Máquinas de hacer obreros baratos gracias al Estado

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

En estos liceos las utilidades se maximizan y los costos se bajan. La Sofofa, que recibe 2.300 millones de pesos del fisco por sus cinco establecimientos, invierte a penas un 0,5% en infraestructura (13 millones). El grueso de la plata fiscal (80%) se le va en remuneraciones; algo más grave ocurre en la Cámara de Comercio de Concepción que recibe 2.800 millones e invierte el 0,4% (11 millones), veinte veces menos de lo que gastan en administrar sus cinco liceos.

Datos como estos están contenidos en el “Informe de liceos corporativizados” emitido en 2005 por el Ministerio de Educación. Se trata de una evaluación reservada, que se hace año tras año y donde los empresarios reprueban con tozudez.

“En el ministerio se estima que es muy bajo lo que invierten”, dice una fuente de Educación que pide reserva de su identidad. Agrega: “Debería ser, mínimo, un 10 por ciento de lo que reciben del fisco”.

EL MINISTERIO DESCUBRE

Pero no sólo hay poca inversión. En algunos casos hay avivadas. En marzo de este año la Corporación de Desarrollo Social de la IX Región –Corprix-, afiliada a la Sofofa, fue descubierta por el Ministerio usando el dinero fiscal para adquirir un piso entero de un edificio en Temuco. La Corprix recibe 1.400 millones para manejar cuatro liceos e invierte apenas 27 millones pesos en ellos. En la truculenta operación inmobiliaria, sin embargo, gastó más de 300 millones. Hoy los antecedentes están siendo investigados por la Contraloría General de la República.

Según un consejero del ministerio, “cuando los descubrimos, la Corprix ofreció cambiar el nombre de la propiedad y entregársela a Educación. Pero esto no va a ser tan fácil de solucionar”.

Avivadas de este tipo no son nuevas. A comienzos de los 90 la Cámara Nacional de Comercio, a través de su corporación Funaela usó los recursos fiscales para construir un edificio completo. El Consejo de Defensa del Estado demandó a la Cámara por malversación de fondos.

«Devolvieron hasta el último centavo. Para no perder sus liceos, descabezaron la organización y le cambiaron el nombre a su corporación educacional. Ahora se llama Comeduc», señala una alta fuente ministerial.

Otro caso afecta hoy a la Corporación de Desarrollo Social de Curicó -Corpride- que educa a más de 11 mil alumnos. Pese a recibir anualmente 4.700 millones, le debe a sus profesores 150 millones de pesos en remuneraciones. Aunque el Ministerio de Educación los ha presionado a pagar, hasta ahora no ha pasado nada.

REGALO CON AÑADIDURAS

Hay que regalar. Este sistema excepcionalmente beneficioso para los empresarios se gestó en las oficinas de la Odeplan. Allí Miguel Kast y Ernesto Silva Bafalluy, dieron los lineamientos centrales. Alfredo Prieto Bafalluy, primo hermano de Ernesto, lo llevó adelante desde el Ministerio de Educación.

Para que los empresarios contaran con todo tipo de libertades los 70 liceos quedaron fuera de casi toda la normativa que se aplica al resto de la educación municipalizada o particular subvencionada. No se fijó un mínimo de inversión ni un porcentaje para mantenimiento. De esta forma, el último informe contable de Educación señala, por ejemplo que la nombrada Corprix, destinó el 0,9% de sus fondos totales a mantención y la Asociación de Metalúrgicos, Asimet, apenas un 1,2%.

Los empresarios explican que la razón para invertir el mínimo es que los liceos no son de ellos. «Existe el temor a una expropiación del Estado y a que se pierda la inversión hecha, señala Rodrigo Martino, secretario ejecutivo de la Codesser, organización dependiente de la Sociedad Nacional de Agricultura.

La explicación resulta singular: en 25 años de administración el ministerio no ha “expropiado” más que en un caso: el de Corporación Privada de Desarrollo Industrial –CPDI-, que tenía cuatro liceos de Santiago. En 1982 la CPDI utilizó los fondos del gobierno para fines distintos de la educación. Fue disuelta y su gerente General, Luis Gandarillas, terminó en la cárcel de Capuchinos.

Prieto Bafalluy tiene una idea para salir del impasse de falta de inversión. “Para que los empresarios invirtieran más, yo simplemente les entregaría los colegios. Se los daría. Así de simple”, afirma. Prieto, cabe destacar, asesoró a Lavín en su programa presidencial.

¿PARA QUÉ ESTUDIAR?

Sin embargo, la poca inversión no es el peor problema. Más grave es la convicción de que los que estudian aquí están destinados a trabajos de baja calificación. Un ejemplo es el liceo Nora Vivians Molina, administrado por la Cámara de Comercio. El 2004, sus alumnos alcanzaron un promedio de 450 puntos en la PSU, 30 menos que lo que obtuvo el último inscrito en la USACH.

A los directivos del Nora Vivians, sin embargo, esos magros resultados no les preocupan. La universidad no es para sus alumnos. Aquí se aprende a trabajar. Y los chicos lo tienen claro.

«Mi primo también estudió acá y le hicieron problemas para que fuera a un preuniversitario. Le decían: ‘¡Pero si acá tienes todo lo que necesitas para trabajar, para qué quieres más!’ Yo pregunté y a mí me va a pasar lo mismo», señala un estudiante del Nora Vivians.

Una situación similar se viven en el Liceo Politécnico Pedro de Valdivia, dependiente de la corporación Textil y Confección. El colegio funciona como una verdadera empresa. Su director explica que año tras año aumenta su producción y venta de prendas de vestir con un objetivo claro: preparar a los alumnos para el mundo laboral. Si tienen suerte irán a parar a empresas como Falabella y Johnson, conglomerados que se encuentran detrás de varios liceos politécnicos administrados por empresarios. Por ahora trabajan sin recibir nada por lo que producen. Por el contrario, estos alumnos pagan un arancel cercano a los 50 mil pesos por trabajar.

La legislación establece que estos cobros son opcionales. Pero las corporaciones las transforman en obligatorias. Sólo por nombrar dos ejemplos, la Comeduc y la Corpride cobran cerca de 60 mil pesos por alumno, cuando los apoderados sólo deberían pagar 3.500 pesos de matrícula.

En el Liceo Politécnico Pedro de Valdivia, ninguno de los apoderados consultados por sabía que el dinero aportado es electivo. El director del establecimiento lo aclara brillantemente: «Al apoderado no se le dice que el cobro es optativo porque estamos en Chile y si no nadie pagaría. Pero tampoco se lo obliga».

Sin derechos laborales. El sistema de educación para el trabajo fue importado desde Alemania donde lleva años funcionando con éxito. Se lo conoce como “Educación Dual” y en esencia busca entregar a los estudiantes herramientas concretas para insertarse con éxito en el mundo laborar. Pero esto no es Alemania.

EL ESTUDIO ESCLAVO

En 2003 la Codesser –que depende de la Sociedad Nacional de Agricultura– fue descubierta por Impuestos Internos comecializando lácteos, frutas y verduras sin pagar impuestos. Todo había sido producido por sus estudiantes-trabajadores. Con sus 11 colegios la Codesser obtiene ingresos por 2.365 millones de pesos. Tras ser descubiertos por el SII, la Codesser debió reintegrar el monto al fisco y pagar una multa para poder seguir funcionando.

Hoy para muchas corporaciones la “Educación Dual” ya no es sólo una forma de enseñar, sino una lucrativa manera de producir, ahorrándose los salarios. Según el estudio Formación Dual: un desafío para Chile realizado en 2001 por el Departamento de Economía la Universidad de Chile, “un 30% de los empresarios reconoce tener en este sistema una fuente de mano de obra de bajo precio”. Otro alto porcentaje señaló que el costo de mantener a los alumnos dentro de las empresas se ve claramente saneado con el servicio que prestan.

El gran beneficio para los jóvenes es que con este tipo de educación su inserción laboral es más alta. Sin embargo, sus ingresos siguen siendo bajos. Según el estudio Rentabilidad de la Educación Formal en Chile, de María Soledad Arellano y Matías Braun, un alumno de este sistema parte ganando poco más del sueldo mínimo y le toma 27 años llegar a doblar esa remuneración.

Peor aún: pese a que son entrenados para trabajar, desconocen por completo sus derechos laborales. Un profesor de un colegio de la Comeduc, explica que durante la dictadura se quitó la obligación de que estos “tópicos” fueran pasados como ramos y se los dejó como parte de otras asignaturas. «No es lo mismo que tengas todo un año de “derecho laboral”, donde puedes contextualizar y darle un sentido a esa enseñanza, a que te lo pasen como parte de el curso de administración», señala el profesor.

Consultamos a alumnos de siete liceos empresariales y sólo uno recordaba haber escuchado lo que eran sus derechos como futuro trabajador. No tenían idea ni siquiera de lo que era una negociación colectiva.

El mismo profesor de la Comeduc recuerda cuando él estudió en uno de estos liceos que ahora son controlados por empresas. Era un liceo top, prestigiado, y los derechos laborales eran un tema central. “A nosotros, niños pobres, nos visitaba un abogado para concientizarnos en áreas como negociación colectiva y legislación laboral”, dice. Y agrega: “ahora lo único que se hace es bajarle el perfil a ese tema”.

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* Corresponsal de Por la libre en Chile (www.ongcidets.cl/porlalibre/portada.html), revista en la que se publicó este artículo.

 

 

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