Las melodías del baile afgano

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Saul Landau*

Associated Press, 3 de mayo: “Noventa y cinco niños afganos se encuentran entre las 140 personas que se dice han muerto en una reciente batalla entre EEUU y el talibán en el occidente de Afganistán, dijo el miércoles un legislador que participa en la investigación de las muertes. El mando militar estadounidense negó la aseveración y dijo que las tumbas que vieron parecen ser demasiado pequeñas para tantas víctimas”.

Aldeanos afganos aseguraron que los ataques aéreos de EEUU mataron a niños y destruyeron dos aldeas en la provincia de Farah. El vocero de las fuerzas militares de EEUU, coronel Greg Julian, culpó a los talibanes de mantener a aldeanos como rehenes durante el combate y luego ofrecer pagar a los padres de los niños como incentivo para exagerar el número de muertes. ¡Ah, esos arteros miembros del Talibán!

Una comisión del gobierno afgano entrevistó a los aldeanos que reclamaban por sus familiares muertos y compiló una lista. Los cuerpos fueron enterrados antes de la investigación. Después del bombardeo estadounidense, el Comité Internacional de la Cruz Roja certificó que entre las docenas de cadáveres había mujeres y niños. El coronel Julian no estuvo de acuerdo: “No hay evidencia física que pueda demostrar” la lista de víctimas afganas.

EEUU se ha negado a publicar el número de personas que cree que murieron en los combates del 4 y 5 de mayo en las aldeas seleccionadas como blancos.

Julian ridiculizó a los "locales”. No sabían “si en la tumba común había 19 ó 69”, dijo. También sugirió que entre los enterrados había insurgentes y militantes. (Rahim Faiez, Associated Press 13 de mayo de 2009).

El Presidente Hamid Karzai reiteró su declaración acerca de los golpes aéreos: “No es aceptable”. Karzai ha rogado a los militares norteamericanos que disminuyan al mínimo las muertes civiles durante sus operaciones, porque tales muertes socavan el apoyo a la lucha contra el Talibán. ¡Vaya!

Al igual que Lincoln durante la Guerra Civil, el presidente Obama espera que el cambio de general conduzca a la victoria –o al menos al “éxito”–. El 14 de mayo, el presidente le pasó la cuchilla a su máximo hombre en Afganistán, general David McKiernan, y lo reemplazó con el general Stanley McChrystal. Un veterano de Iraq exclamó: el general McMetePata sustituyó al General McCagada. McKiernan utilizó armas de alta tecnología y oficiales muy capacitados en su intento por destruir a los talibanes, tecnológicamente inferiores e ignorantes.

En su fracasado intento, ha matado a muchos afganos.

McChrystal pasa por la ignominia de haber supervisado el escandaloso encubrimiento de la muerte en 2004 de Pat Tillman, jugador defensivo de la Liga Nacional de Fútbol, al firmar un informe que decía que Tillman había muerto heroicamente en combate. En realidad, los compañeros de Tillman se dejaron llevar por el pánico y lo mataron. En 2007, una investigación de la muerte “accidental” del cabo Tillman a manos de sus compañeros del cuerpo de Rangers del ejército responsabilizó a McChrystal de información inexacta que sugería erróneamente que el fuego enemigo había matado a Tillman.

El Secretario de Defensa Robert “Swinging” Gates, el sicario de Obama, no mencionó el desagradable rol de McChrystal en el caso Tillman, ni utilizó la fachada de realizar audiencias antes de defenestrar al saliente McCagada. Gates sencillamente dijo a su máximo jefe en Afganistán que sacara su lamentable trasero (lenguaje castrense) y regresara a casa. McCagada sirvió en el teatro de operaciones del Talibán 11 meses (menos de la mitad de su período de servicio de dos años).

Anteriormente Gates castigó a oficiales solo después de que aparecieron en la prensa informes de negligencia con soldados heridos en hospitales o por jugar con armas nucleares. En 1951, el Presidente Harry Truman despidió a su máximo general durante la guerra de Corea. “Menos mal” dijo el aliviado público. Douglas McArthur (otro Mc) quería invadir a China… o ser candidato a la presidencia de Estados Unidos.

Obama debiera recordar que Estadios Unidos no ganó esa guerra ni ninguna otra desde 1945 –cuando el enemigo pelea.

Obama ha situado a Afganistán en el candelero de su “guerra al terror”. Después de que los talibanes confundieran al general McKiernan, Obama seleccionó un “nuevo pensamiento”, “nueva dirección” y una “fresca mirada”. Los grandes aduladores militares, el jefe del Estado Mayor Conjunto, almirante Mike Mullen, y el mítico general David Petraeus, jefe del Comando Central de EEUU, apoyaron el brusco despido.

Para diciembre de 2009, unos 70.000 soldados de EEUU habrán ocupado Afganistán –21.000 de ellos enviados por Obama–. Las relaciones públicas acerca de McChrystal hacen énfasis en su jefatura de las fuerzas especiales de EEUU en Iraq y le dan crédito por su uso de tecnología superior, sobornar a informantes y tener suerte, lo que le permitió a su unidad matar al tristemente célebre líder de Al Qaeda, Abu Musab al-Zarqawi. ¿Lo recuerdan? Tuvo tremenda influencia en la victoria en la guerra de Iraq.

McKiernan ordenó muchos ataques aéreos que mataron a muchos afganos y de paso también a pakistaníes, pero trató de pasar inadvertido. Las víctimas murieron de aras de una buena causa: detener los ataques terroristas contra Estados Unidos.

McChrystal seguirá dependiendo de los bombardeos, pero agreguen a eso sus fantásticas tropas SWAT o sus fuerzas de operaciones muy especiales. Él sabe que no puede combatir a los guerrilleros con grandes fuerzas. También dejó entrever a la prensa que no va a permitirle nada a ese "prieto", el presidente afgano Karzai. ¿No fue Bush quien impuso a Karzai?

Desde su nombramiento–quiero decir, elección– en 2002 como presidente interino, y su elección en 2004 con un fuerte apoyo de Wáshington, Karzai y sus funcionarios gubernamentales han desprestigiado a la corrupción. Pero Wáshington no tiene un reemplazo a mano. Hace casi ocho años, en el otoño de 2001, las fuerzas norteamericanas expulsaron al gobierno del Talibán.

Estos misteriosos villanos emergieron (en los medios de EEUU) durante la década de 1990, después de atacar exitosamente a los señores de la guerra apoyados por EEUU que se habían apoderado de áreas de Afganistán después de expulsar a los soviéticos –con apoyo de la CIA–. La recompensa por participar en esa guerra de la CIA fue: recoger el botín de la victoria, apoderarse de partes del país y saquear a placer.

Los señores de la guerra de la Agencia no habían leído las Convenciones de Ginebra, muchos menos la Carta de Derechos. Ahmed Rashid (ver su libro Talibán) describió la atmósfera antes de una entrevista que sostuvo con uno de esos míticos señores de la guerra, el general Rashid Dostum. “Al ver manchas de sangre y pedazos de carne en el lodoso patio, le preguntó a los guardias que si habían matado a una cabra. Ellos explicaron que una hora antes habían castigado a un soldado por robar.

“Al hombre lo habían atado a las esteras de un tanque ruso capturado”, dice Rashid, “que luego había dado vueltas por el patio convirtiendo el cuerpo en picadillo, mientras la guarnición y Dostum presenciaban el hecho”. (Patrick Cockburn, The Independent, 6 de mayo de 2009).

Los talibanes, entrenados en las madrasas (escuelas religiosas) de Pakistán, apoyados por dinero y armas saudíes, empujó a Dostum y a sus similares al exilio o en retirada. Entonces llegó el 11/9. Fueron culpados y Bush buscó aliados. Cualquiera que ayudara a expulsarlos se convirtió en amigo de EEUU. Fuerzas de EEUU invadieron el país, expulsaron a los talibanes hacia Pakistán y nuestros “aliados” reanudaron sus prácticas anteriores: saqueo, y cultivo y tráfico de drogas (la amapola crece allí y es convertida en heroína).

El boina verde McChrystal, que no es ningún "jipi", odia las drogas y quiere impedir el narcotráfico que financia al Talibán –y también a muchos agricultores afganos y sus familias. Puede que sus héroes hasta conviertan a la población afgana al cristianismo, al mismo tiempo que la destroza con sus bombardeos.

Un reportaje de Al Jazira asegura que algunos oficiales militares en Afganistán alentaron a los soldadnos norteamericanos a repartir Biblias cristianas a los musulmanes de la localidad. Un video de 2008 muestra a capellanes militares estacionados en la base Bagram de la Fuerza Aérea de EEUU “discutiendo cómo distribuir ejemplares de la Biblia impresa en los principales idiomas del país, pashto y dari.

El teniente coronel Gary Hensley, jefe de capellanes militares en Afganistán, dijo a los soldados que “como seguidores de Jesucristo, todos ellos tienen la responsabilidad de ‘ser sus testigos’”. Esto no implica que los adoradores de Cristo deben “amar a vuestro enemigo” ni nada de esa porquería de debiluchos.

“Los tipos de las fuerzas especiales, básicamente lo que hacen es cazar gente. Nosotros hacemos lo mismo como cristianos, cazamos a gente para Jesús. Lo hacemos, los cazamos”, dice él. “Échenles el sabueso del cielo, para llevarlos al reino. Eso es lo que hacemos, esa es nuestra tarea”.

El coronel. Julian dijo a Al Jazira que no creyeran a Hensley o a los propios ojos de los periodistas. “La mayor parte de eso está sacado de contexto… esto es periodismo irresponsable e inapropiado. No se hace ningún esfuerzo por hacer proselitismo entre los afganos”. Cuando EE.UU. bombardea, solo mata a los enemigos, no a mujeres y niños inocentes (las bombas inteligentes tienen ojos).
(Al Jazira, James Bays, 4 de mayo de 2009, aquí).

¿Piensa el Presidente Obama en lo que significa la victoria en Afganistán? ¿Convertir a Afganistán al orden estadounidense? ¿O impedir los ataques terroristas contra Estados Unidos? De cualquier manera, no parece que los militares –con su largo historial de no ganar– puedan cumplir la tarea. ¿Pensó Obama en Lincoln mientras el general Sherman quemaba (¿sólo objetivos militares?) en Georgia? Afganistán no se separó de la Unión.

Obama sabe que las agencias policiales, no los regimientos militares, pueden infiltrarse en células violentas para impedir otro 11/9. Obama pudiera dedicarse de manera más productiva a Arabia Saudí, el origen de la mayoría de los atacantes del 11/9 y los financiadores del movimiento talibán, como un lugar donde aplicar más presión. Me siento resbaloso en petróleo solo de decirlo.

* Integra el Instituto para Estudios de Política.
Cineasta, sus filmes están disponibles en DVD por medio de roundworldproductions@gmail.com.
En la revista Progreso Semanal.

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