Mediación escolar: – UN ESPACIO PARA PREVENIR CONFLICTOS

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Una primera causa nos indica que a partir de los años noventa en nuestro país, sin ser negativo en su fundamento básico, se inicia una exagerada preponderancia de los derechos sobre los deberes de los alumnos, sumando a esto la pérdida paulatina, desde los años ochenta, de la autoridad familiar sobre los hijos.

A ello se agrega que los padres no asumen su responsabilidad, recayendo ésta en los centros educativos, y obviamente, con un cuadro de esta naturaleza, se debilita el respeto a las normas de convivencia escolar y familiar.

Derivado de ello, a mediados de los 80 surge la Mediación Escolar, entendida no sólo como un medio de prevención y resolución de conflictos, sino como una metodología de enseñanza, en la que se acentúa y se privilegia la comunicación interpersonal en todos sus niveles, posibilitando la reflexión de lo bueno y lo malo; en el fondo, inculcando valores y virtudes. A la luz de los hechos, la educación en valores se debe retomar con fuerza al interior de los colegios sin distinción alguna, ya que la violencia escolar cruza todas las clases sociales.

Esta práctica pedagógica se tiene que iniciar desde la infancia, con una estrecha colaboración de las familias, que se deben convertir en un aliado de cada centro educativo para, así, y en conjunto, formar mejores personas. Por tanto, estamos hablando de una educación en valores.

De allí que si bien debemos considerar a la mediación escolar como un recurso pedagógico más, no está llamada a solucionar la indisciplina, la falta de respeto, el vocabulario soez, ni menos reemplazar a la familia como la primera educadora de hijos e hijas. Es más, tenemos que considerar a la mediación como un proceso de comunicación válido para todos los actores sociales de las escuelas y liceos: padres-profesores-alumnos-directivos y no docentes, cuyo objetivo, entonces, es escuchar, a lo que se agregan la aceptación, la comprensión y el respeto por todos los miembros, donde la diversidad tiene cabida y es bien recibida.

Como hemos señalado, la mediación no es suficiente, no es la panacea para la solución de la violencia escolar. En Chile nos preocupamos de la edad de discernimiento real de los jóvenes, y creemos que por ahí no va el camino de solución, ni tampoco, si no se revisa, la idea de retener a los alumnos hasta las cuatro o cinco de la tarde.

A veces parece que la propia jornada escolar completa favorece la indisciplina, la formación de pandillas, la agresión, la falta de respeto y el consumo de drogas, entre otros.

¿Qué hacer ante este panorama que invita a la indisciplina? Retomar con fuerza y decisión los valores y deberes fundamentales que emanan de la disciplina escolar e inculcar normas de disciplina desde la infancia, es decir desde la familia. Ello permitirá que ese niño o niña adquiera, aprenda y valorice las normas de disciplina de la escuela, liceo o colegio donde estudiará y se desarrollará como persona.

La indisciplina pasa porque los alumnos no han internalizado los valores y deberes que sustentan las normas de convivencia implícitas en todo reglamento escolar. Ahí entra como recurso pedagógico la mediación escolar, entendida como comunicación y como aceptación de unos y otros.

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* Director Escuela Educación, Universidad de Las Américas.

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