Mauricio Hasbún. – DEVELAR LA ÍNTIMA OSCURIDAD DE RICARDO CLARO

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

La primera vez que escuché del periodista Mauricio Hasbún (1969) fue en una conversación informal con el poeta Armando Uribe, en su departamento del Parque Forestal. Caído en desgracia (RIL, 2006) es la novela escrita por Hasbún sobre Ricardo Claro, el omnipresente asesor de Pinochet que trajo a Kissinger a Chile en 1978. Armando Uribe me mostró el manuscrito que revisó.

Una semana después del golpe de Estado, el 18 de septiembre de 1973, se fundó el Tribunal Russel II presidido por Jean Paul Sartre, los convocados fueron: Armando Uribe, Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, James Petras, Fracois Rigaux, Albert Soboul y Vladimir Dedijer para condenar simbólicamente a las dictaduras en Sudamérica.

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La novela no es el ajusticiamiento del pinochetista Ricardo Claro, contemporáneo en la facultad de derecho (U de Chile) de Armando Uribe (Premio Nacional de Literatura 2004) y Juan Agustín Figueroa (presidente vitalicio de la Fundación Neruda).

Todo un hallazgo el manuscrito de Hasbún en casa de Uribe. Desde su publicación, en octubre de 2006, Caído en desgracia no ha sido reconocida su paternidad literaria por Ricardo Claro (Domingo Dull) ni la crítica especializada, ni la prensa cultural han querido meterse en camisa de once varas, nadie ha publicado que Claro es Dull.

En entrevista exclusiva Hasbún entrega los detalles inéditos detrás del personaje, que en la vida real es albacea de la Fundación Neruda e integrante administrativo de Televisa México y que, desde el 12 de septiembre de 1973, fue el principal asesor de Pinochet: Ricardo Claro alias Domingo Dull.

–En su departamento de Santiago, el poeta Armando Uribe contaba que él revisó tu manuscrito de la novela Caído en desgracia (RIL, 2006); Armando Uribe, Juan Agustín Figueroa y Ricardo Claro fueron contemporáneos en la facultad de derecho ¿Necesitabas la opinión de alguien que conociera al protagonista de tu novela? ¿o sólo el sabio consejo de un Premio Nacional de Literatura?

–Yo conocía de antes a Uribe, pues participé en el lanzamiento de su libro Las críticas de Chile (1999), de modo que ya sabía sus opiniones sobre Claro y Figueroa. La única razón por la que le entregué el manuscrito fue para conocer su opinión literaria del texto y si valía la pena o no publicarlo. Soy un aprendiz de escritor y por eso siempre estoy muy inseguro de la calidad de lo que escribo. Uribe me dio el empujón para decidirme, certificó el texto.

–¿Por qué utilizas la representación literaria de Domingo Dull como sinónimo del pinochetista Ricardo Claro?

–Es verdad que Domingo Dull es una emanación literaria de Ricardo Claro, pero no puede llevar su nombre porque gran parte de la historia es ficción y porque los vicios que representa Domingo Dull no están sólo en Claro, sino también en todos los poderes fácticos de Chile, ya sean pinochetistas o no, de derecha o de «izquierda».

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«Son tan siniestros como Dull aquellos que en la Unidad Popular llamaban al pueblo a levantarse en armas para imponer, desde la minoría, un proyecto socialista a sabiendas que la gente sería masacrada si había un golpe de derecha y, cuando dicho golpe sucedió, esos tipos corrieron a las embajadas y hoy están en la Concertación dándonos clases de decencia, libertad y democracia. El demonio, definitivamente, no está sólo en el pinochetismo.»

–¿Cuántos años investigaste la vida de Ricardo Claro para armar la trama psicológica del protagónico?

–Un año, más mi experiencia como redactor político (siete meses) en el Diario Financiero. Ahí sufrí algo muy parecido al protagonista del libro, Jorge Ogarian, en el sentido que Ricardo Claro me acusó de escribir crónicas demasiado liberales con el incentivo económico de Sebastián Piñera.

«En esa época (1995) se discutían las reformas constitucionales y yo era un periodista más o menos inexperto al que se le notaban sus inclinaciones favorables a la reforma constitucional. En esa época y hasta hoy soy un convencido de la necesidad de ajustes graduales que lleven a la constitución al modelo clásico de la democracia liberal. Lo siento, yo leo a Locke, no a Lenin. Nunca he sido una persona de izquierda, para mí el fin de la República es la libertad.

«Claro, desde su nacional-catolicismo encontraba que mis crónicas eran heréticas, lo que es ridículo, pues soy un ultraortodoxo de la democracia liberal, creo que no vale la pena vivir sin ella y jamás aceptaría vivir en un régimen cualquiera de fascismo soft como el de Pinochet o Franco. Además Piñera jamás me habría pagado por unas crónicas que eran irrelevantes y no las leía nadie (salvo Claro y yo). Por último, considero que Sebastian Piñera es un hiperventilado y excéntrico potencialmente tan peligroso como Dull.»

–El otro protagonista es Jorge Ogarian ¿hay alguien, en especifico, que te inspiró al personaje?

–Ogarian tiene bastante de mí en el sentido que es un tipo sin compromisos políticos claros y que, además es nieto de inmigrantes. En el fondo Ogarian representa a los miembros de colectividades como la judía, la palestina o la armenia. Una de las características presentes en muchos de quienes participan de dichas comunidades es su hipersensibilidad a los holocaustos de sus pueblos ancestrales y su vista gorda con los atropellos cometidos en los países donde viven.

«Para partir por casa, es clásico el palestino que pone en blanco los ojos cuando se acuerda de Deir Yassin o Sabra y Chatila, pero que se molesta cuando le hablan de los desaparecidos del régimen de Pinochet o, al revés, se encoleriza cuando le hablan de las violaciones a los derechos humanos en Cuba, pues como es sabido La Habana apoya la causa palestina.

«Lo mismo el judío cuando se alegra cuando atrapan a un criminal de guerra nazi, pero que se molesta cuando juzgan al general Manuel Contreras de la DINA. Los armenios igual –Ogarian lo es– pues lloran con los 1.5 millones de asesinados por el imperio turco en 1915-1917, pero algunos de ellos apoyaron las dictaduras de Sudamérica con todas sus consecuencias.

«Es decir Ogarian representa la fractura entre la mentalidad inmigrante y el deber cívico de resistir a los violentos de cualquier signo.»

–¿Por qué en tu libro no existen los héroes? ¿Es el reflejo de lo desconcertada que está tu generación?

–No sé cómo será mi generación, porque soy bastante solitario. Lo que sí creo es que, en general, los héroes y los santos son anónimos y ni siquiera les alcanza para salir en una novela. El 99.99% de la humanidad está conformada por personas que a cada rato pactamos con el mal y no estamos dispuestos al martirio. Creo que eso es lo natural, pues de otro modo las civilizaciones se hubiesen autoinmolado hace mucho tiempo.

«Por otra parte, a mí me interesa la gente corriente, me cuesta imaginar la reflexión de un héroe o un santo, es una limitación personal.»

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–Regresemos a Domingo Dull. La periodista Patricia Verdugo me dijo en su última entrevista: «Todo indica que Ricardo Claro fue hombre del Departamento de Estado de Norteamérica en Chile. A él acudíamos los periodistas, durante la dictadura, para conocer la postura de EEUU». (El Clarín.cl 3.11.2006) ¿Cómo es posible que siendo asesor de Pinochet desde el 12 de septiembre de 1973 Ricardo Claro acompañe a la Presidenta Bachelet en su gira oficial por México e Italia en 2007?

–No veo a qué tanto escándalo si de la presidenta Bachelet se puede esperar cualquier cosa desde que se negó a recibir al Dalai Lama por el sólo hecho de no incomodar al aparato del Partido Comunista chino, pues Chile estaba a punto de firmar un acuerdo de libre comercio con el Estado esclavista de la República Popular China. En fin, para el gobierno lo importante son los negocios más que algunos detalles relacionados con el derecho de las personas.

«Poco antes, la presidenta se había negado a recibir al alcalde palestino de Belén y de esa forma hizo sonreír a unas autoridades israelíes que practican en forma sistemática los castigos colectivos contra la población civil de los territorios ocupados. Insisto, el demonio está en todos lados, lo que ocurre es que para el progresismo es más cómodo y simpático ver a los malos de la derecha, pero en la izquierda vaya que hay gente perversa.»

–En 2005, el periodista Jorge Molina Sanhueza «renunció» a El Mostrador (diario online cofundado por Juan Agustín Figueroa) porque incluyó en una nota el «link» que señalaba a Ricardo Claro «responsable de facilitar dos barcos como centros de tortura». Antes Ricardo Claro demandó al diario La Nación porque se sintió difamado por el artículo La cara civil de la dictadura escrito por Ana María Peña ¿No te dio miedo quedarte sin trabajo al publicar Caído en desgracia?

–Afortunadamente soy independiente desde hace mucho tiempo; soy periodista «free lance», hago discursos, escribo historia institucional de empresas y análisis de prensa. Mis clientes me aceptan tal como soy. Además soy un personaje irrelevante, castigarme no reporta beneficios de ningún tipo.

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–Vayamos con el socio de Domingo Dull, Juan Agustín Figueroa le entrega todo el «copyright» de Neruda a Ricardo Claro ¿no te parece además de tétrico, un poco novelesco?

–Maravillosamente novelesco, en el sentido que se podría escribir una narración con el fantasma de Neruda destapándoles los pies a Figueroa y a Dull. Los fantasmas son extraordinarios, basta con leer a Hamlet y ver las tragedias que son capaces de desatar.

–Finalmente, a Juan Agustín Figueroa se le ocurrió la brillante idea de desempolvar en democracia la Ley Antiterrorista contra la comunidad mapuche en 2003, lo que actualmente es una política de Estado ¿Tal para cual? ¿Figueroa y Ricardo Claro? ¿Por qué no hace nada el Estado para evitar que Ricardo Claro se beneficie de la plata de Neruda? Y para frenar la Ley Antiterrorista de Figueroa contra la comunidad mapuche?

–Las prácticas electorales de la Concertación no son precisamente santas, de modo que es probable que el gobierno actual deba algún favor electoral por lo que no sería negocio andar pidiendo reembolsos. Respecto de la ley antiterrorista, no seamos hipócritas, si mañana renace Patria y Libertad estaría toda la izquierda pidiendo que se le aplique dicha Ley a los descerebrados del mencionado grupúsculo nacionalista (neofascista).

«Entonces, tanto como que Figueroa la resucitó, seamos claros, la Concertación no ha hecho nada por parar la aplicación de dicha Ley que, al parecer, está dentro del consenso nacional. Yo soy nieto de palestinos, pero no tengo ningún problema en decir que Hamas y Al Fatah han practicado el terrorismo y que dicha política ha sido el peor daño que se le ha provocado a la causa del pueblo palestino. Además, me duelen los niños israelíes, las mujeres y los civiles judíos asesinados por bombas palestinas, me duelen tanto como los árabes víctimas del terrorismo israelí.

«De nuevo, no seamos ingenuos hay terroristas entre los palestinos, entre los israelíes, entre los chilenos y los estadounidenses. Que yo sepa el pecado original nos afecta a todos por igual ¿o no? Sí, resulta incómodo, pero la vida es incómoda, qué le vamos a hacer.

«Yo no creo que los mapuches sean terroristas, son gente pobre y sufrida. Quienes perpetran delitos de incendio sin beneficio pecuniario alguno lo hacen para intimidar, es el objetivo del terrorismo; más que matar a sus víctimas, el terrorista busca asustar a quienes quedan vivos. Cuando asesinaron a Natino, Parada y a los demás profesores comunistas no perseguían la muerte en sí de esas personas, sino atemorizar a la izquierda, por eso el crimen de los degollados es Terrorismo de Estado; que yo sepa, el general Mendoza y Pinochet no perseguían quedarse con la billetera de Natino (de ser así, hubiese sido robo con resultado de muerte).

Los que practican el terrorismo a nombre del pueblo mapuche –sin su permiso obviamente– son jóvenes estudiantes urbanos casi todos de clase media y muy desorientados por una cultura de la violencia política. El pueblo mapuche ama la paz porque conoció muy bien la crueldad de la guerra, no tanto la del invasor español sino la de la joven república chilena que tuvo arranques muy racistas.

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* Periodista.
El texto de la entrevista fue publicado originalmente en el diario digital chileno www.elclarin.cl. Se reproduce aquí por gentileza del autor.

Incidentalmente, según informaciones recogidas en el diario La Nación de Santiago el domingo 27 de enero de 2008, el largo proceso judicial iniciado por los dueños de Clarín para que el Estado chileno les indemnice por la pérdida de la propiedad del periódico y el correspondiente lucro cesante está a punto de sentencia, que acogería la demanda de Víctor Pey y asociados; con ello se pondría fin a una irritante injusticia.

Mario Casasún entrevistó a Pey a propósito de esta querella judicial y otros asuntos; pensando que en esa charla se tocaron materias vigentes (el buen periodismo no conoce demasiadas «páginas de ayer»), los interesados podrán leerla en esta revista aquí.

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