vez desde 1973 la figura de Víctor Jara, el nombre de Marta Ugarte y de los desaparecidos y un concierto que a ratos parecía desarrollarse en el más íntimo de los teatros a pesar de las 12.000 personas que repletaban el lugar. Creemos, después de esta experiencia, que hay que romper con nuestra natural tendencia a encerrarnos en ghettos de audiencia incondicional.

«Lo del disco sinfónico es en cierto grado una experimentación, pero también una consecuencia. La Nueva Canción Chilena en uno de sus rasgos más interesantes fue resultado de un encuentro entre la tradición popular y los músicos académicos. Sergio Ortega, Luis Advis, Celso Garrido Lecca, Fernando Alegría, Gustavo Becerra, Cirilo Vila, fueron muy importantes en identidad naciente de grupos como el nuestro. Obras como la Cantata Santa María de Iquique y Canto para una Semilla de Luis Advis incorporan un violoncello y un contrabajo a la sonoridad de los grupos. La Fragua de Sergio Ortega es ya una obra para grupo y orquesta, y el proyecto más audaz de los 70, que quedaría inconcluso tras el golpe militar, la obra para ballet Los Siete Estados de Celso Garrido Lecca contemplaba la participación de dos solistas, Víctor Jara e Isabel Parra, dos grupos Los Blops e Inti-Illimani, y una orquesta. Actualmente estamos preparando un nuevo trabajo sinfónico por petición de orquestas en México y Canadá».

–En México poco o nada supimos de la separación de Inti Illimani ¿Qué pasó detrás de cámaras? ¿Es menos dramático el caso de Inti que el de la ruptura en tribunales de Quilapayún?

–La verdad es que Inti Illimani nunca se ha dividido, esta verdad comprobable y comprobada no logra abrirse paso en una historia digna del mejor realismo mágico con una dosis de Kafka y El Proceso. En Agosto del 2004 (tras nuestra presentación en Viña del Mar), y con el sólido y eficiente apoyo del estudio jurídico del abogado Juan Agustín Figueroa, tres integrantes que se habían retirado del grupo en años anteriores por diferentes razones decidieron juntarse bajo el nombre, muy pretencioso por cierto, de «Inti-Illimani Histórico». Nuestro grupo nunca en cuarenta años ha dejado de crear, ensayar y presentarse, ha habido cambios de integrantes, pero ni por una semana el grupo se ha dividido.

«Tras el regreso a Chile se retiraron en 1995 Renato Freyggang en su lugar llegan al grupo Efrén Viera y Pedro Villagra; en 1997 y tras treinta años de actividad en Inti Illimani, se despide Max Berrú, también a fines de ese año deja el grupo José Seves para iniciar una carrera como solista, en su lugar Horacio Salinas invita a Daniel Cantillana quien se incorpora en marzo de 1998. En el año 2001 se retira, por propia decisión el que fuera desde 1968 el director musical del grupo Horacio Salinas, el grupo invita al joven músico Manuel Meriño, quien desde entonces ocupa la dirección musical, la incorporación de Cristián González y posteriormente del destacado músico Iquiqueño Juan Flores, por invitación de Horacio Durán, completan ese importante período de cambio entre julio 2001 y marzo del 2002.

«Al igual que en el 2007 cuando Max y José dejan Inti Illimani, la continuidad del grupo no está en discusión, al punto que en noviembre del 2001, con motivo de la gira en Chile y Argentina junto a los guitarristas John Williams y Paco Peña, Salinas vuelve a ser parte de la formación. El año 2004, tras el éxito de Viña del Mar –y la aparición de dos importantes álbumes, Lugares Comunes y Viva Italia y del DVD registrado en el «court central»–, repentinamente, al regreso en marzo de una gira por Australia, nos encontramos con la sorpresa que Salinas, Seves y Durán cuentan con el respaldo de la citada oficina de abogados para cuestionar la existencia del grupo Inti Illimani.

«En las semanas siguientes anuncian la presentación en Agosto bajo la representación del empresario Alfredo Troncoso (un personaje periodísticamente interesantísimo) del ya mencionado Inti Illimani Histórico. Una persona atenta habrá notado que Horacio Durán era, no sólo parte de nuestro grupo, sino además su representante. El resto de la historia es un tratado de cómo actúan los nuevos poderes fácticos en Chile, a pesar de ser Inti Illimani una marca regularmente registrada, a pesar de haber hecho uso de ella de manera absolutamente regular, a pesar de haber tenido una continuidad legal, profesional y musical impecables (somos un grupo que realiza más de cien conciertos al año en todo el mundo), por arte de realismo mágico se ha mantenido esta entelequia legal hasta el día de hoy.

«Hay que reconocer al estudio jurídico que asesora a Salinas, Seves y Durán una tremenda capacidad, visto que en ningún país del mundo una situación legal de este tipo se podría haber sustentado ni por un solo día. Tenemos, a disposición de cualquier periodista o investigador serio, todos los antecedentes, documentos, declaraciones, documentos del kafkiano arbitraje, etc. Pero nadie en Chile se ha interesado en hacer esa investigación, hace rato que el periodismo independiente desapareció del panorama nacional. Lo único que podemos hacer y hacemos es mantener lo que creemos es la esencia de Inti Illimani.

«No hemos puesto jamás en discusión el rol y la importancia de todos quienes han pasado por el grupo, todos en mayor o menor medida han contribuido a lo más importante que representa el Inti, un legado musical y humano enorme (legado que en buena parte arriesga en Chile con ser rematado al mejor postor). La gente lo percibe así y a ese nivel, a nivel popular, las cosas son bastante menos complicadas. Acabamos de celebrar, en septiembre pasado los cuarenta años del grupo en un concierto en el Teatro Caupolicán de Santiago, no sólo estaba completamente agotado con dos días de anticipación, sino que llegaron a celebrar con nosotros Pedro Yañez, Max Berrú, Ernesto Perez de Arce y Homero Altamirano recibiendo también el saludo a la distancia de Renato Freyggang.

«Seguimos trabajando en Chile y el exterior con los mismos representantes con que lo hacemos desde hace veinte o más años, nadie que conozca de cerca la historia tiene dudas acerca de su cronología, sin embargo mucha gente sigue creyendo que en Inti Illimani hubo una «división»».

–¿La página de Internet www.IntiIllimani.cl es la primera aproximación a una memoria escrita e iconográfica sobre el grupo?

–En realidad hasta el día de hoy, en cuanto a memoria escrita, lo más importante sigue siendo el libro de Luis Cifuentes (quien hizo parte de Inti Illimani en su etapa embrionaria) Fragmentos de un Sueño. Es un trabajo que llega hasta los meses previos al plebiscito de 1988 e incorpora algunas reflexiones referentes al regreso del grupo a Chile.

«El portal-web es resultado del feliz encuentro con Antonio Arrigucci, creador de la página, pero nos damos cuenta de que la importancia de la presencia en Internet es muy grande y no estamos aún a la altura de ese requerimiento. Nuestra página llega a veces a las 30.000 visitas mensuales, es un resultado espectacular al que deberíamos responder con una parte de ella mucho más ágil e interactiva, abierta a la participación de otros artistas e intelectuales y eventualmente a la posibilidad de un portal de información alternativa e independiente que tanta falta hace en el Chile de hoy repartido entre clanes económicos, religiosos, políticos o ideológicos».

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–Hace 15 año murió asesinado por esbirros de Pinochet, René Largo Farías –el dos de febrero cumpliría 80 años– ¿Su trabajo de musicólogo los llegó a acercar a México? ¿Qué otros puentes o cantantes son referencia de mi país para ustedes?

–A René lo conocimos mucho antes de su exilio mexicano. Su trabajo radial con el programa Chile ríe y canta nos acercó a la música chilena y a sus cultores. Más tarde este programa de radio dio paso a giras que recorrían e país bajo el mismo nombre y finalmente, y en sincronía con las actividades ya mencionadas, abrió en la calle Alonso Ovalle la Peña Chile ríe y canta. De esa peña fueron asiduos frecuentadores, Rolando Alarcón, Héctor Pavez, Quelentaro, Los Clonques, Patricio Manns, Nano Acevedo, Silvia Urbina, Richard Rojas, Valericio Lepe, Illapu, Inti Illimani y muchos otros, que omito por mala memoria.

«La Peña de René estaba a pocas cuadras de otro lugar neurálgico pero muy diferente en toda esta historia, La Peña de los Parra. En cuanto a nuestros puentes con la música mexicana, tengo la impresión de que nacimos con esos puentes ya construidos. Nuestro primer disco grabado en Chile –el primero en absoluto fue grabado en Bolivia– fue compartido con Rolando Alarcón, y nuestra parte consistía en seis canciones de la Revolución Mexicana. Hay que decir que la música mexicana ligada a la industria cinematográfica de los años cincuenta, goza de una extraordinaria popularidad en Chile (y en todo Latinoamérica). Max Berrú, aportó al grupo su formación de excelso cantante de rancheras y corridos y yo mismo a los nueve años cantaba canciones mexicanas con un primo en un dúo llamado Los Tecolotes.

«Nuestro puente con México y su cultura, de modo más consciente y profundo, comenzó con una visita que hizo a Chile Rubén Ortiz, fundador de Los Folkloristas. Un día de 1971 me llamó a mi trabajo Víctor Jara para decirme que había un arquitecto y músico mexicano que estaba en el Hotel Carrera (a dos cuadras del instituto donde trabajábamos con Max ), que si podía ir a buscarlo para ponernos de acuerdo para acompañarlo más tarde a su casa. La relación primero con Rubén, que se transformó en hermandad hasta el día de hoy, y poco después con el resto de Los Folkloristas, René, Pepe, Gerardo, Adrián, fue el comienzo de una amistad con México que nos ha marcado profundamente como grupo. En casa de Rubén conocimos al Negro Ojeda, a Amparo Ochoa y a tantos otros artistas e intelectuales que nos acercaron al Laberinto de la curiosidad, que es otro laberinto posible de los tantos que México ofrece».

–Efrén Viera sigue con ustedes ¿Qué mejor percusión que la aprendida en Cuba? ¿En su momento se identificaron con la Nueva trova cubana o con el grupo del ICAIC?

–Efrén sigue con nosotros y yo espero que siga por muchos años. El, como el resto de los integrantes de Inti Illimani, se ha ganado un lugar en la historia del grupo, no sólo por su calidad musical, sino por su enorme calidad humana. Este no es un trabajo fácil ni bien remunerado, las satisfacciones que da pueden ser apreciadas sólo por quien logra un nivel de sensibilidad y conciencia especialmente desarrollado.

«Efrén ha aportado al grupo su profesionalidad –es graduado en clarinete en la Escuela Nacional de Música de Cuba–, pero ha aportado también una dosis enorme de humanidad, sentido de la responsabilidad y sentido común. He dicho muchas veces que Inti Illimani no se explica sólo musicalmente, es una experiencia indivisible de sus circunstancias personales, sociales, históricas y políticas. En este sentido las personas y las sensibilidades que lo han formado tienen una importancia determinante y difícil de medir.

«Ya que lo traes a colación sucede algo parecido con la experiencia de la Nueva Trova Cubana y el grupo que se formó en torno al ICAIC. En el caso de ellos se trató fundamentalmente de solistas y nuestra relación desde los años 60, más que de identificación fue de amistad, de solidaridad humana y política. ¿Podría alguien separar la experiencia de la Nueva Trova de las circunstancias cubanas en los últimos 48 años? Quien busca explicar los fenómenos artísticos sólo en base a individualidades supuestamente geniales no logra explicar nada y deja de lado una interesante posibilidad de entender las cosas humanas como producto de la naturaleza social del ser humano. Bien decía el biólogo Francisco Varela que las especies que mejor sobreviven no son las más fuertes sino las más solidarias».

–Los esperábamos en la sala de prensa del Estadio Nacional el cinco y seis de septiembre de 2003 «A 30 años Salvador Allende El sueño existe» ¿tenían la deuda moral de estar en Italia para aquella fecha? ¿Participarán en 2008 en el homenaje a 100 años del natalicio del compañero presidente Allende?

–Esa ausencia, explicable pero dolorosa, tiene una doble explicación. Una razón, la poética, puede ser la contenida en la pregunta. Evidentemente que teníamos y tenemos una deuda moral con Italia, pero la verdad es menos poética y más propia de nuestra realidad improvisadora.

«La organización de ese acto –así como la de otro, central, que se debería organizar para el centenario del nacimiento del compañero Presidente– no fijó la fecha del mismo hasta muy entrado el año 2003, lo suficientemente tarde como para que nosotros tuviéramos ya un compromiso imposible de levantar, ¡y no con Italia, sino con México! El día cinco tocamos en el Auditorio Nacional del DF junto a Illapu y Quilapayún, de ahí viajamos a Italia donde nos presentamos el día 11 en la Via dei Fori Imperiali, en un impresionante concierto que congregó a 30.000 romanos. Ese concierto, que quedó grabado en el disco Viva Italia (haciendo un paralelo 30 años después con nuestro primer disco editado en Italia y que se llamó Viva Chile) daría para hablar latamente sobre nuestro exilio en ese país y sus consecuencias, pero temo que nuestra entrevista se puede alargar más allá de cualquier soporte, por virtual que éste sea.

«Somos parte de la organización que se prepara para celebrar este año el centenario del nacimiento de Allende. En mi opinión estamos muy atrasados con un programa y vamos a terminar improvisando grandes cosas que van a parecer preparadas con años de antelación –esta cualidad de los chilenos a veces nos juega malas pasadas–. Siento que desde la intitucionalidad se prefiere acotar al máximo este centenario, tratando, conciente o inconcientemente, de que se limite a algunas actividades conmemorativas en Junio, en torno a la fecha (el 29) pero no siento que haya voluntad de hacer del 2008 «El año» de Allende, con todas las posibilidades de estudio, discusión, reparación, sanación y crecimiento que eso habría implicado.

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«Salvador Allende sigue siendo una figura incómoda para el poder, es, equivocadamente a mi parecer, una piedra en el zapato de la Concertación y una especie de santo laico para otros sectores. Así, entre la incomodidad y el mito vamos a perder otra oportunidad de conocerlo y de conocernos. Resolveremos la contradicción haciendo un saludo a la bandera y trataremos de que regrese a descansar en paz en su mausoleo del Cementerio General, pero ¡ojo! Allende viene creciendo por debajo, desde abajo y los que creen que se podrá prescindir de él en la política del futuro están muy equivocados».

–Finalmente, ¿Inti Illimani puede levantar la voz por Neruda? Se me ocurre un recital frente a la Plaza de La Chascona para exigir a la Fundación Neruda retire su plata en la empresa del pinochetista Ricardo Claro ¿En qué quedó el proyecto de Inti de reivindicar al Winnipeg, La casa de las flores y La Sebastiana?

–De alguna manera e involuntariamente estamos inhabilitados para encabezar una actividad de ese tipo. El estudio jurídico de Juan Agustín Figueroa ha llevado adelante de manera sorprendentemente eficiente, sobre todo a nivel de la Corte Suprema, la representación de tres ex miembros del grupo que, habiéndose retirado en distintas épocas y por distintos motivos, decidieron con la asesoría de dicho estudio conformar una nueva agrupación y usar, a nuestro parecer, de manera absolutamente ilegal, el nombre de Inti Illimani. Una acción como la que mencionas podría fácilmente ser interpretada como una actitud de parte nuestra relacionada con dicho conflicto y no con el fondo del problema de la Fundación Neruda y el extraño modo en que ha sido interpretada la explícita voluntad del poeta respecto de su obra y sus bienes.

«Naturalmente estamos dispuestos a formar parte de una movilización por lo menos ética a nivel popular y a nivel de los artistas de Chile y el mundo para que se sepa que la voluntad de Neruda fue traicionada y que hoy, de manera legal se ha privatizado a Neruda, su obra y su herencia, contradiciendo su expresa voluntad en sentido contrario y transformando su vida y su legado en una especie de producto «light», edulcorado y descafeinado en el que su dimensión social y política aparece como un simpático capricho de poeta. Lo anterior ha sucedido con la venia, la complicidad o el silencio del «establishment» político y cultural del país, salvo contadas y honrosas excepciones.

«Nuestra triste experiencia personal nos ha enseñado que muchas cosas en nuestro país quedarán impunes. Comprobamos con desazón que sigue y seguirá sucediendo con pequeños y grandes abusos del poder mientras seamos una república en el papel y una sociedad de castas en la práctica. Pero como nos enseñó Allende en su legado más monumental y dramático: «Tengo la certeza de que, por lo menos, habrá una sanción moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición». No renunciemos a escribir en paralelo a la historia oficial –a la de los decretos, las resoluciones, los dictados de los poderes fácticos– las acciones y las argumentaciones de los que se enfrentan al poder sin más armas que las de sus derechos y sin más influencias que las que derivan de su condición de ciudadanos.

«Si no renunciamos a la verdad, al testimonio y a la denuncia, tendremos la certeza de que, por lo menos, habrá una sanción moral».

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* Periodista.
Entrevista publicada originalmente en el diario electrónico www.elclarin.cl. Se transcribe aquí por gentileza del autor.

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