LA EDUCACIÓN SUPERIOR EN EL SIGLO XXI -I-

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

En este momento en el mundo se observa una demanda de educación superior sin precedentes, acompañada de una gran diversificación de la misma, y una mayor toma de conciencia de la importancia fundamental que este tipo de enseñanza reviste para el desarrollo sociocultural y económico. Para la construcción del futuro las nuevas generaciones deberán ser preparadas.

La educación superior comprende todo tipo de estudios, de formación y de adiestramiento para la investigación impartidos por una universidad u otros establecimientos acreditados por las autoridades competentes del Estado como centros de aprendizajes superiores.

Estos estudios enfrentan en todas partes a desafíos y dificultades relativos a la financiación, la igualdad de condiciones de acceso, una mejor capacitación del personal, la formación basada en la competencia, la mejora y conservación de la calidad de la instrucción, la investigación y los servicios, las posibilidades de empleo de los egresados, el establecimiento de acuerdos de cooperación eficaces y la igualdad de acceso a los beneficios que reporta la cooperación internacional.

Debe hacer frente, a la vez, a los retos que suponen nuevas oportunidades, las tecnologías que mejoran la manera de producir, organizar, difundir y controlar el saber y de acceder al mismo.

Datos, números

De acuerdo al informe de la UNESCO sobre Educación Superior, a partir de la segunda mitad del siglo XX, sucedió una expansión extraordinaria a escala mundial. El número de estudiantes matriculados se multiplicó por más de seis entre 1960 (13 millones) y 1995 (82 millones). Pero también fue un período en el que se agudizó la disparidad entre los países industrialmente desarrollados, las naciones en desarrollo y en particular las poblaciones menos adelantadas en lo que respecta al acceso a la educación superior y la investigación.

Fue una etapa de mayor estratificación socioeconómica y de aumento de las diferencias de oportunidades de enseñanza dentro de los propios países, incluso en algunos de los más desarrollados y más ricos. Si se carece de instituciones de educación superior e investigación adecuadas, que formen una masa critica de personas capacitadas y cultas, ningún país podrá garantizar un auténtico desarrollo endógeno y sostenible.

Las naciones en crecimiento y los países pobres, en particular, no podrán acortar la distancia que los separa de los países desarrollados e industrializados. El intercambio de conocimientos, la cooperación internacional y las nuevas tecnologías pueden brindar nuevas oportunidades de reducir esta disparidad.

La educación superior ha dado pruebas de su viabilidad a lo largo de los siglos y de su capacidad para renovarse y propiciar el cambio y el progreso de la humanidad. Suministrado el alcance y el ritmo de las innovaciones, la colectividad cada vez tiende más a apoyarse en el conocimiento, formando hoy en día parte fundamental del desarrollo cultural socioeconómico sostenible de las personas, las comunidades y las naciones.

Tiene además, que hacer frente a inmensos desafíos, como es el de emprender la transformación y la evolución, de manera que la sociedad contemporánea, que en la actualidad vive una profunda crisis de valores, pueda trascender y asumir dimensiones de moralidad y espiritualidad más arraigadas, así como desarrollar los ideales de una cultura de paz.

Declaración y desafío

La declaración Universal de Derechos Humanos, de la UNESCO, en su artículo 26, párrafo 1º, expresa: «Toda persona tiene derecho a la educación. El acceso a los estudios superiores será igual para todos, en función de los méritos respectivos».

La educación es uno de los pilares fundamentales de los derechos humanos, la democracia, el desarrollo y la paz, por lo que deberá ser accesible para todos a lo largo de toda la vida, por lo que se necesitan medidas para asegurar la coordinación y cooperación entre los diversos sectores y dentro de cada uno de ellos y, en particular, entre la formación general, técnica y profesional secundaria y postsecundaria, así como entre las universidades, escuelas universitarias e instituciones técnicas.

Los métodos de educación superior deben transformarse y provocar el cambio, para atender las necesidades sociales y fomentar la solidaridad y la igualdad, preservar y ejercer la precisión y el estilo científico con espíritu imparcial –por ser un requisito previo y decisivo para alcanzar y mantener un nivel indispensable de calidad– y colocar a los estudiantes en el primer plano de sus intereses en la perspectiva de una instrucción a lo largo de toda la vida a fin de que puedan integrarse plenamente en la sociedad mundial del conocimiento de este siglo.

La Misión

La tarea de la educación superior es la formar a egresados altamente competentes y ciudadanos responsables, capaces de atender las exigencias de todos los aspectos de la actividad humana, ofreciéndoles capacidades que estén a la altura de los tiempos modernos, comprendida la formación profesional, en las que se combinen los conocimientos teóricos y prácticos de alto nivel mediante cursos y programas que estén adaptados a las necesidades presentes y futuras de la sociedad.

Es necesario para la formación superior el aprendizaje permanente, brindando una óptima gama de opciones y la posibilidad de entrar y salir fácilmente del sistema, así como oportunidades de realización individual y movilidad social con el objetivo de formar ciudadanos que participen activamente en la sociedad y estén abiertos al mundo, para promover el fortalecimiento de las capacidades endógenas y la consolidación en un marco de justicia de los derechos humanos y el desarrollo de la democracia y la paz.

La necesaria equidad

De conformidad con el artículo 26, de la Declaración Universal de Derechos Humanos, el acceso a los estudios superiores debería estar basado en los méritos, capacidad, los esfuerzos, la perseverancia y la determinación de los aspirantes y, en la perspectiva de la educación a lo largo de toda la vida podrá tener lugar a cualquier edad, tomando debidamente en cuenta las competencias adquiridas anteriormente.
En consecuencia, en el acceso de la educación superior no se podrá admitir ninguna discriminación fundada en la raza, el sexo, el idioma, la religión o en consideraciones económicas, culturales o sociales, ni en incapacidades físicas.

La equidad en el acceso a la educación superior debería empezar por el fortalecimiento y, de ser necesario, por una nueva orientación de su vinculación con los demás niveles de enseñanza, y más concretamente con la secundaria. Las instituciones de educación superior deben ser consideradas componentes de un sistema continuo al que deben también contribuir y que deben fomentar, que empieza con la educación para la primera infancia y la escuela primaria y prosigue a lo largo de toda la existencia.

Deben actuar en estrecha colaboración con los padres, los planteles, los estudiantes y los grupos socioeconómicos. No debe limitarse a formar candidatos calificados para acceder a la enseñanza superior fomentando la capacidad de aprender en general, sino también prepararlos para la vida activa brindando formación para una amplia gama de profesiones. No obstante, el acceso a la enseñanza superior debe seguir estando abierto a toda persona que haya finalizado satisfactoriamente los estudios secundarios u otros equivalentes o que reúna las condiciones necesarias, en la medida de lo posible sin distinción de edad y ninguna discriminación.

Igualmente, se debe facilitar activamente el acceso a la educación superior de los miembros de algunas comunidades específicas, como los pueblos indígenas, las minorías culturales y lingüísticas, de grupos desfavorecidos, de pueblos que viven en situación de ocupación y personas que sufren discapacidades, puesto que esos grupos, tanto colectiva como individualmente, pueden poseer experiencias y talentos que podrían ser muy valiosos para el desarrollo de sociedades y naciones.

Las mujeres

Aunque se han realizado progresos considerables en cuanto a mejorar el acceso de las mujeres a la enseñanza superior, en muchas partes del mundo todavía existen grandes dificultades de índole socioeconómica, cultural y política que impiden su pleno ingreso e integración efectiva. Superarlos sigue siendo una prioridad urgente en el proceso de renovación encaminado a establecer un sistema de educación superior equitativo y no segregacionista fundado en el principio del mérito.

Se requieren más esfuerzos para eliminar los estereotipos fundados en el género de la educación superior, pero tener en cuenta el punto de vista del género en las distintas disciplinas, consolidar la participación cualitativa de las mujeres en todos los niveles y las disciplinas en que están apenas representadas, e incrementar sobre todo su participación activa en la adopción de decisiones, y fomentar los estudios sobre el género como campo especifico –que tiene un papel estratégico– y eliminar los obstáculos políticos y sociales que hacen que la mujer esté insuficientemente representada, y favorecer en particular la participación activa de ella en los niveles de la elaboración de políticas y la adopción de decisiones, tanto en la educación superior como en la sociedad.

La investigación y la pertinencia

El avance del conocimiento mediante la investigación es una función esencial de todos los sistemas de educación superior que tienen el deber de promover los estudios de postgrado. Debe fomentar y reforzar el perfeccionamiento en los programas, organizando orientaciones a largo plazo en los objetivos y necesidades sociales, culturales y encaminadas hacia objetivos específicos.

Las instituciones deben velar por que todos los miembros de la comunidad académica que realizan investigaciones reciban formación, recursos y apoyo adecuado.

La pertinencia de la educación superior debe evaluarse en función de la adecuación entre lo que la sociedad espera de las instituciones y lo que éstas hacen. Ello requiere de normas éticas, imparcialidad política, capacidad crítica y, al mismo tiempo, una mejor articulación con los problemas de la sociedad y del mundo del trabajo, fundando la orientación a largo plazo en objetivos y necesidades societales, comprendidos el respeto de las culturas y la protección de medio ambiente.

El objetivo es facilitar el acceso a una educación general amplia, y especializada para determinadas carreras, a menudo interdisciplinarias, centrada en la competencia y aptitudes, pues ambas preparan a las personas para vivir en situaciones diversas y poder cambiar de actividad.

Debe reforzar sus funciones de servicio a la colectividad y más concretamente sus actividades encaminadas a erradicar la pobreza, la intolerancia, la violencia, el analfabetismo, el hambre, el deterioro del medio ambiente y las enfermedades, mediante proposiciones para analizar los problemas y temas planteados.

Corresponde sin duddas a la educación superior aumentar su contribución al desarrollo del sistema educativo, sobre todo mejorando la formación del personal docente, concibiendo los planes de estudio y promoviendo la investigación sobre la enseñanza, y debe apuntar a crear una sociedad no violenta –de la que esté eliminada la explotación– conformada por personas instruidas, motivadas e integradas impulsadas por el amor hacia la humanidad y guiadas por la sabiduría.

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* Periodista venezoilana.
En la próxima renovación de Piel de Leopardo se publicará la segunda parte de este ensayo.

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