La intervención de los bancos en Venezuela

1.409

Néstor Francia.*

Mientras el gobierno ha mostrado real preocupación por atender a la gente que tiene su dinero en los bancos intervenidos –aunque ello no implique que no se haya generado problemas a muchas familias con estos actos de corrupción–, por supuesto que los medios periodísticos de la derecha están tratando de sacarle punta al asunto. Los bancos intervenidos fueron: Confederado, Bolívar, Banpro y Canarias.

El principal titular de El Universal de hoy es una buena muestra de ello: “Unos 5 mil jubilados tienen sus pagos retenidos en bancos intervenidos”, mientras la foto principal de primera plana de El Nacional es la de un cliente que muestra su libreta a cámara y se titula: “¿Dónde están mis reales?”. Es una situación delicada, sin duda, que afecta el prestigio de nuestra revolución.

Por eso es justo suscribir las palabras del diputado y dirigente comunista Oscar Figuera, cuando demandó que el Estado venezolano ponga fin a la a la impunidad: “No es aceptable que haya denuncias, incluso desde el alto gobierno, sobre situaciones de funcionarios y no haya presos”. Y también: “Y si aquí alguien se enriqueció indebidamente, como consecuencia de acceder mediante prebendas a los recursos del Estado, es porque alguien, desde el Estado facilitó esos procesos”, por ello Figuera exigió poner fin a la impunidad y castigar a todos los responsables.

Ahora bien, no se ha comprobado que de verdad estén funcionarios gubernamentales directamente involucrados en esta estafa (indirectamente, no cabe duda que sí), pero es lo que se dice en la calle, de manera que lo correcto es lo que ha empezado a hacer la Asamblea Nacional: abrir una investigación. La gente necesita y quiere respuestas, y en esto hay que ser transparentes.

Es evidente que la actual situación de esos bancos es un hecho típico de una economía con predominio casi absoluto del capitalismo. Somos un país, ya lo hemos dicho, con un gobierno de tendencia socialista, tratando de abrir paso, con grandes dificultades, a una estrategia socialista, pero rigiendo un país claramente capitalista. Esta realidad hay que reconocerla, inclusive públicamente. Es peligroso que la gente crea que esto que tenemos es el socialismo, pues son muchos los defectos y vicios capitalistas que perviven, de manera que estos podrían ser achacados al socialismo.

Fue un poco lo que sucedió en los países del llamado “socialismo real”, donde el capitalismo privado fue sustituido por el capitalismo de Estado. La gente creyó que aquel esperpento era el socialismo, y muchos pensaron que entonces lo supuestamente contrario, el capitalismo, era mejor, todo ello ayudado, por supuesto, por la propaganda occidental. En fin, es una crisis delicada y debemos actuar con paso cuidadoso.

Nuestro gobierno, hasta ahora, ha tomado medidas que nunca se vieron en la Cuarta República. Está auxiliando a la gente y no a los bancos, lo cual no ocurrió nunca en el pasado. Pero a veces la memoria tiene las patas cortas. O sea, esto es también un problema comunicacional, ojalá el ministerio encargado se dé cuenta de ello y comience a recordar lo que ocurrió, por ejemplo, con el caso del Banco Latino. Ahí se le deja la idea.

Desde el movimiento revolucionario venezolano, que ha venido madurando en el proceso, se comienza a ver con más claridad lo que ocurre y a hacer propuestas positivas y a la vez críticas, sin dejar de reconocer, por supuesto, los grandes avances de estos diez años. Esto se nota en declaraciones de varios dirigentes que leímos el día de ayer. Aristóbulo Istúriz, por ejemplo, afirmó:

“Hay que sustituir este Estado capitalista burgués, que es piramidal, jerarquizado, estratificado, que aplasta al pueblo y genera selección y exclusión, por una sociedad más horizontal, igualitaria y democrática”.

 Alberto Müller Rojas, por su parte, ante una pregunta de Vladimir Villegas sobre la llamada “boliburguesía”, expresó:

“Sí. Eso existe y es una de las debilidades del proceso. No es que no hagan eso. El problema es que a esos hay que tratarlos en los mismos términos en que se trata a la vieja burguesía…Y están recibiendo privilegios”. Finalmente Oscar Figuera: “Es vital para el proceso de transformación social, la participación, el protagonismo y el ejercicio del control directo de los trabajadores y trabajadoras… Es lo único que puede impedir los procesos degenerativos de corrupción y alianza mafiosas que van en contravía del proyecto político, social y económico de transformación del país”.

Ninguna de estas declaraciones apunta a un retroceso, todas, más bien, exigen avanzar. Para eso es necesario que se tome en cuenta el pensamiento leal y crítico a la vez. Y que no solo se escuchen las loas. Los problemas son inevitables y podemos superarlos. Para ello lo principal es la conciencia del pueblo, y para ello es necesario atender seriamente el tema comunicacional. Desde el punto de vista revolucionario, la batalla mediática es, sobre todo, popular y callejera, aunque los medios no pueden ser olvidados.

Otro tema delicado es el de las pólizas de salud del sector público. Aquí no se puede actuar de manera voluntarista ni con posiciones emotivas o irreflexivas. El sistema de salud público no está preparado para asumir ese compromiso completamente, y tenemos que cuidarnos de que no sea peor el remedio que la enfermedad. Por eso son satisfactorias las declaraciones del vicepresidente de la Comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional, Simón Escalona, quien manifestó que sugerirá a las autoridades que las pólizas de salud del sector público sean manejadas por Seguros Horizonte y la Bolivariana de Seguros, pero que la transferencia se tiene que realizar de manera progresiva “en la medida en que el sistema de salud se vaya fortaleciendo”.

Tal transferencia no puede ser fruto de la improvisación, sino que debe responder a un plan bien desarrollado, con metas claras y factibles, con ritmos y tiempos predeterminados. Las políticas sanitarias se cuentan entre los reconocidos aciertos de nuestro gobierno, a pesar de algunos problemas que subsisten. No podemos darnos el lujo de venir a meter la pata ahora.

¿Quién ganó en Honduras?

En Honduras, tal como se esperaba, fue negada la restitución de Zelaya, quien de todas formas no la hubiese aceptado en las actuales condiciones. Esa decisión no cambia sustancialmente la situación. Ahora nuestros ojos y esperanzas están en el Frente de la Resistencia y en el pueblo hondureño.

Es significativo que los únicos que celebraron después de la farsa electoral fueron los seguidores del Frente. Tal como señala el dirigente frentista Gilberto Ríos:

“Nunca en Honduras el abstencionismo ha sido tan grande. Fue más del 70% a lo que hay que sumar el 2% de voto nulo y el 3% de votos en blancos reconocidos por ellos mismos”. El estado de ánimo de triunfo de la resistencia también fue  expresado por el dirigente: “…la caravana que se hizo ayer lunes en Tegucigalpa, en la que participaron miles de carros, fue muy grande y al paso de la misma la gente aplaudía y mostraba su dedo limpio y blanquito señal de que no había ido a votar”.

Es decir, en algún sentido, el pueblo hondureño salió victorioso de este trance.

* Analista de asuntos políticos.

También podría gustarte
Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.


El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.