Los niños y los objetivos de desarrollo del milenio (II)
Gisela Ortega.*
Existen, al menos cinco grandes amenazas a nivel mundial que podrían retrasar las conquistas hacia un desarrollo equitativo para la infancia: la crisis alimentaria y financiera, el rápido crecimiento de urbanización, el cambio climático y la degradación del ecosistema, la escalada de las crisis humanitaria y la mayor austeridad fiscal. La crisis financiera mundial esta produciendo elevados niveles de desempleo y de empleo en condiciones de vulnerabilidad.
Entre 2008 y 2009, casi un cuatro por ciento de los trabajadores del mundo entero corrieron el riesgo de quedar sumidos en mayor pobreza. Estas tendencias pueden agravar las privaciones que ya sufren los niños de las familias más pobres; es decir, los grupos que invierten la mayoría de sus ingresos en productos esenciales —como alimentos básicos—, carecen de acceso a redes de seguridad social y no tienen capacidad de ahorro.
Las duras condiciones del mercado laboral y la inestabilidad de los precios de los alimentos ponen en peligro los avances en materia de reducción de la desnutrición. En 2008 y 2009, los altos precios de la comida y el deterioro de los ingresos reales de los hogares han reducido el poder adquisitivo: los consumidores pobres disponen de menos dinero para gastar en comestibles. El impacto que estas crisis paralelas tienen sobre la nutrición infantil aún no se ha evaluado en su totalidad, pero podría afectar el logro de las metas de los Objetivos del Milenio sobre desnutrición infantil.
El rápido proceso de urbanización esta creando grandes desigualdades en el acceso a los servicios esenciales y aumenta la población de los barrios marginales y de las zonas urbanas pobres.
La proliferación de "favelas", "villas miseria", campamentos hechos de casuchas, en fin, es superior en las regiones más pobres —África subsahariana y Asia meridional— donde las tasas de crecimiento urbano aumentan con rapidez. Los esfuerzos gubernamentales por mejorar la infraestructura física de los centros urbanos y llevar los servicios básicos a los necesitados no siempre avanzan al mismo ritmo que la expansión de la población urbana. A su vez, a medida que el gasto público se desvía a las zonas urbanas con altas tasas de crecimiento demográfico, los indigentes marginados del medio rural ven reducidas sus oportunidades económicas y su acceso a las ayudas esenciales.
La experiencia de Sri Lanka se cuenta entre las más interesantes. Desde que el país obtuvo su independencia en 1948, sucesivos gobiernos han mostrado un inmenso interés en la atención primaria de la salud —sobre todo, para las madres y los niños de las zonas rurales— garantizando la prestación gratuita de los servicios básicos y apoyando las iniciativas comunitarias. Altos niveles de financiación, distribuidos equitativamente, han arrojado los mejores indicadores sobre salud materna infantil y acceso a la atención primaria de la salud en Asia meridional.
En Turkmenistán, una serie de reformas emprendidas en la década de 1990 incluyan la promoción de mejores prácticas para la salud para las mujeres, así como también servicios de maternidad gratuitos durante el embarazo y el primer año después del parto. Esas políticas han contribuido a un acceso casi universal a la atención prenatal y a la asistencia de personal calificado durante el parto en esta nación, lo que prácticamente ha puesto fin a las desigualdades en el acceso a los servicios de maternidad.
La experiencia de estos países confirma que es posible ofrecer servicios de salud y educación incluso a los niños y a las familias más pobres, siempre y cuando se formulen estrategias eficaces y se complementen con recursos adecuados, voluntad política y colaboración efectiva.
Fuente: UNICEF-España.
* Periodista.
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