Izquierda chilena: La alternativa ausente

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Chile vive un proceso de revolución democrática que gracias a la protesta social ha ganado su primera batalla, sin duda la más importante, aquélla que se libra en el plano de las ideas y de los sentimientos y que se dirime en el gran jurado de las conciencias. Hoy, por ejemplo, es mayoritario el rechazo al modelo de economía de mercado, sobre todo en la educación. Esto explica el rechazo que sufren en las encuestas  sus escuderos políticos: los partidos de la derecha y la Concertación.

La Izquierda chilena tiene que hacer un esfuerzo para renacer de sus cenizas. Sólo ella podría levantar una alternativa real a la crisis económica y política. Los partidos de la institucionalidad existente -y no podría ser de otra manera dada su complicidad con el sistema heredado de la dictadura- están en otros afanes.

Mientras en la calle domina la protesta social, los partidos se encuentran destazando en forma anticipada el animal para repartírselo en los próximos eventos electorales. Unos y otros coinciden en la estrategia de circunscribir la protesta social al tema de la educación, para no perturbar la estabilidad institucional que les permite vegetar en el hedonismo político. Quieren así posponer las demandas de nueva Constitución, de plebiscito, participación, educación y salud públicas, de viviendas, reforma tributaria, derogación del binominal,  renacionalización del cobre, etc., etc.

Esos partidos pretenden hacer maquillajes como la reforma del sistema electoral binominal mediante el aumento del número de parlamentarios, y así dejar a todos contentos. Del mismo modo quieren escabullir la demanda de Asamblea Constituyente con una comisión parlamentaria que proponga reformas a la Constitución. De lo que se trata, lo que la protesta social ha puesto en juego, es de abrir paso a la democratización del Estado. Eso significa entregar más poder al pueblo. Una propuesta de este carácter sólo puede hacerla una Izquierda deslastrada de la Concertación, con alas propias y cuyas alianzas sean en primer lugar con los movimientos sociales.

Son éstos -incluyendo niños y niñas heroicos como los estudiantes secundarios que hacen frente en las calles a los abusos de Carabineros, que marchan de Concepción a Santiago, o que hicieron huelga de hambre por 71 días-, los que han ganado en la protesta social el derecho a encabezar la revolución democrática que late en las entrañas de Chile.

* Editorial de “Punto Final”, edición Nº 743, 30 de septiembre, 2011
 

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