Laura Esquivel: ‘La voluntad de un pueblo sólo se va a expresar cuando converjan memoria y deseo’

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C.N.de la Cultura y de las Artes,. Chile

Laura Esquivel es conocida y reconocida en México y en el extranjero y no solamente por su literatura. Autora del mundialmente famoso "Como agua para chocolate" y de otras cuatro novelas, además de su carrera literaria actualmente se ocupa de la Dirección de Cultura del distrito de Coyoacán.

La escritora mexicana fue invitada especial del Carnaval Cultural del Bicentenario de Valparaíso (Chile) y durante su estadía en Chile el gobierno le otorgó la Orden al Mérito Artístico y Cultural Pablo Neruda. En marzo participará en el V Congreso Internacional de la Lengua Española (VCILE), que tendrá lugar en el puerto entre el 2 y el 5 de de ese mes con una ponencia donde hablará del carácter sagrado de la palabra y de su acción transformadora. 

Respecto a este encuentro internacional, que lleva por título "América habla en español", Esquivel señala que la adopción de la lengua española en América supuso momentos muy dolorosos, porque significó la pérdida de un mundo de creencias significados y cosmogonías, pero que visto a la distancia de los años la existencia de una lengua común para tantos millones de personas representa una ventaja "porque somos una gran cantidad de personas que tenemos mucho que aportar y al hacerlo a través en un lenguaje que todos compartimos nos estamos asegurando de que se difunda y que llegue a millones de personas que pueden cambiar su visión del mundo en un momento como el de ahora, cuando se debaten temas trascendentales".

Su interés en el mestizaje de las culturas y el rescate del mundo de creencias de los pueblos originarios han estado presentes en sus libros, especialmente en "Malinche" (2006), donde recrea la relación entre el conquistador español Hernán Cortés y la esclava indígena Malinalli, que cumple el rol de traductora frente a su pueblo. A esto también quiere referirse en la ponencia que hará en el Congreso de la Lengua.

-Me gustaría hablar de la pérdida del carácter sagrado de la palabra, tema del que hablo mucho en "Malinche" y también de su acción transformadora. Ese carácter sagrado que representa un universo de creación donde están presentes el agua, el aire, el fuego. Le voy a dar un ejemplo: en mi país trabajo mucho con artesanos y he visto que no han perdido esa cuestión de la palabra sagrada y que para ellos dar la palabra es parte de darse uno mismo.

En nuestro trato nunca hemos firmado un papelito y no ha habido un problema. Pero en el mundo dizque civilizado en el que vivimos ni los papelitos sirven, porque los contratos se rompen, las palabras no se cumplen y la intención ya no es integradora, entre hermanos, sino que busca obtener todo a cambio de lo menos, con la maña de la letra chiquita, la letra que no habla.

Otro ejemplo: cuando fueron los zapatistas al Congreso, la comandante Ramona dijo "Venimos aquí a dar nuestra palabra" y obviamente los parlamentarios no sabían lo que esto significaba, porque no se oyó ni se respetó su palabra. Los acuerdos de San Andrés (1996) están firmados y no se han cumplido. A mí se me cae la cara de vergüenza con esto. Si volviéramos a recuperar la intención, la noción de lo que está en juego cuando se habla, sería distinto.

La intención de la palabra, sus múltiples significantes también es un tema que aborda en "Tan veloz como el deseo", novela donde rescata la figura de su padre, un telegrafista "que pasó su vida comunicando a las personas". Esquivel va más allá y hace confluir la dimensión de la sabiduría ancestral con la física cuántica y con investigaciones que atribuyen a las palabras una transformación de la materia:

– Cuando nuestros indígenas decían que en el agua iban las frases de sus antepasados nadie les creía. Ahora con los nuevos descubrimientos de la física cuántica -por ejemplo a través de lo que ha hecho Masaru Emoto- se puede ver y fotografiar como un cambio de conciencia provoca transformaciones en la materia están todos con los ojos abiertos. Emoto demostró con sus experimentos que si uno dice "le deseo lo mejor" a otra persona con verdadera intención, en ese momento el setenta y tantos por ciento de su cuerpo que es agua lo recibe energéticamente y lo transforma.

Educación artística y participación

La escritora estudió pedagogía, dramaturgia y luego derivó la escritura de programas de televisión para niños siguiendo después con el cine. Posteriormente comienza con la narrativa y su novela "Como agua para chocolate" se transforma en un best seller por el cual recibió premios en México y en estados Unidos.

Acerca del tránsito entre distintas disciplinas, a partir de la escritura explica que "Son lenguajes muy diferentes y para mí ha sido todo un aprendizaje tener que ir renunciando a uno para entrar a otro. Cuando pasé del cine a la literatura me costó mucho porque mi mente creativa funciona más a través de las imágenes y después traducido a la literatura ¡Ah, cómo me costó!. Pero poco a poco comencé a integrarlo: es como cuando uno o habla dos idiomas ¿no? Pero también para mí sigue siendo importantísimo el silencio, porque finalmente ahí también intercambio de información y eso no se toma en cuenta.

En México tenemos un grupo indígena que vive en el norte en una sierra muy árida. Un amigo que vivió mucho con ellos me contaba que cuando se visitan a veces después de saludarse se quedan un largo tiempo en silencio, uno frente a otro. Y luego se despiden. "Bueno compadre ya me voy, ¡que bien que nos la pasamos!". Eso me maravilla, porque creo que es en el silencio donde está este mundo invisible, de interconexión, donde todos somos uno y donde en verdad podemos encontrar dicha y solidaridad".

*Escritora mexicana

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