La Opción sexual

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Es muy común que algunas personas se refieran a la homosexualidad como una “elección”, “preferencia” u “opción sexual”. Sin embargo, cualquier persona —sea «gay», hétero o bisexual— sabe que no lo eligió: no hubo un momento de la vida en el que, frente a dos caminos posibles, “decidió” que le gusten las mujeres o los varones, luego de pensarlo mucho, consultarlo con el horóscopo o con los amigos, buscar información en Google, probar un poco de cada cosa a ver qué onda, tirar la moneda o hacer ta-te-tí.| BRUNO BIMBI.*

 

(Seas «gay» o hétero, preguntate: ¿cuándo lo “decidiste”?, ¿podrías haber sido lo contrario? Si te gustan las mujeres, ¿podrías “decidir” que a partir de mañana te gusten los hombres? Si te gustan los hombres, ¿podrías “decidir” que a partir de mañana te gusten las mujeres? ¿Podrías en algún momento haber “optado” por ser lo contrario de lo que sos? ¿Te imaginás, siquiera, siendo diferente? ¿No lo supiste, más o menos conscientemente, desde chico?).

 

Lo curioso es que nadie habla de la heterosexualidad como una “opción”. Nadie se pregunta cuál es la “causa” de la heterosexualidad. Los negros son “personas de color”, los blancos son transparentes. Y los héteros son los blancos de la sexualidad.

 

Unos y otros somos educados desde niños para ser heterosexuales y todos los moldes que nos enseñan, en casa o en la escuela, vienen en formato chico + chica. Por eso, lo que sí nos pasa a gays y lesbianas es que en algún momento nos damos cuenta de que no encajamos en esos moldes. No elegimos, descubrimos.

 

Los heterosexuales no necesitan darse cuenta ni descubrir nada, porque desde chicos les dijeron y enseñaron que, si son varones, algún día empezarán a sentirse atraídos por las mujeres y, si son mujeres, por los varones, y eso es lo que efectivamente les pasa. Así que siguen adelante y listo. Pero a nosotros nos dijeron lo mismo y en algún momento nos damos cuenta de que era mentira: lo que sentimos es diferente de lo que nos habían dicho que íbamos a sentir. No podemos simplemente seguir adelante, tenemos que ver qué hacemos con eso que “nos pasa”. Los heterosexuales no sienten que “les pase” nada.

 

Al empezar a percibir que nuestros sentimientos contradicen las expectativas de los otros, no todos reaccionamos igual. Algunas personas “asumen” su orientación homosexual desde niños o en la adolescencia y otras, en cambio, lo hacen más adelante, inclusive siendo ya muy grandes. Marguerite Yourcenar escribió (en 1929) un hermoso libro titulado Alexis o el tratado del inútil combate, que habla de un hombre que intentó ser lo que no era, hasta que finalmente acepta que no puede y le escribe una carta a su esposa explicándole por qué la deja. Por suerte, a medida que los prejuicios van envejeciendo y muriendo, esos casos son cada vez menos frecuentes.

 

Sea a la edad que sea, luego de haber asumido su sexualidad, la mayoría de los gays comienza a recordar cosas que les confirman que, en el fondo, siempre lo supieron. Empiezan a darse cuenta de cómo les gustaba ese chico de la primaria y entienden por qué se pusieron celosos cuando su amigo de la secundaria se puso de novio, o por qué les interesaban tan poco las mujeres cuando todos sus amigos no hablaban de otra cosa. Al mandar la homosexualidad al horario de protección al menor, nuestra sociedad condena a los niños, niñas y adolescentes gays y lesbianas a saltearse una etapa de sus vidas y los priva de experiencias que los demás chicos viven naturalmente durante su crecimiento.

 

Sí, naturalmente. Cuando un chico que está en quinto grado llega a casa y cuenta que tiene novia, lo felicitan. Algunos tienen novia ya en el jardín de infantes. Claro que “tener novia” a esa edad no significa lo mismo que “tener novia” a los quince, o a los treinta, pero aun aquellos primeros “noviazgos” son importantes para madurar. La sexualidad está presente desde siempre en nuestras vidas, pero va atravesando distintas etapas hasta su fase adulta. La sexualidad de los gays y las lesbianas debería poder desarrollarse de la misma manera, atravesando las mismas experiencias a las mismas edades.

 

No se elige ser gay o lesbiana, del mismo modo que no se elige ser heterosexual, y tampoco se puede cambiar. Ni hace falta: ser gay es tan normal y natural como ser heterosexual, del mismo modo que ser blanco o negro, tener ojos negros, verdes o celestes o ser diestro o zurdo. Aunque, hasta hace no mucho tiempo, a los zurdos los castigaban desde chicos y los obligaban a escribir con la mano derecha.

 

Cuando acabemos con los prejuicios que existen sobre las sexualidades “diferentes” (que, en definitiva, son tan diferentes como la heterosexualidad es diferente de las otras orientaciones sexuales), probablemente gays y lesbianas comiencen a vivir su sexualidad a la misma edad y de la misma manera que los héteros, sin que eso sea un tema, sin que nadie piense que hay que elegir y que una “elección” es mejor que otra. La idea de “asumirse” o “salir del armario” será entonces un anacronismo.
Del mismo modo que ahora los zurdos aprenden, desde chicos, a escribir con la mano izquierda, y a ningún padre o maestro le parece que eso no sea normal.

 

Entonces, este blog no va a existir más.

——
* Periodista.
http://blogs.tn.com.ar/todxs

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1 comentario
  1. […] Cuando acabemos con los prejuicios que existen sobre las sexualidades “diferentes” (que, en definitiva, son tan diferentes como la heterosexualidad es diferente de las otras orientaciones sexuales), probablemente gays y lesbianas comiencen a vivir su sexualidad a la misma edad y de la misma manera que los héteros, sin que eso sea un tema, sin que nadie piense que hay que elegir y que una “elección” es mejor que otra. La idea de “asumirse” o “salir del armario” será entonces un anacronismo. […]

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