La Iglesia romana y la CIA: – ¡ÉSTOS NO SERÁN JUZGADOS PORQUE NO QUIERO!

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Un viejo lema popular recomienda ni casarse ni embarcarse un martes 13; algunos piensan que el mal agüero no es del martes, sino del viernes 13. El primero es el día consagrado –hace tiempo y allá lejos– al dios guerrero, el segundo a la diosa del amor inmediato. Curiosamente ambas deidades intervienen, cada una de ellas, en un caso que repugna a la conciencia …aunque el día no esté presidido por el número fatídico.

En uno de ellos interviene el viejo Ares, Marte, vista la participación de 26 ciudadanos estadounidenses que marcan tarjeta en la honorable Compañía conocida como Agencia Central de Inteligencia (CIA); en el otro una versión retorcida y enferma de los mayores delirios de la dulce Afrodita.

Los 26 imputados de actividades que repugnan a los derechos humanos según los codificó la Organización de las Naciones Unidas figuran entre en los que el gobierno de EEUU bien puede llamar «luchadores por la libertad», arietes –o sea– del contraterrorismo y la guerra mundial desatada por la Casa Blanca contra Al Qaeda y similares.

En cuanto a los frailes californios, se trata de más de un cenetnar de demandas por frotamientos, caricias, actividad bucogenital y penetraciones de las que fueron víctimas menores de edad indefensos ante los avances de los depravados de sotana.

La CIA inefable

El asunto de los agentes –espías y ejecutores del imperio– se relaciona con un escándalo sólo comparable a los abusos perpetrados por los nazis en territorios ocupados cuando la II Guerra Mundial o a las redadas de palestinos árabes por Tel Aviv y su posterior encarcelamiento, previa tortura, en Israel. El juicio que se sustancia en Italia les imputa el secuestro, en 2003, de un religioso musulmán –el imán Osama Mustafa Hasan o Abu Omar– en Milán y su traslado en secreto –a una cárcel secreta– en Egipto.

En Egipto, y sin duda con conocimiento de las autoridades –también musulmanas– de ese país, el imán asegura haber sido torturado. Se lo acusaba de vinculaciones con Al Qaeda para conspirar contra el «american way of life». Hasan, que estuvo «desaparecido» hasta hace pocos días –fue dejado en libertad en la segunda semana de febrero de 2007–, afirmó que personeros del gobierno estadounidense le ofrecieron un millón de dólares, e incluso la ciudadanía, para que no insistiera en la demanda con la CIA.

Ante la eventualidad de que los tribunales italianos pidieran la extradición de los delincuentes políticos, salió al cruce el abogado del Departamento de Estado de EEUU John Bellinger –él mismo probablemente un hombre de la Compañía. Dijo: “Si recibiéramos una petición de extradición de Italia, no extraditaríamos a ningún oficial (funcionario) estadounidense”.

Además de operadores en terreno, se han visto envueltos en este escándalo dos ex altos oficiales del contraespionaje italiano y el jefe de la CIA en Italia y su lugarteniente a cargo de la oficina en Milán.

La declaración de Bellinger se produjo en ocasión de un encuentro entre altos representantes de los aparatos jurídicos del espionaje y gobiernos occidentales en Bruselas, donde el juicio incoado contra la CIA era la «papa caliente» de la reunión.

El proceso lo sustancia una mujer, la magistrada Caterina Interlandi, y es el primero que se abre por los vuelos ilegales ordenados por la CIA para el traslado «discreto» de cautivos que se les antojaba sospechosos a partir de la invasión a Afganistán luego del informe del Parlamento Europeo, también de febrero de 2007, que los denunciaba y en el que se menciona elípticamente la complicidad de diversas autoridades de países de la UE.

Bellinger, además, deslizó que si Europa no pone coto a estas acusaciones «“desequilibradas, inexactas e injustas”, los servicios secretos estadounidenses podrían reconsiderar los lazos de colaboración que mantienen con aquellos de la Unión Europea. Llamó la atencion el uso de la palabra incorrecta, por cuanto la propia Casa Blanca indicó en su oportunidad que esas cárceles secretas repartidas por el mundo –de las que Guantánamo no es más que la punta del iceberg– eran esenciales para ganar la «guerra contra el terrorismo».

La puerta estrecha

En San Diego, California, EEUU, los abogados de la diócesis católica romana presentaron una declaración de quiebra. El objetivo es –de acuerdo con la ley, que suspende los juicios de inmediato– evitar el sustanciamiento de alrededor de 145 querellas por abusos sexuales cometidos por curas. Los pervertidos suman unos 60, algunos ancianos y otros ya muertos.

la mayor parte de dichos abusos sexuales fueron sobre los cuerpos de niños pequeños y seminaristas a partir de la década de 1951/60 y años siguientes; algunos tuvieron como víctimas a muchachas adolescentes.

La diócesis de San Diego comprende poco más de un millón de fieles y es una de las mayores del país. Su informe de bancarrota se suma a los de otras cuatro que apelaron a la misma argucia jurídica para evitar el juicio y negociar en forma directa con los afectados.

El toque angélico corrió por cuenta del obispo, que en una carta a los fieles justificó la medida de «no litigar nuestros casos debido al tiempo que podría durar el proceso y, más importante, debido a que los primeros fallos de juicios en favor de algunas víctimas podrían mermar los recursos de la diócesis y de seguros (comprometidos) de manera que no quedaría nada para otras víctimas».

No es del todo cierto. Al suspenderse los juicios el material que podría haberse hecho público sobre la perversidad del comportamiento sacerdotal permanecerá secreta, como el caso de una niña de 17 años violada en la sacristía de una parroquia en 1972. La Diócesis cuenta con 98 templos y medio centenar de colegios e internados.

Es constante el ocultamiento eclesial de las malandanzas de sus sacerdotes tanto en EEUU como en otros países. La doctrina es que el estupro, la violación, el exhibicionismo, la pederastia o, en fin, la pedofilia son pecados consecuencia de la «debilidad humana» o la resultante de una «enfermedad», por lo que es menester proteger con caridad fraternal al abusador para darle tiempo a meditar y arrepentirse o encontrar remedio a su mal. La homosexualidad ostentosa –al menos no reprimida– es común no sólo en parroquias y colegios católicos alrededor del mundo, sino también en el Vaticano.

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* Informes: Nicolò Aldobrandini

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