La venganza de los patrones: el papel de los civiles

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Aquellos excluídos, los pobres del país –que hoy se denominan vulnerables– comenzaron a creer –o tuvieron indicios de que podían creer– que era posible en algún sentido manejar su propio destino en el Chile reciente, con las reformas impulsadas por el Frente Popular hacia 1938.

 

No pudieron ver la reacción en marcha a partir del gobierno de Aguirre Cerda, que estalló 35 años después, cuando el pueblo estiró las manos para alcanzar ese destino.

Como en física, pero de otra manera –a menudo terrible– toda acción social y política genera una fuerza contraria. Ésta puede mantenerse en hibernación o gestarse a lo largo de períodos extensos. La gran ley de la historia es que el poder y los privilegios que de él dimanan no se entregan sin lucha.

Desde antes del golpe de Estado de 1973 los sectores más retrógrados de la sociedad habían hecho suyos y colaborado, porque lo compartían, con el trabajo de la potencia hegemónica no dispuesta a permitir cambio alguno en las sociedades latinoamericanas que pudiera significar un riesgo al orden imperante.

Por ello, como consta en la documentación oficial no destruida ni puesta a buen recaudo, durante la dictadura militar-cívica de Augusto Pinochet una serie de directivas emanadas de la Academia de Guerra con la complicidad entusiasta de un conjunto de asesores civiles asignaron primera importancia al engaño masivo de la población: disimular las persecuciones y matanzas que se llevaban a cabo. O justificarlas.

Para el éxito de la tarea, fue fundamental el rol desempeñado por los medios periodísticos, convertidos en suerte de organismo cuasi de Estado al servicio irrestricto de los objetivos del terrorismo dictatorial. Lo dicho es el asunto eje de La venganza de los patrones: el papel de los civiles.

Los 20 años transcurridos desde el regreso a las formalidades democráticas y la reinstitucionalización del país han procurado ocultar ese hecho por el recurso de obviar y enterrar la memoria. Por tal razón, incidentalmente, no pocos colaboradores de la dictadura y el terrorismo son enterrados, luego de que mueren, con honores de "capitanes de empresa", demócratas, ciudadanos ejemplares o, vivos todavía, se los reconoce como dirigentes políticos, parlamentarios, diplomáticos y –sobre todo- en más de un caso socios en diversos negocios con sus "enemigos" de ayer.

Por otro lado, la izquierda tradicional, organiza actos y romerías para ir a expiar su culpas de no ser tan socialista como Allende, de ser socialista de mercado, y expía culpas mostrándose –cada vez menos,cierto– como víctima únicas de la violencia política del golpe y los años del terror Su lucha por los derechos humanos se limita a las víctimas de violaciones de los derechos civiles y políticos dejando de lado las violaciones de los económicos, sociales y culturales, de los de los pobres y las mujeres.

Realizado este filme sin disimular su origen y óptica constituye una respuesta ética y política que cruza, desde la calle de los desheredados, como una pedrada que se incrusta en la ventana que cerró sus cortinas y persianas, pero que conserva con celo las armas de ayer por si fuera necesario usarlas mañana –armas que probablemente ya limpia y pule y afila y engrasa y carga.

Ficha
Dirección: Polo Izquierdo de la Memoria
Sonido: Carlos Días Oliván y Francisco Rueda
Año de producción: 2008
Duración: 11.59 minutos
Cortesía de Festival de Cine de La Victoria
www.canal3lavictoria.cl

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