La chilena, una sociedad con problemas históricos pendientes

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Juan Carlos Gómez Leyton.*

Mucho antes que el torbellino mercantil– consumista – enajenador – mediático de la celebración del bicentenario de la Independencia Nacional avasallara las vidas cotidianas de las y los ciudadanos, impidiendo con ello una mínima reflexión ciudadana sobre lo que se esta realmente conmemorando, tuve la ocasión de escribir un opúsculo reflexivo sobre la cuestión que hoy nos atosiga y nos asfixia: el mentado segundo centenario.

En efecto, en octubre del año 2004 la Universidad ARCIS organizó el foro -panel Segundo centenario: ¿qué república? en el cual participaron el sociólogo Felipe Portales y el autor de estas líneas. En dicha ocasión expuse la idea de que Chile arrastra desde su conformación como sociedad emancipada del Imperio Español, un conjunto de problemas sociales, económicos, políticos y culturales de larga duración que —dada su importancia y profundidad— se han transformado en megaproblemas, sin haber logrado aun una adecuada resolución a lo largo de estos 200 años.

Transcurridos seis años de aquella oportunidad, la relevancia de esos problemas históricos hoy se manifiestan con toda su intensidad y conflictividad social y política. Lo que no impidió, por cierto, la celebración ni opacó la conmemoración oficial como ciudadana del segundo centenario.

En este artículo voy a exponer sucintamente los cuatro problemas destacados en el Foro, pues como he dicho siguen siendo problemas sin una adecuada resolución y que requieren de parte de la sociedad chilena y de su gente una pronta solución. O, por lo menos, que sirvan para la reflexión. Aunque esto último no deja de ser una volátil ilusión.  Veamos entonces cuales son esos problemas:

I – Pobreza y Desigualdad

 En materia social, el principal problema que afecta a la República desde su constitución en el siglo XIX es la combinación entre desigualdad social y pobreza. Tengamos presente que para el primer centenario (1910) Chile era una de las sociedades latinoamericanas más desiguales y pobres de la región. Aproximadamente el 70% de los ciudadanos nacionales vivían en condiciones de pobreza o en extrema pobreza.

Si bien, actualmente, las condiciones materiales no son las mismas de aquellos años, la pobreza no ha dejado de ser un problema social y político. Basta recordar las recientes estadísticas sobre el particular. De acuerdo a los últimos datos —oficiales, proporcionados por el gobierno— en la actualidad la pobreza afecta a un 15,1% de la población —aunque otros estudios no oficiales y alternativos elevan dicho porcentaje sobre el 50%.

Lo cierto es que desde una perspectiva de larga duración, la pobreza entendida como carencia de medios materiales —vivienda, alimentación, vestuario, educación, salud, salarios, etcétera— para una adecuada y digna existencia humana ha afectado a porcentajes importantes de ciudadanos. Obviamente, la pobreza es dinámica y debe ser analizada en relación a los contextos históricos en que se desarrolla: la pobreza decimonónica, no es igual que la pobreza de la modernización industrial sustitutiva como ésta, tampoco, es igual a la pobreza de la modernización neoliberal actual. Pero, a pesar de todo, los pobres, como dice Serrat, “siguen y siguen llegando”.

La pobreza es acompañada en la sociedad chilena a lo largo de estos 200 años de vida independiente por la desigualdad. Chile siempre ha sido una sociedad desigual desde el momento mismo de constituirse como tal. La violenta conquista española en el siglo XVI, sobre los pueblos originarios que ocupaban en el actual territorio nacional, dio lugar a la conformación de una sociedad ordenada en la desigualdad política, económica, social y cultural que se ha mantenido hasta el día de hoy. Por esa misma condición la sociedad chilena ha sido una sociedad en permanente conflicto, donde la violencia ha sido el mecanismo habitual para resolver aquellos, múltiples, que provoca la permanente y persistente desigualdad.

Actualmente la desigualdad es uno de los problemas ampliamente reconocidos por los diversos actores sociales y políticos. No obstante poco o nada se hace para que desaparezca o al menos disminuirla. Todo lo contrario, tal como lo ha demostrado el economista Hugo Fazio, en la sociedad chilena puede modificarse la estructura de la propiedad pero no el mapa de extrema riqueza. Para provocar un efecto directo en dicho mapa, habría que terminar con la fuente principal de la desigualdad que no es otra que la alta concentración patrimonial y de la riqueza en poco más del 10% de la población nacional.

Cabe señalar que desde la época colonial en la sociedad chilena la riqueza ha sido atesorada por una pequeña y poderosa elite que no supera dicho porcentaje. En la actualidad menos 10 grupos económicos son los verdaderos dueños de Chile. La alta concentración de la riqueza implica una profunda desigualdad económica y social. Situación que ha visto profundamente agravada por el modelo económico neoliberal instalado por la dictadura militar (1973-1990) y desarrollado, ampliado y profundizado por los gobiernos de la Concertación Partidos por la Democracia (1990-2010).

La desigualdad neoliberal se expresa de múltiples formas; por esa razón, la sociedad chilena de acuerdo al índice Gini, el indicador más aceptado a nivel mundial, para medir dicho problema, indica que el país posee un Gini de 0.5649, solo comparable con algunas tristes realidades como Nigeria y Bangladesh. Para contextualizar un poco, África al sur del Sahara tiene Gini 0.4695, América Latina y Caribe 0.4931, Asia Oriental y el Pacífico 0.3809, Asia del Sur 0.3188, Europa del Este 0.2894, Medio Oriente y África del Norte 0.3803, los países industrializados o en vías de desarrollo con altos ingresos 0.3375.

Vale decir, Chile posee una de las peores distribuciones del mundo. Un mega-problema que no tiene actualmente atisbos de solución. Seguirá pendiente.

II – Modelos de desarrollo económico

En materia económica, la sociedad no ha logrado dar con el modelo económico que le permita desarrollarse en manera sustentable y equitativa en el tiempo. Grosso modo, tres han sido los modelos de desarrollo económicos implementados en el país a lo largo de estos dos siglos de vida independiente, a saber:

– en el siglo XIX el modelo primario exportador (crecimiento hacia fuera, como lo denominara Aníbal Pinto);

–en el siglo XX, 1930-1975, la industrialización sustitutiva de importaciones, ISI, (crecimiento hacia adentro); y

– desde 1975 hasta el día de hoy, el modelo neoliberal (crecimiento hacia fuera, nuevamente).

Los tres modelos han sido concebidos con la expectativa de lograr que la sociedad chilena alcance su desarrollo económico y como es sabido, ninguno ha logrado dicha meta. Sus éxitos han sido relativos y coyunturales. En cierta forma los tres han fracasado. Por esa razón, el desarrollo económico sigue siendo una problemática pendiente.

C. La discriminación Racial y Social con los pueblos originarios

En materia cultural, Chile mantiene serios y profundos problemas. Tal vez, el más importante y relevante de todos sea la marcada tendencia a negar la diversidad cultural y étnica, sobre la cual se constituye la sociedad nacional.

La profunda internalización cultural y social en la población de la tradicional tesis levantada por las elites dirigentes a cargo de la construcción de la República durante el siglo XIX —“Chile es un país de blancos…y lo indígena es sólo reconocible al ojo del experto”—, tiende a negar la existencia cultural de los pueblos originarios.

Todo indica que las y los chilenos independientemente de sus condiciones socioculturales son reacios a aceptar la diversidad cultural. La segregación, la exclusión y la discriminación han sido las formas históricas practicadas al momento de enfrentar la diversidad y pluralidad cultural. El actual conflicto mapuche deja manifiesto en toda su intensidad este profundo e histórico problema.

II – La eterna construcción de la democracia

En materia política, el principal problema no resuelto desde el siglo XIX —que por su carácter, importancia y duración constituye un mega-problema o una mega-tendencia histórica— es la errática construcción de un régimen político democrático o una clara república democrática. Hacer su historia es hacer, también, la historia del autoritarismo nacional.

En efecto, en el Chile actual como en el Chile del centenario la democracia es todavía una cuestión pendiente; parafraseando, al economista Aníbal Pinto, podríamos decir que Chile constituye “un caso de democracia frustrada”. Por esa razón, he sostenido en diversos trabajos que la democracia, no sólo como régimen político, sino también como sociedad democrática o estado democrático es, actualmente, un asunto pendiente, una cuestión política no resuelta.

 Estos son los cuatro mega-problemas que tiene la sociedad chilena. Constituyen, en mi opinión, la carta de navegación que las y los ciudadanos deberemos asumir y darle solución en los próximos años. Ellos deben constituir la plataforma del proyecto histórico político alternativo no sólo al gobierno de la derecha neoliberal, del fallido proyecto concertacionista sino de lo que ha sido la esta sociedad durante 200 años: una sociedad profundamente desigual, racista y antidemocrática. Para tal efecto, debemos refundar una república democrática radical. 

* Director del Doctorado en procesos sociales y políticos en América Latina, Universidad ARCIS.

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